Capitulo 5; Mis tierras

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-Madre mía, espectacular –Marcos sonrió mirándola de arriba abajo -¿No vas a darme un abrazo preciosa?

-Por supuesto –Elena le abrazo sonriente -¿Qué tal el viaje?

-Odio los viajes –El hizo una mueca y después sonrió –Pero no vengo solito, traigo a tu tesoro

-Mi auto –Elena suspiro –No te imaginas las ganas que tengo de conducirlo

-Ya imagino –El la miro divertido -¿Y que tal las cosas por aquí?

-Calentitas –Elena le guiño un ojo mientras caminaban hacia el aparcamiento

-Estando tu por medio no me extraña –Mario rió –Bueno ¿Dónde esta ese bar que vamos a cambiar? Tengo ganas de echar a volar mi imaginación

-Tu y tu imaginación –Elena sonrió -¿No se enfado papa Jou por quitarle a su relaciones publicas?

-Papa Jou jamás se enfada contigo preciosa –El rió divertido –Como si no supieras ya que eres la niña de sus ojos

-Señorita –El chofer se acerco a donde ellos se encontraban

-Lleva a Marcos al hotel –miro a Marcos –Tienes reservada una habitación, en dos horas pasare por ti para ir al bar

-Vale preciosa –Marcos asintió y subió al auto

Elena se quedo observando como se alejaban, esperando a que le trajeran su auto, al fin podría conducirlo.  Solo cuando viajaba en el era capaz de sentirse libre  sonrió recordando a Papa Jou, el era el dueño de Sahorami, el club en el que bailaba en Miami, desde el principio la acogió con los brazos abiertos y la ayudo a aprender todo lo que necesitaba.   Se convirtió en la estrella de su local y por descontado en la favorita de el, la llamaba su niña y ella no podía negar que le sentía como un padre.   Cuando Dilan le propuso ser modelo, Papa Jou la apoyo en su decisión.  Y a pesar de que ya no volvería a trabajar para el en su local no dejo de recibir su cariño y por supuesto se veían a menudo  Elena dio publicidad al Sahorami, porque desde un principio contó a todos de donde venia y que había estado trabajando en ese club

-Su auto esta listo –Un chico se acerco a ella y le tendió la llave

-Gracias –Elena asintió y con la llave en su mano se dirigió a la plaza 89, allí estaba.  Su precioso descapotable rojo.   Se paro en la puerta del conductor y se subió, arranco y cerro los ojos con una sonrisa oyendo el motor  -De nuevo estamos juntos precioso

-¡¿Cómo que se escaparon lar reses?! –Lorenzo señalo a Bernardo con la fusta

-Se rompió el vallado, señor –Bernardo agacho el rostro –Los empleados ya estan reuniéndolas

-¡Tendrías que haber estado mas pendiente del vallado! –Lorenzo se acerco y le tomo por la camisa -¡Si algo así vuelve a pasar tu pagaras por el error! ¡¿Me has oído?!

La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora