Capítulo 3

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Era una mañana calurosa. Al estar a mediados de mayo, cerca del fin de clases, hacía que el sol se retorcijara en mi nariz cada vez que habría la cortina. Por decisión mía, decidí mantenerlo abierta para no volverme a acercar.

Deidara se había dormido para la pared. Tenía marcar recientes de haber llorado y su entrecejo se encontraba metido aun estando dormido. Lo contemple por algunos minutos, rabiando por lo idiotas que pueden llegar a ser nuestros padres.

Me acerqué a su rostro, muy parecido al mío cuando duerme. Si no fuera por mis mejillas, seríamos idénticos. Moví los mechones de cabello que tapaban parte de su frente y con un pedazo de la manta limpié el sudor. Sí que hacía mucho calor.

-Naruto... —gruñó retorcijándose los ojos-... ¿Eres tú?

-Sí —dije alegre.

-¿Qué hora es?

-Cómo las 11 de la mañana.

Deidara abrió los ojos por completo mientras se alarmaba instantáneamente. Salió de la cama a un salto, tambaleándose un poco al estar todavía medio dormido. Me señalaba y señalaba a mi mochila sin saber que decir o hacer.

-Recuerda que papá me sacó de la escuela, literalmente ya no tengo nada que hacer en las mañanas —pasé por alto la maldición que murmuraba mientras negaba con la cabeza, esto no podía continuar de esa forma.

-Deberías de dejar de llamarlos "papá" y "mamá" —imitó la voz de una chica chillona-, no se lo merecen.

Deidara dejó de llamarlos así desde los 7 años. Justo ese día lo habían estado molestando diciendo que sus papás no se amaban, que sus mamás decían que tenían amantes. Él molesto lo negó todo y no les volvió a hablar por el resto de la mañana. Cuando era la hora de salida, se cansó de esperar a papá y encaminó su trayecto hasta la casa, como siempre entrando por la puerta trasera.

Desde entonces siempre que piensa en la forma con la que mamá fingía amar a papá le daba nauseas.

Y lo peor de todo es que mamá no lo negó, tampoco papá quien ya sabía que tenía a alguien más. No recuerdo mucho porque para entonces solo tendría cuatro años, pero cada vez que estaba con Deidara siempre me decía que haría algo para cambiar las cosas y nunca volverles a ver la cara. Solo fue tiempo lo que faltó para descubrir que también eran agentes de la FBI y recientemente nuestro nacimiento planeado para la misión.

-¿Cómo los llamaría en ese caso?

-Como quieras, "tipo y tipa" "señor y señora" "mentiroso y mentirosa". Hay muchas variedades.

No le respondí mientras caminaba a el baño que compartíamos ambos, para nuestra suerte dentro de la habitación. Penosamente las pizzas se habían acabado todas ayer en la noche por lo que ahora nos encontrábamos obligados a bajar.

-Iré yo —dije mientras bajaba la palanca del baño.

-¿Enserio quieres darles la cara? —Negó con la  cabeza-, creo que mejor lo hago yo. Recuerda que soy el mayor.

-Y el más sentimental —alegué-. Estoy seguro que lloraras o los golpearas antes de traer la comida. Además, ellos no creen que yo tenga mucho poder sobre mí mismo. Y en cualquier caso, solo lloro.

Llorar los asustaría, pero sería una buena forma de alejarlos de mí.

-Si no vuelves en 10 minutos... —golpeó con el talón el tapiz del suelo- ...bajaré yo y haré lo que debía hacer inicialmente.

-¿Me amenazas? —reí.

-Solo informo. No falta mucho, ya dentro de poco podremos irnos libremente.

También si ellos aceptan el trato, pensé en decir, pero no quería complicar la situación.

-Para entonces estaremos en Rusia, y tú muy bien lo sabes.

-Entonces será para cuando regresemos de Rusia.

————

Mi puerta crujió bulliciosamente al cerrarse, por lo que supe que tanto papá como mamá sabrían que alguno de nosotros bajaba. Sin más no me importó, con tal de que no le digan algo a Deidara yo estaba bien.

Bajé los escalones con precaución, teniendo mucho cuidado en no hacer mucho ruido para no alertar a mi mascota quien me esperaba ansioso cerca de su plato.

-Kurama... —suspiré- ...por ti gasto gran parte de mi mesada.

El zorrito movió elegantemente su cola, rozando mis tobillos con ella. El choque generaba ligeras cosquillas, por lo que lo empujé un poco para no volver a chocar con ello.

-Kyu, Kyu —gruñía mirando su plato.

-Vamos, tu tazón está lleno. Luego ni lo comes y debo botar tus sobras.

Pero Kurama era muy engreído. Se paró delante de mí con la intención de no dejarme avanzar hasta que le sirva su comida.

-No me hagas molestar —gruñí. Sin más ese zorro tenía muchos ases bajo la manga.

Se retiró de mi camino dirigiéndose para quién sabe dónde y decidí usar esta oportunidad para robar algo del refrigerador.

-Leche, no; pan, tal vez; restos de chifa y ramen, sí.

Saqué los empaques de plástico en donde se encontraba el arroz chaufa especial de Deidara y un tazón grande de ramen para mí, dejándolos en un extremo de la mesa para buscar con cuidado los cubiertos.

-Kyu, kyu.

Gruñó Kurama nueva cuenta, sorprendiéndome que haya vuelto tan rápido de hacer lo que quisiera hacer al lugar en donde se había ido.

-Ya te dije que no te daré comida...

Papá, junto con mamá, estaban detrás de Kurama mirándome, con aquellos ojos tan odiosos suyos.

-Naruto —dijo mamá.

Pero no me importaba lo que quisiera decirme, no le dejaría la oportunidad de controlarme en ese momento. Tenía que ser fuerte para que Deidara dejara de preocuparse de mí y pueda concentrarse en su vida sin tener preocupación de mi futuro.

-Tengo que irme —gruñí prontamente.

Cogí con fuerza el tazón de ramen y el arroz de Deidara, pero tanto mamá como papá me lo quitaron de las manos para llevarme al sofá a la fuerza.

-Ya puedes irte al jardín, Kurama —dijo papá.

Y por primera vez comprendí por qué Kurama nunca nos hacía caso en algo contra de mis padres.

El zorrito salió corriendo del lugar cuando papá y mamá me pusieron en el centro del sofá, luego ellos se colocaron en ambos extremos míos y dijeron al mismo tiempo:

-Esto es lo que tendrán que hacer una vez llegados a Rusia.

————

Si se habrán dado cuenta con la mayoría de mis obras, tengo cierta fascinación con Rusia. Pero que teóricamente es el mejor destino para los casos de criminalistica y militarismo. Es por decirlo así, lo que a los amantes del anime Japón.

Las mafias y militarismo secreto es cosa de cada día ahí.

Pero no los molestaré más...

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