Uno.

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—No encuentro el pasaporte, ¡Michael ayúdame! —Chillé mientras desparramaba todas mis cosas, esto es una broma, ¿Verdad? Como podía perder mi pasaporte a mitad de la noche, sabiendo que mañana a primera hora mi vuelo salía directamente hacia San Francisco.

—Tranquila, nena. —Trató de calmarme con un beso, pero eso no ayudaba en nada.

—Michael, bebé, te amo... ¡Pero haz algo productivo que no sea besarme y terminar en la cama! —Grité histérica tratando de buscar en los cajones del baño, no creo que un pasaporte este en un baño.

Escuche la risa de Michael a mis espaldas.

—Te ayudare, porque esto es demasiado importante para ti, tanto como para mí. —Murmuró empezando a revisar la casa.

Una hora y tres minutos.

Ya una hora y tres minutos pasaron, y no encontraba mi pasaporte.

¿Dónde mierda se había quedado mi pasaporte?

Ugh, odiaba todo esto, y no quería perderme el viaje por nada en este mundo, tenía que ir a organizar los preparativos para la boda, faltaba un mes aun, pero las bodas no se preparan de un día a otro y Michael no podía viajar conmigo, aun trabajaba y no le toco la semana libre, así que la semana entrante el viajara y nos encontraremos en San Francisco, para seguir preparando las cosas para la gran esperada boda.

Hace cuatro meses me había pedido ser su esposa, y acepte, sabiendo que no solamente el contenía los mismos sentimientos que los míos, si no que era la persona con el alma más pura y sincera que podía encontrar en este mundo.

—No sé qué haré, —Chillé por décima vez en la noche, seguramente los vecinos del apartamento deben querer meter mi cabeza bajo agua helada.

—Y no vallas, cariño —Suspiro agotado— ¿No podemos ir los dos la semana entrante? Digo, falta un mes aun, tu vestido y las demás cosas pueden esperar una semana más.

—Michael... Estamos hablando de San Francisco... Necesito ir por mi vestido.

—Pero si ni siquiera tienes el pasaporte. —Sus hombros se levantaron.

—Ese es el punto —Lo apunte con mi dedo índice— Un momento, mi madre tiene la solución —Sonreí mientras retiraba el móvil de mi bolsillo trasero, marque al número de mi madre y espere a que conteste.

— ¿April? —Su tono de voz indicaba que estaba durmiendo, y a mi madre no le gustaba demasiado la idea de que la levantaran a media noche.

—Madre, sé que es algo tarde, pero... Perdí mi pasaporte, mañana a primera hora sale mi avión a San Francisco, mi vestido me necesita, Michael estaba maldiciendo, yo no... —Y me interrumpió.

—April, querida. Tienes unos 21 años, ¿Y me llamas para que te busque tu pasaporte? Oh no, chiquilla. No pienso salir a altas horas de la noche a buscar tu pasaporte, hazle caso a Michael y viajen la semana entrante.

Y sentí ese orgullo de Michael a mis espaldas, porque estaba segura de que había escuchado a mi madre.

—Mamá... —Gemí, ¿Por qué nadie me ayuda en nada?

— ¿Te fijaste debajo de la cama? —Preguntó y mis recuerdos volvían como flechas a mi mente, corrí casi empujando a Michael a un lado y me tire al costado de la cama, sostuve el celular con mi hombro y al observar, mi querido pasaporte estaba ahí.

Ups, —Fue lo único que salió de mis labios, estire mi brazo y lo sostuve con mi mano, mientras un peso de encima salía de mi cuerpo.

Mi madre suspiro cansada desde la otra línea.

—Nos vemos, April. —Murmuró mientras se escuchaba un bostezo de su parte.

—Te amo Mamá. —Sonreí cortando.

...

—Buenas noches, Michael. —Susurre mientras trataba de acurrucarme en su pecho.

—Buenas noches, April. —Su voz ronca se hacía presente— Mañana espera un gran día.

...






9/11 ✈ Michael Clifford. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora