Capítulo 6

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    La música inundaba el interior de la discoteca, tratando de escapar de aquel edificio y expandirse por el frío aire nocturno del exterior. Harry sonrió. Sentir cómo el fuerte ruido retumbaba en su estómago le parecía gracioso, tal vez por las dos copas de más que se acaba de tomar. Habían ido a la misma discoteca de siempre pues el barman era primo de Niall y les daba alcohol a pesar de que ninguno había alcanzado aún la mayoría de edad.

    Harry se acercó el vaso a los labios de nuevo y vació su contenido azul en la garganta. Sintió el alcohol quemarle por dentro y el calor recorrió su cuerpo. Dejó el vaso en la barra de madera y se quedó mirando a Liam y a Niall, que bailaban  a unos pasos de él. El rubio se apoyó en el pecho de su novio cuando la canción terminó, agotado,  y éste lo rodeó con los brazos mientras le besaba el pelo.

    El ojiverde se ruborizó, invadido por el sentimiento de culpabilidad por estar observando aquella escena privada. Paseó la mirada por el local, otra vez y, de nuevo, desistió al fin; sin encontrar lo que buscaba. La esperanza de volver a ver al castaño lo había movido hasta allí, sólo para irse apagando conforme más tiempo pasaba.

    Harry sacudió la cabeza, tratando de alejar los efectos del alcohol.  El calor, la música y las luces de la discoteca aumentaban la confusión causada por la bebida, así que decidió salir a tomar un poco el aire. No le resultó fácil alcanzar la puerta, sin embargo, pues se encontraba al otro lado de la vibrante marea de cuerpos que bailaban apretados unos con otros.

    Fuera, le recibió el frío aire nocturno, que consiguió despejarle un poco, aunque los efectos del alcohol eran más que visibles. Harry se alejó despacio de la discoteca, deambulando en silencio, sin un rumbo fijo. Vislumbró una oscura silueta al final de la calle y su corazón dio un vuelco. El escalofrío que recorrió su espalda confirmó que no se había equivocado al reconocer la negra figura.

    Louis se encontraba a unos quince metros de él, justo en el espacio en sombras que separaba dos farolas cercanas. El rizado obligó a sus piernas a reemprender la marcha pero en cuanto el ojiverde comenzó a caminar en dirección al castaño, el muchacho de negro empezó a alejarse a su vez, desapareciendo en cuanto llegó a la esquina.

    Harry apretó el paso, angustiado por perder al ojiazul. Giró a la derecha cuando alcanzó el final de la calle y se detuvo perplejo. A unos cuatro metros, la callejuela terminaba en un desgastado muro de ladrillos. Louis no podía haber ido a ningún lado por aquel callejón sin salida.

    Harry se dio la vuelta, preguntándose dónde estaba la el muchacho de negro y pegó un salto cuando descubrió al castaño tras él.

    -¿Te he asustado principito?-preguntó divertido.

    Harry esperó a recuperar el aliento y trató de calmar su acelerado corazón antes de responder:

    -Pero, ¿cómo has hecho eso?

    -¿Hacer qué?-preguntó inocentemente el ojiazul.

    -Estabas delante de mí y de repente estás detrás-contestó el menor, representando la escena con gestos en el aire.

    -Principito creo que el alcohol te ha jugado una mala pasada-dijo Louis.

    -Pero habría jurado…-comenzó el ojiverde.

    -Será mejor que te lleve a casa-le cortó el mayor.

    Harry se dejó conducir por Louis hasta una calle cercana donde lo esperaba un maravilloso Audi negro. Los dos chicos se montaron y, en cuanto el motor arrancó, Louis volvió a hablar:

    -Será mejor que avises a tus amigos si no quieres darles un susto.

    Harry sacó el móvil del bolsillo y comenzó a escribirle un mensaje a Niall, pero el alcohol dificultaba mucho la tarea. Lo intentó un par de veces y, de pronto, sintió cómo los efectos de la bebida desaparecían.

    -Parece que te vino bien el paseo-comentó Louis-. La verdad es que no me gustan los borrachos.

    El rizado se volvió sorprendido hacia el mayor, preguntándose cómo había notado el cambio. Ya sobrio pero aún extrañado, terminó de escribir el mensaje a Niall. Harry guardó el móvil de nuevo y contempló en silencio cómo las brillantes luces de la ciudad pasaban a su lado, echando fugaces vistazos al castaño.

    -¿Te gustan las vistas?-preguntó Louis al cabo de un rato, con una traviesa sonrisa surcando su rostro.

    Sin saber si se refería al paisaje o a sí mismo,  Harry asintió, rezando por no ruborizarse. El trayecto duró unos pocos minutos más hasta que el coche se detuvo con suavidad frente a la casa del ojiverde.

    El rizado se volvió hacia el conductor sin querer abandonarlo aún.

    -Gracias por llevarme Louis-dijo en un susurro.

    -Fue sólo para que no te comiera el lobo principito.

    -El lobo se comió a Caperucita Roja, no al príncipe-respondió Harry-. Además te pareces más a un lobo que cualquier chico que haya visto antes.

    El castaño rió, se acercó al oído del menor y le susurró:

    -Pero aún no te he mordido, ¿verdad?

    Tratando de mantener su corazón en el pecho, a pesar de que éste pareciera querer escapar de su cuerpo, el ojiverde salió del coche y esperó a que el coche arrancara de nuevo y desapareciera en la noche. Harry caminó hacia la casa mientras sacaba las llaves de su bolsillo. Un pensamiento apareció en su mente y todo su cuerpo pareció petrificarse.

    ¿Cómo demonios sabía Louis donde estaba su casa?

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora