#82

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El ruido de las sirenas resuena en mis oídos, aún cuando ya han pasado varios segundos desde que se alejaron, con un Harry inconsciente en uno de los móviles. "Aléjese señorita, por favor" fueron las palabras exactas que uno de ellos utilizo como excusa para empujarme varios metros de la camilla. La camilla donde Harry estaba, ensangrentado y con una máscara de oxigeno que le cubría la mitad de la cara.

Me seco las lagrimas con el dorso de la mano apenas logro salir del transe en el que me encontraba; necesito tomar un taxi rápido para llegar al hospital. Me subo a la acera (las miradas de los presentes fijas sobre mi) y al primer coche amarillo que pasa le hago una débil seña que parece ser suficiente para que frene junto a mi.
Le pido al taxista (el cual no es indiferente y se percata de mis lágrimas) que siga a la ambulancia que hace tanto ruido por la avenida.

Tardamos aproximadamente siete eternos minutos en llegar y apenas el taxista pisa el freno le tiro cincuenta dolares sobre el asiento contiguo, ignorando el hecho de que tenga que recibir mi vuelto.

Justo en ese instante sacan a Harry de la camioneta y se meten por la puerta de emergencias. Es solo un segundo en el que puedo ver su cuerpo inherte y aquella mancha espeluznante de sangre que parte desde su frente, pero aquel segundo alcanza para alertarme aún mas.

¡Lo he matado! estoy repitiendo una y otra vez en mi cabeza. Tecnicamente no fui quien lo atropelló, pero si la razón. No deberíamos haber estado peleando en la mitad de la calle como seres humanos inconscientes.

Doy un largo respiro antes de ingresar a las corridas por la misma puerta que los medicos.

-No puede entrar a esta sala-me advierte una enferma cuando intento transpasar la puerta en que lo metieron. Observo por encima de su hombro y presencio como recibe electrochoques, su cuerpo elevándose con cada uno.

Me tapo la boca con las manos y me siento en uno de los asientos mas cercanos, por si las dudas aparezca algún médico que pueda decirme como está.

Pasados unos cuarenta minutos Mara aparece en el lugar, gritando desesperadamente que quiere ver cuanto antes al rizado. Sin embargo, le dicen lo mismo que me dijeron a mi durante todo este maldito tiempo (que debo permanecer sentada mientras ellos se ocupan de todo) y la dejan sola. Sus ojos se dirigen a los mios instintivamente, aunque no parece estar sorprendida cuando se percata de quien soy. Yo, en su situación estaría preguntándome, ¿que hace esta zorra aquí? pero ella solo permanece callada y toma un lugar cerca mio, pero tampoco tanto.

-¿Hace mucho que lo ingresaron?-pregunta. Tiene los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra la pared.

-Yo eh...si, una hora aproximadamente-respondo, sorprendida porque además se digne en dirigirme la palabra.

-¿Mencionaron algo sobre beber café?

-Eeh no-frunzo el ceño, ¿beber café?

-Entonces no es tan grave-suspira.

-¿Cómo...cómo lo sabes?

-Estoy acostumbrada a los malos ratos en los hospitales y cuando los médicos te dicen que te despejes un rato o vayas a por un café caliente, es porque las cosas no están yendo demasiado bien.

Asiento con la cabeza.

-Ah-solo digo, aunque no se si confiarme en eso o no-. ¿Mara?-hace un ruido mudo sin despegar los labios a modo de respuesta-, ¿no vas a...?

-¿Preguntarte que estás haciendo aquí? Ya sé la respuesta.

Por fin abre los ojos para encontrarse con mi expresión atónita.

KeeperWhere stories live. Discover now