» NUEVE

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Al abrir mis ojos, lo primero que visualizo es el rostro de Scott Summers.

— Hola —saludo, él une sus cejas. Eso hace cuando no comprende algo o cuando algo le molesta.

— ¿Hola? ¿Enserio? —la voz de Scott suena molesta, pero el hecho de que la module, significa que mi padre no ha venido aquí.

Todavía.

Ladeo la cabeza a la derecha, en la dirección de la ventana, el cielo aún está oscuro, lo que me indica que el desmayo que he sufrido no ha sido muy duradero.

— ¡Natalie! —Scott me llama y vuelvo la cabeza en su dirección— ¿Qué es lo que te está sucediendo?

Scott se hace a un lado, dejándome un espacio considerable para que pueda sentarme en la cama. Así lo hago, recargando mi espalda en el respaldo de la misma. Él está completamente enfocado en mí y por primera vez me molesta eso. No quiero contarle nada.

Aun.

No es por falta de confianza, sino porque ni yo misma sé lo que me está pasando.

— Nada Scott, tranquilo —lo veo apretar la mandíbula, no se ha creído lo que dije; y no lo culpo. Yo tampoco me creo eso.

— ¿Desmayarte en dos ocasiones no es nada para ti? —Scott ríe sarcásticamente— Y ¿Qué me dices de Peter? ¿Quién es él?

Mis ojos se abren de más al escuchar el nombre del velocista.

— No sé de quién...

— ¡Dímelo!

— ¡No lo sé! Y te digo la verdad, allá tú si no me crees.

Me cruzo de brazos y doblo las piernas, haciendo que las rodillas queden a la altura de mi pecho. Scott se aparta de mí, dirigiéndose a la ventana, observando el vecindario. Ya no lleva su traje de pelea, lo ha remplazado con un pantalón gris y una camisa blanca en cuello v, sus pies están descalzos. Supongo que se ha cambiado mientras yo estuve inconsciente.

Es gracioso como sus lentes, le arruinan el atuendo, de cierta forma. Ya que, a él le es difícil que algo le quede mal. La maleta negra que ha traído se encuentra en los sillones junto a la ventana.

Por un momento, estuve tentada a ponerme de pie e ir con él, pero me contuve.

— Antes solías contarme todo, Nat —susurró él, aun viendo el vecindario.

Niego agachando la cabeza, a la par que sonrío forzadamente.

No puede reclamarme nada.

No tiene derecho.

— Lo mismo digo, Scott —él regresa a verme.

— ¿Qué ha cambiado? —pregunta, me encojo de hombros.

Él camina hasta la cama, le desvío la mirada y en segundos, siento el hundimiento del colchón debido a que él se ha sentado en la orilla. Su mano busca mi barbilla, la evito. Él entiende mi negatoria y baja la mano, colocándola en mi rodilla derecha.

Respiro hondo. Forzándome a mantenerme quieta.

Su mano se desliza desde mi rodilla, hasta mi pie con delicadeza, paso saliva con dificultad por el tacto y aunque quiero decirle que no haga eso, las palabras no salen de mi boca. Lo escucho suspirar.

Solo cuéntale lo que sabes.

— No conozco a Peter —digo con voz apenas audible, Scott vuelve el rostro hacia mí— y lo que digo es verdad.

TOGETHER » SCOTT SUMMERS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora