Capítulo 4 "Alex"

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Después de que todos entraran a la casa, subí corriendo a mi habitación. No quería tener que lidiar con ellos ahora, ya que tantas incógnitas estaban haciendo que mi cabeza estuviera a punto de estallar. Esto era peor que planear una boda.

Colapsé en mi cama y leí un poco. Sin darme cuenta de lo que hacía, terminé el libro. Tras unas cuantas horas de ocio, sentí hambre y decidí bajar a la cocina, sabiendo que no habría nadie allí porque la hora del almuerzo había pasado hacía ya varias horas. Mamá y Ana también se habían marchado. Me sorprendió encontrar a mi hermano a mitad de las escaleras. Se veía cansado, un poco sucio y tenía mal puesto el uniforme de futbol. Pero lo que llamó mi atención fue su rostro: tenía inflamada la mejilla derecha y se veía enrojecida. Sus ojos estaban llorosos. ¿Alex Bellendier, llorando? Nunca lo había visto así, no desde hacía mucho tiempo. Quizá la última vez que lo había visto llorar había sido cuando tenía diez años y mamá le había prohibido ir a la fiesta de su mejor amigo tras haber reprobado un examen.

Pero hoy no era igual. No creía que mi madre le hubiera prohibido nada y tampoco habría algún amigo esperando un regalo esta noche. No, esto era muy diferente. Había más lágrimas amenazando con escapar de los ojos de mi hermano, podía notarlo. Me miró con tristeza, decepción, desesperanza...

Sin dudarlo ni un segundo, bajé los escalones que me separaban de él y lo abracé con fuerza. Este tipo de muestras de afecto eran muy extrañas entre nosotros, pues normalmente peleábamos mucho y nos molestábamos hasta el punto de que ninguno quería saber nada del otro por el resto del día. Pero en momentos como este, que eran importantes, esas peleas no tenían ningún sentido. Estas muestras de afecto eran verdaderas, porque cada vez que veía a mi hermano menor preocupado, triste o temeroso, veía al pequeño niño solía pedirme consejos sobre qué juguete llevar a la escuela o qué pedirle a Santa Claus en navidad.

— ¿Qué pasa, Alex?

Lo agarré de los hombros y él me miró. No hizo ningún intento de ocultar sus lágrimas. Me miraba como si supiese que le entendía y que, por naturaleza, esta vez también le diría qué hacer.

— Oh, Jess... ¡Lo eché todo a perder!

— ¿Qué ocurrió?

— Peleé con papá.

No supe qué hacer. Lo tomé de la mano y fuimos al sillón. Allí me contó todo con lujo de detalles. Como su hermana mayor, jamás habría querido escuchar esta historia, pero como su confidente, tenía el deber —y quería— escuchar todas y cada una de las palabras que salieran de su boca. Porque mi hermano no hablaba con mucha gente y, siendo honesta, tampoco tenía muchos amigos.

Alex Bellendier había estado consumiendo drogas a espaldas de todos nosotros. Nada malo, me dijo, solo hierba. Esta tarde, cuando terminaba su entrenamiento de fútbol (los viernes sólo practicaban 3 horas), estaba a punto de irse con un amigo a algún club y mi padre lo detuvo, encolerizado. Le pidió que hablaran en privado y ahí fue cuando le dijo que había hablado con uno de sus profesores porque le estaba yendo muy mal en varias clases. Alex pensó que eso era todo, pero se sorprendió mucho cuando papá también le confesó que le había pedido al Señor Bradley que le mostrara sus apuntes y trabajos escolares. Al abrir su casillero, en medio de tantos papeles, habían encontrado una bolsita de hierba.

Cuando mi padre vio que mi hermano no decía nada para contradecirlo, le soltó una cachetada. Luego le dio un sermón acerca de las virtudes que él y mi madre nos habían inculcado... Y ahí Alex cometió un error: desafió a mi padre. Las palabras exactas fueron:

— ¿Virtudes? ¿Cuándo has estado ahí para mí? Sólo te preocupas por ser el mejor empresario de este país y por mantener a mamá contenta. ¡No te debo nada! Y no me vengas con un "estoy decepcionado de ti", porque aquí eso no vale. Llevo un año consumiendo algo que me hace sentir bien, cosa que no logro estando en casa, y tú ni siquiera te habías dado cuenta. Además, mírame, no he descuidado el entrenamiento. Deberías estar feliz.

Nuestra Traviesa MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora