Capítulo 2

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Como cada mañana, a las ocho y media, Andrés Taída pasaba por la Plaza Parroquial de Vinaròs para ir a abrir su tienda en la Calle Mayor; una pequeña tienda de antigüedades, algunas de ellas extraordinariamente raras y caras.

La gente solía decir de Taída que no parecía un anticuario. Cuando alguien hablaba de anticuario venía a la mente la típica imagen de un señor mayor con el pelo blanco y las gafas apoyadas en la punta de la nariz, pero no era así. Andrés tenía treinta y dos años; era medianamente alto, pero no por ello excesivamente delgado; tenía el cabello castaño y denso, aunque él mismo empezaba a notar que había comenzado a caerle el pelo, de forma casi imperceptible; llevaba también una barba de tres días.

Sin saber porqué, se había detenido a contemplar la iglesia de la Asunción, más conocida como la Arciprestal. Se quedó observando su fachada, en la que destacaba su gran portalada barroca valenciana a modo de retablo; construida entre los siglos XVII y XVIII. A cada lado de la puerta emergían dos columnas salomónicas.

La portalada estaba ornamentada con tallas de motivo vegetal; entre las tallas se encontraban, en los laterales de la puerta, en su parte más alta, los dos símbolos de Vinaròs. En la parte izquierda una vid y en la derecha una ala caída.

Andrés miró hacia arriba a la cruz, en ella se encontraba una corona encima y dos ángeles a cada lado. Taída subió más la vista, por encima de la cornisa, viendo la figura que representaba a la Virgen de la Asunción. A cada lado se hallaban tres columnas; entre las columnas más pequeñas había una vidriera de forma oval; Andrés fijó la vista en la vidriera y divisó en el centro el escudo de Vinaròs; nunca se había fijado en ese detalle.     

Andrés bajó la vista y sonrió al ver las cuatro pequeñas columnas de poco más de un metro de altura que había frente a la entrada, pues algunos adolescentes bromeaban acerca de ellas, diciendo que parecían unos gigantescos penes que salían del suelo, puesto que la parte superior de dichas columnas se ensanchaba terminando en canto romo.

A la izquierda se levantaba el campanario, el cual se encontraba situado en el exterior de la iglesia. Arriba, en el centro del campanario, mirando hacia la plaza, el reloj no marcaba la hora correcta, pues estaba estropeado; pero Andrés no reparó en ello, no se dio cuenta de la hora que era.

Se dio media vuelta y contempló el actual edificio del Ayuntamiento, situado en la otra parte de la plaza, frente a la iglesia.

Los cinco escalones de canto romo presidían la entrada. Sobre la puerta de madera, grabado en piedra, se encontraba el escudo de Vinaròs con una corona encima. El edificio era de piedra hasta la primera planta donde había un largo balcón que ocupaba toda la fachada. Del balcón salían, hacia adelante, tres banderas; una frente a cada puerta de éste, en el centro la española, y, a los lados, la de la Comunidad Valenciana y la de la Unión Europea.

El Ayuntamiento se ubicaba donde antiguamente había estado la iglesia original de Vinaròs que fue derruida para construir el actual edificio, aunque originalmente no tenía la función de Ayuntamiento.

Andrés nunca había podido comprender cómo se pudo tirar la iglesia, aunque eso no era nada extraño, puesto que en el año dos mil uno el que fuera alcalde de Vinaròs, hizo derruir un antiguo convento con la intención de construir allí un nuevo edificio que sirviera como Ayuntamiento. El convento de San Francisco fue derruido, sí, pero nunca se permitió construir el nuevo edificio.

En ese momento Andrés vio una piedra que también estaba labrada, en el centro de la fachada, antes de llegar a las ventanas de la segunda planta; nunca se había percatado de ella. En el mismo instante en el que alargaba el cuello para intentar distinguir el grabado, empezaron a repicar las campanas; el reloj no funcionaba pero las campanas sonaban puntualmente. Andrés miró su reloj de pulsera; eran las nueve, hora de abrir su tienda. Se había entretenido demasiado contemplando los edificios.

El secreto de la MisericordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora