A pesar de que las lágrimas cubrían mis ojos, podía verlos, ahí estaban aquellos seres que una vez fueron personas aporreando el coche, estampando sus rostros de ojos rojos contra el cristal. Pensar que mi padre se había convertido en uno de esos... monstruos, me hizo estremecer. Por un momento no me importó que aquellos seres rompieran las ventanas y me llevaran hasta la muerte, así al menos no sentiría el dolor de la pérdida de mis padres, pero ver a Ethan a mi lado hizo encender una chispa de esperanza, de vida, en mi. No tenía mucho sentido ya que hacía unos segundos lo estaba odiando con toda mi alma por haber disparado a mi padre, o lo que quiera que fuese... ¿Pero a caso algo tenía sentido en el fin del mundo?
-¡Mierda!-habló Ethan con cierto temor en la mirada, pero aún así lograba mantener la compostura.
-¡Arranca! ¡Rápido!-grité yo asustada al ver que uno hizo un pequeño corte en el cristal que estaba a mi lado.
Metió las llaves a gran velocidad y pisando fuerte el acelerador atropelló a los zombies que teníamos a nuestro frente, haciendo que alguno que otro impactara contra la luna del coche dejando rastros de sangre en ella. Esto era demasiado impactante, había sucedido muy rápido y no lograba asimilar que esto era real, que no se trataba de una mera pesadilla. No hablé más, solo necesitaba estar en silencio e ir asumiendo la situación, algo que Ethan respetó. Había deseado tantas veces estar a solas con él, que sus irresistibles ojos miel se posaran en mi para después dedicarme una de sus perfectas sonrisas... supongo que como cualquiera de las chicas de mi instituto. Pero ahora no era momento de soñar, de imaginar que él me rodeaba con sus brazos que antes de que los zombies atacaran el coche tanto me habían reconfortado.
El coche frenó frente a una pequeña casa que a pesar de que había sido afectada por el tsunami, se mantenía en pie. Ethan bajó del coche y antes de que yo pudiera salir por mi puerta él la abrió y me ofreció su mano para salir del vehículo. ¿Por qué era tan amable? Seguramente fuera por pena... si, era lo más probable. Aún así acepté su mano y me puse junto a él.
-¿Te encuentras mejor?-preguntó con cierta preocupación en su voz.
-No lo sé...-murmuré y él puso su mano en mi barbilla para que lo mirara a los ojos.
-Recuerda que no estás sola _____.
Lo dijo mirándome fijamente, clavando sus ojos miel en mi como tantas veces había soñado. Sus palabras se sintieron reales y lograron aportar algo de fuerza en mi, una cosa que necesitaba en ese momento. Nos adentramos en la casa cuidados con la amenaza de que alguno de esos seres nos saliera por alguna esquina, sin embargo no fueron zombies los que se presentaron ante nosotros.
-¡¿Ethan has visto algo?! ¿Policías, militares...?-habló una chica rubia de unos preciosos y claros ojos azules.
-No, _____ ha sido la única persona que he visto-dijo él mirándome.
-Yo me llamo Lizzy-se presentó aquella desconocida.
-Y yo soy Harry-habló esta vez un chico de pelo rizado y unos preciosos ojos verdes. A él si lo conocía, era uno de los amigos de Justin del instituto y también era muy popular entre las chicas.
-Tienes mala cara...-susurró la chica preocupada, ¿cómo no iba a tenerla?
-Está pasando por un momento duro-dijo Ethan sacándome del apuro de tener que contestar.
-Ah, entiendo, lo siento... Yo estoy sola, mi familia tuvo que viajar a Orlando hace unos días así que no sé nada sobre ellos-habló la rubia.
Entonces caí en la cuenta de que todos estábamos igual. Algunos habían visto morir a sus padres, otros ni siquiera sabían que había pasado con ellos, algunos estarían solos, otros en grupos... pero todos viviendo este caos. Eso hizo preguntarme cual era la situación de Ethan, ¿qué le habría pasado a él? ¿Habrá perdido a sus padres? ¿Tal vez a algún hermano? Hermanos... todo mi cuerpo se tensó. Después de que el agua que había traído el tsunami comenzó a despejarse me alejé de mi hermana a la que encontré cuando su grupo entró en el bar donde estaba con Darren.
