¿Y si no es para siempre?

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Brenda se había quedado dormida después de la comida. Su cabeza reposaba sobre el regazo de Ely y su cuerpo estaba cubierto con una delgada cobija que Kris le había prestado. Se le veía dormida tan a gusto que la rubia empezaba a tener sueño pero a diferencia de Brenda ella no se sentía tan cómoda estando en la casa de un chico, más exactamente de “él” chico.

Desde que ella había salido de la ducha, cuando lo vio en la habitación, su piel se había teñido de un rojo intenso y durante la comida de la tarde su piel no había abandonado ese color, incluso Brenda había hecho varias bromas para recordarle que estaba tan roja como una cereza, una cereza sexy, había dicho la castaña.

Ely no sabía si Kris la había notado y simplemente había decidido guardarse sus comentarios o ni siquiera la había volteado a ver, le apostaba más a la segunda opción ya que durante toda la tarde apenas le había dirigido la mirada. Ely sabía que estaba actuando como una tonta, Kris tenía novia y era más que obvio que jamás se fijaría en una chica como ella, una chica que parecía artificial…

Sacudió su cabeza y siguió viendo a la castaña que dormía tan plácidamente sobre sus piernas. Brenda llevaba el cabello suelto y lacio hasta la cintura, era de un castaño natural envidiable, Ely lo acarició suavemente para no despertarla. Siguió observándola detenidamente, primero su rostro que tenía unas facciones tan finas y proporcionadas como las de su hermana mayor, sus ojos eran rodeados por unas tupidas y rizadas pestañas negras que cualquier modelo mataría por tener, sus ojos eran grandes, de un tamaño perfecto, su nariz fina sin ninguna imperfección, sus labios lo suficientemente gruesos sin llegar a verse exagerados, su piel era suave, ella lo sabía porque en algún momento le había acariciado una mejilla, y no tenía ni una gota de maquillaje.

Sí hacía comparaciones entre ellas era más que seguro que Brenda era mucho más hermosa que ella y ni se diga nada de la hermana mayor de la castaña, Jeanne era casi perfecta. Ely sonrió, estaba segura de que Jeanne en algún momento de su adolescencia había sido una chica muy normal, alguien que pasaba desapercibida, pero ahora a sus 21 años era más hermosa que una modelo y tenía a dos hombres completamente enamorados de ella.

Suspiró y siguió acariciando el sedoso cabello de Brenda esperando con y sin ánimos al mismo tiempo que la tormenta de nieve terminara.

Kris daba vueltas como un lunático en su habitación, no entendía por qué tenía la cabeza revuelta, tan confundido. Había visto a Ely saliendo del baño de esa misma habitación y podía jurar que había sentido un nudo en el estomago al verla salir con el cabello rubio mojado por el baño y su rostro sin ni una pisca de maquillaje, vestido con ropas de él… alejó por milésima vez en el día aquellos pensamientos ¿Por qué la había dejado entrar en su habitación? ¿Por cortesía?

La única mujer que antes había entrado a su habitación había sido a la primera mujer que en su vida amó. Jeanne. Sólo ella había logrado entrar y sin embargo ahora ya habían entrado dos chicas después de ella, las cuales por cierto lo tenían confundido.

Sacudió su cabeza y trató de alejar cualquier tipo de pensamiento que tenía respecto a las dos muchachas y bajó de nuevo a la sala en donde estaban esperando a que pasara la tormenta.

—¿Aun sigue dormida? —preguntó Kris en voz baja entrando a la sala.

Ely rápidamente volvió la cabeza al lugar en donde había escuchado esa voz y al ver a Kris le asintió tratando de formar una sonrisa.

—Es increíble que duerma con tanta facilidad en casa ajena —dijo el muchacho acercándose al sillón.

—Creo que debe resultarle fácil ya que en su casa debe de ser difícil conciliar el sueño con tantas personas —dijo la rubia intentando no sonar tan nerviosa como se sentía.

¿Jugamos a casarnos? (JASN Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora