Capítulo 2. Seres no vivos..seres no muertos

18 1 0
                                    

¡Hola chica/os! Espero que me dejéis votos y comentarios. Me animarían mucho para subir capítulos. Ésta novela no sólo es mía. La escribimos una amiga y yo. Y bueno, aquí os dejo el segundo capítulo. ¡Disfrutarlo!

*  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  * 

A medida que avanzaba, más temía por mis padres. ¿Cómo habrán podido sobrevivir? Me comía la mente cada vez más pensando en alguna probabilidad para que hubiesen sobrevivido, pero ninguna se me ocurría.

Entré por fin en mi barrio, que por el simple hecho de ver una pequeña parte del laboratorio, que hace unas horas era uno de los más grandes del mundo, pude confirmar que estaba en la dirección correcta. Pasé por al lado, mirando los distintos frascos y cristales que estaban tirados en el suelo, sin ninguna sustancia allí. Decidí seguir caminando, observando los cimientos de las que alguna vez fueron casas. Un brazo se asomaba por debajo de un trozo de madera. Corrí sin descanso hasta allí, levantando con todas mis fuerzas la madera, pero rápidamente la dejé caer horrorizada. La señora Norris. La humilde señora que me compraba cajas y cajas de galletas cuando era una Boy scout. Me estremecí al ver que carecía de piernas. Al principio pensé que se le habrían amputado al caérsele algo encima, pero rápidamente me fijé en los mordiscos que tenía grabados en su arrugada piel. ¿Qué le habría echo eso?

Me levanté con horror. Miré a mi alrededor, en busca de un depredador. Pero eso era imposible. Por dios, estaba en Miami! Aquí los únicos animales depredadores que podrían haber son los perros! Y que yo sepa ninguno come piernas de humano. ¿O si? Ésta vez, corrí dirección a mi casa, intentando pensar en cosas bonitas. Pero lo único que me venía a la mente eran imágenes de mis padres muertos, sin varias partes de sus cuerpos. Dejé de pensar en el momento que vi la figura de un hombre agachado, al lado de otra persona que yacía en el suelo.

–¿Hola?–saludé con duda, deteniendo la rapidez de mis pasos a un ritmo más pausado. El hombre seguía agachado, sin prestarme la mínima atención.–Eh!–lo volví a llamar, sin obtener respuesta. Cuando por fin pude visualizar con más detalle al hombre, mi corazón aumentó sus latidos. Era la ropa de papá. Su típico chándal para ir a correr no pasaba por desapercibido. Pero entonces..¿quién era la persona que estaba en el suelo? Me temí lo peor.

–Papá–balbuceé a punto de llorar. Papá aún seguía haciéndome caso omiso. Noté mis problemas para respirar, cómo me costaba cada vez más. La presión que tenía en el pecho iba aumentando. Dejé de caminar hacia él cuando por fin se giró hacia mí. Su rostro estaba teñido de rojo, del color inconfundible de la sangre. En su boca caían diversas tripas que no dejaba de masticar.

–Papá..–sollocé cuando no obtenía ninguna respuesta de él. Sólo me miraba. Estábamos a unos pocos metros de distancia, tan cerca..–¿Dónde está mamá?–me las arreglé para hablar. Noté una malvada sonrisa proveniente de él. Se levantó del suelo lentamente, apartándose del cuerpo que yacía en el suelo.

Me tapé las comisuras de mi boca con ambas manos contemplando el cuerpo irreconocible de mi madre con horror.

–¿Qué..qué has hecho?–pregunté con temor. Sin previo aviso, papá vino corriendo hacia mí de una manera extraña, con los pies torcidos para ser exactos.–¡Para! Me estás asustando–confesé. Al ver que seguía corriendo, no dudé en hacer lo mismo. ¿Por qué mi propio padre me perseguía? ¿Por qué estaba huyendo de él?

El ruido sordo de un coche llenó mis oídos, y segundos más tarde, un disparo detrás de otro. Me giré asustada, contemplando el cuerpo de mi padre en el suelo totalmente inmóvil.

–Papá!–grité con un conjunto de miedo, tristeza, y desesperación en mi garganta. Corrí hacia él, agachándome a su lado y acariciándole la cabeza. Un dolor inmenso en el pecho me impedía llorar, así que me limité a gritar, deseando desesperadamente que aquello no fuese real.

Unas manos se apoyaron en mi hombro. Me agité sobre mi cuerpo, haciendo que soltase sus manos y enfrentándome a él.

–¡Qué coño has hecho!–lo culpé. Fruncí el ceño cuando lo miré a los ojos, a aquel muchacho tan conocido en mi vida. Sus ojos miel me reflejaban tristeza y lástima, por mí claro.

–Salvarte la vida–me respondió con rapidez.

–¿Salvarme la vida? ¿Salvarme de mi propio padre? ¿Qué coño me iba a hacer mi padre?–mi ira aumentaba cada vez más, mezclándose los sollozos con los gritos.

–Ese ya no era tu padre–me dijo con la misma tranquilidad que antes.

–Pero..de qué vas!–lo empujé, haciéndole tambalear, pero recuperó la compostura sin problema.–Es mi padre!–agité mi cabeza con desgana al darme cuenta de mi error–Era mi padre..–susurré con dolor. Acababa de perder a mi padre..acababa de perder a mi madre.. No habían pasado ni 24 horas y ya he perdido a los dos!

–Sube al coche, te lo explicaré todo–me intentó tranquilizar Ethan. Oh Ethan. Con las veces que había soñado despierta con él, con las veces que imaginé ser su chica, a la que le dedicaba cada gol metido en fútbol. Mi amor platónico desde que lo conocí. Pero no me alegro de habérmelo encontrado, no me alegro de que haya matado a mi padre. Ahora más que amor, sentía un odio increíblemente real.

Me metí sin ganas al vehículo, sentándome en el lado pasajero. Justin puso el coche en marcha, dejándose llevar por la velocidad.

–Ese ya no era tu padre. ¿Porqué crees que iba corriendo hacia ti?–me preguntó mientras conducía, con los ojos siempre fijos en la carretera.–Te iba a comer.–gruñó por lo bajo.

–¿Comer?–pregunté temerosa, sintiendo otra vez las lágrimas amenazar en las comisuras de mis ojos.

–No sé que coño hacían en el laboratorio, pero sea lo que sea, cuando ocurrió el terremoto, el edificio se derrumbó, dejando en el aire una mierda que infectó a todos los de alrededor–me quedé boquiabierta sin dar crédito.

–Pero..¿cómo estaba vivo mi padre si  acababa de barrer todo Miami un maldito tsunami? ¿Eh? No se tú pero no le veo sentido!–grité frustrada. Escuché un suspiro. Un largo silencio reinó en el coche, hasta que Ethan se atrevió a romperlo.

–¿No has visto películas de zombies? Pues igual. Tienen una fuerza..extraña, y algunos han sobrevivido y otros no.–me respondió, aclarando todas mis dudas.

–Maldita sea!–maldije, llorando como una niña pequeña. Pero..¿qué me impedía hacerlo? Acababa de saber que mi padre me iba a comer, que mi madre había sido comida por su marido, y que él había recibido un disparo de mi amor platónico.

Una mano se apoyó en mi rodilla. Sabía perfectamente que era la de él. ¿Tanta pena daba? Noté cómo paraba el coche, y se acercaba a mí estrechándome contra su pecho. Me aferré a él con todas mis fuerzas, sin dejar de llorar.

–No estás sola..–me susurró con ternura. Por unos segundos, olvidé todo lo que había pasado. Pero tan solo unos segundos, ya que fueron interrumpidos por unos gritos horrorosos y golpes sobre el coche. Me aparté de él, contemplando la decena de personas furiosas que nos rodeaban. He dicho personas? Quería decir..zombies. Acabamos de ser rodeados por zombies, furiosos y hambrientos.

Sobreviviendo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora