Nuestra Traviesa Mentira

Ser la hermana mayor nunca había sido algo bueno para Jessica Bellendier, pero ser la única hija mujer, era aún peor.

Después de vivir veinte años juntos, con dos hijos adolescentes y una vivienda estable, sus padres habían tomado la decisión de casarse (porque siendo honestos, a estas alturas era casi imposible que algo los separase).

Gracias a esta decisión tan apresurada, Jessica se vio envuelta en la preparación de la boda por la cual había esperado tanto tiempo y que, a la vez, tan sólo a sus 18 años, le había proporcionado los peores dolores de cabeza de toda su vida.

A decir verdad, todo aquel caos no le causaba problema alguno, ya que dejando a un lado las molestias físicas, ella de verdad se encontraba entusiasmada con la idea de que sus padres por fin se pudieran llamar "marido y mujer" (oficialmente).

Su madre le había pedido el favor de ayudarla a organizar muchas de las cosas más importantes para que la boda fuera perfecta, pero ella sabía que sólo lo hacía porque no tenía a quien más recurrir en cuestión de confianza, además de su hijo o su marido, y por supuesto, nadie querría asistir a una boda organizada por un adolescente de quince años o un hombre que tiene más trabajo que tiempo.

Jessica pensaba que nada podía salir mal, hasta que una noticia traída por su madre logró desatar un caos emocional, que, de haber sido un tornado, habría arrasado con ella en cuerpo y alma.