36. Mi hogar.

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Hold my hand-Jess Glynne

¡Estaba volviéndome loca! La mamá de Martín no me dejaba ni respirar con todo el asunto de la boda. Está presionando demasiado.

Al día siguiente que su hijo se fue y de mi regreso, me llevó a buscar lugares para la ceremonia, sin siquiera preguntarme si podía o quería. Fue una emboscada. Supuestamente iríamos a comer, pero sin más se le ocurrió que justo podíamos comenzar a ver lugares. Y de ahí no paró, cada día ha estado detrás de mí, siempre encontraba una excusa para que hiciera lo que ella quería. No me he negado porque no quiero dar pie a nada, necesitaba aclarar las cosas con Martín y no quería a su familia involucrada en mis asuntos. No confiaba en ellos.

Habían pasado dos semanas desde mi regreso, apenas si hablaba con el que hasta ahora, era mi novio, pues estando en Marruecos era muy difícil mantenernos en contacto, su trabajo lo tenía absorto. Contaba los días para que volviera y aunque me gustaría decir que era debido a que moría por verlo, nada más lejos. Quería terminar de una vez con esto, quería volver junto a Damián y mi hija.

La decisión había estado frente a mí desde el momento que vi a Martín de nuevo. Lo quería, le tenía cariño, pero no lo amaba, No como a Damián, como a mi hija, a mi familia. Anhelaba volver a su lado. Martín fue una luz en mi vida cuando no había más que oscuridad en ella, pero no alcanzó a iluminarla, no me deslumbró como mi esposo lo hizo, quien a su lado era el sol, mi sol e inundo de calidez mi vida, le dio sentido. Mi pequeña y él era lo que necesitaba, lo que necesité todo el tiempo, ni siquiera sé porque dude al respecto, era demasiado evidente.

—¿Piensas seguir con esto? —Cuestionó mamá cuando la señora Mabel le informó que ya había concertado una cita para el vestido.

—Es complicado... mientras Martín no regrese, no puedo avanzar—estaba consciente que no era correcto seguirle la corriente a la madre de mi novio.

—No te entiendo, de verdad no lo hago. Solo espero que cuando te des cuenta de cuanto estas arriesgando, no sea demasiado tarde—dice con seriedad antes de salir de mi habitación.

Claro que me daba cuenta, es más, estaba aterrada pues en estas semanas Damián no ha intentado comunicarse conmigo. Hablaba todos los días con mi hija, era el mejor momento de mis días, escuchar la dulce voz de mi Mel. Dios, cuanto la echaba de menos. Y durante ese tiempo su padre no ha dado señales de vida y tampoco es que yo haya hecho mucho, pero me detenía el hecho de no haber finalizado las cosas con Martín. Luchaba por no correr junto a ellos, sentía que con cada minuto que pasaba los estaba perdiendo. Esperaba en el alma que cuando lograra cerrar mis asuntos aquí en Valencia, aún pueda volver a su lado, aún me quieran junto a ellos. Los defraude tanto que no los culparía si no me aceptaran de vuelta.

***

Y si no estaba totalmente segura de mi decisión, de mis sentimientos, después de lo sucedido mientras me probaba vestidos de novia, lo estuve.

Con renuencia mamá nos acompañó, junto con la señora Mabel y sus hijas. Desde el momento que pisamos el sitio, mi mente comenzó a llenarse de imágenes que enseguida comprendí, eran recuerdos de cuando elegía mi vestido para casarme con Damián.

Ese día había sido perfecto. Estaban mi madre, abue Tina, Teffie, la madre de Damián y Alexa, así como mis amigas, a las que solo vi una vez durante estuvimos allí. Lee, Ximena y Ana, habían sido mis mejores amigas, siempre estuvieron para mí y me entristeció no recordarlas, lloraron mucho cuando me vieron. Como todos, estaban felices de que estuviera viva. Tenía tantas personas que me querían, había tenido una vida excepcional y moría por regresar a ella.

Los vestidos que la señora Mabel y las hermanas de Martín elegían para mí, eran lo opuesto a lo que quería, a lo que me gustaba. Así que no tardamos mucho en el lugar, pues me negué a probarme alguno, estaba harta, no iba a casarme con Martín, no habría boda, era absurdo continuar con esto.

Comenzando De Nuevo ©Where stories live. Discover now