Capítulo 8

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La puerta se cerró con un estruendoso sonido detrás de mí, y ambos, tanto Deidara como yo, pegamos un brinco de sorpresa. La entrada era toda una escultura viva, sus retocados, al parecer hechos manualmente con madera, parecían contarte miles de historias de todos los dueños que habrían vivido ahí. En el interior, la vista era semejante; todo se encontraba entre tonalidades caoba y pino con ligeros destellos que de seguro eran producidos por las grandes arañas que colgaban desde el techo para alumbrar la morada.

Deidara me sostuvo de la mano cuando aquel sujeto hizo acto de presencia, caminando majestuosamente como si fuera el dueño del hogar a pesar de aparentar tan corta edad.

-Naruto y Deidara ¿Verdad? –Inquirió en un buen inglés-. ¿Les fue grato el viaje de venida?

Me encontré aterrado el intentar hablarle, puesto que a pesar de estar junto con mi hermano, solo se enfocaba en mirarme. En mirarme y en esperar una respuesta que no quería dar. Podía sentir como aquellas banditas que papá nos había puesto en el aeropuerto se calentaban ante el tacto, insistiéndome en contestar algo, pero me quedé mudo.

-¿No hablan Inglés? –Preguntó, antes de fruncir el ceño-. ¿Español, Alemán, Francés? ¿Algún idioma con el que pueda comunicarme con ustedes? –siguió insistiendo, cada lengua en su propio idioma.

-Sabemos hablar ruso si es lo que quería saber –contestó Deidara rápidamente antes de fruncirle el ceño de igual forma, y podría asegurar todo lo que quisieran que en ese mismo momento alguien al otro lado del océano quería matarlo por ser tan respondón.

Entonces aquel chico elevó una de sus cejas negras sorprendido, pero con una muesca de altanería que no pensaba quitárselo nadie. Quedé en miedo, profundizando el apretón de manos que Deidara me daba para no correr en dirección contraria y salir del hogar.

-Han llegado tarde ¿Alguna escusa con la que quieran disculparse? –volvió a hablar, solo que esta vez en ruso tosco.

Miré a Deidara esperando que me diga algo con lo cual responder, pero ninguno sabía a qué se refería con llegar tarde ¿Acaso el vuelo no había sido programado de esa forma? Nosotros solo seguíamos el cronograma que se nos había entregado. Nadie nos había dicho palabra alguna desde que salimos de San Antonio y al parecer no podíamos hablar con nadie que no sean nuestros nuevos dueños.

-Sasuke, no hostigues a mi esclavo –se elevó una segunda voz a su derecha, y mi hermano dio un brinco al verlo.

A diferencia del que se hacía llamar Sasuke, este tendría mayor edad. Yo le daría unos dieciocho o diecinueve sin dudarlo. Su mirada, igual de profunda como la de su aparente hermano, pasó de mirarnos a ambos a enfocarse en Deidara, y una sonrisa igual de siniestra como la que tenía papá floreció de él. Se remojó los labios antes de avanzar todos los escalones y quedar a poca distancia de nosotros.

Retrocedí dos pasos antes de ser detenido por mi hermano.

-Es un gusto tenerlo en nuestra morada, me disculpo por lo altanero que es mi hermano menor –su ruso, a diferencia, era mucho más dulzón, sin aquellas frías erres que solían pronunciar la mayoría para intimidar a los extranjeros-, pero ustedes debieron llegar hace un par de horas y nos encontramos apenadamente atrasados con el banquete, por lo que me gustaría que nos acompañaran en sus arreglos.

Me soltó de un empujón, tomando a Deidara por la cintura baja y alejándolo desde el pasadillo al otro extremo de la sala. Me aterré, me aterré al pensar que me encontraba solo. Él giró inmediatamente a verme, pero el chico seguía empujándolo hacia donde quiera que fueran. Al final, terminé solo en toda la entrada con Sasuke.

-Tú también te encuentras tarde Naruto –contestó, antes de llamar a una chica que pasaba corriendo por ahí-, tú, llévalo a cambiarse. Lo quiero listo.

Misión Clase SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora