Capitulo #44

116K 6.2K 1.8K
                                    

Las lágrimas luchaban por salir, pero no quería. El no quería. Siempre había logrado evadirlas y no hacerlas regresar, pero esta vez... Esta vez esa caprichosa gota cargada de tristeza y soledad se escurría por su ojo izquierdo, incitando a las demás a huir. El cerró los ojos con fuerza...pero dicen que a veces, ni el más fuerte escapa del dolor.


Harry's POV.

El sentimiento agrio está presente cuando despierto esta mañana, apenas abro los ojos, como si quisiera recordarme aquello que aborrezco. La espalda me cruje apenas realizo el primer movimiento; dormir observando al techo NO es la mejor posición. Observo por la pequeña ventana que hay justo a mi cama: Las nubes encapotan al cielo y son una premonición de una posible lluvia. El simple hecho de pensar en un chaparrón en un día como hoy me frustra, pero me deprime más aun, pues los cementerios se vuelven más melancólicos con la niebla y el césped verde, mas húmedo.

Se ha establecido hace muchísimos años-vaya a saber por quién- que es una cuestión de respeto el llevar ropa negra a ese tipo de visitas, pero, puesto que mi cabeza está ocupada en otras cosas, dejo pasar el detalle cuando me calzo unos jeans azules junto con una sudadera gris Nike. Después de todo, no es que alguien vaya a notarlo.

Cuando ingreso a la cocina a paso lento, encuentro a Penny, simplemente sentada en la mesa con una taza de té. Ella lleva característico pijama color piel, con las pantuflas blancas manchadas. No dice nada cuando paso a su lado para acercarme a la alacena.

-Buenos días, abuela-me atrevo a decir, solo para animar un poco el ambiente. El termo con café quema cuando lo tomo para servirme una taza, por lo que no tardo ni dos segundos en soltarlo.

-Hola, Harry-contesta, esbozando una pequeña sonrisa que no le llega a los ojos. Sus manos mueven la cuchara dentro de la taza, en un acto que me recuerda a un niño cuando no quiere comer lo que tiene en frente.

Al escanear una vez más su atiendo, estoy a punto de abrir la boca para preguntar sobre porque no está lista para salir, pero entonces recuerdo la tradición en mi familia sobre realizar las visitas por separado, como para que cada uno tenga su momento a solas.

Ahora soy yo, después del almuerzo seguro ira la abuela y Malboro... nunca se sabe si ira o hará como algunos años, en los que prefiere quedarse en casa a ahogar sus penas con una pizza de doble queso.

Termino el amargo café de a poco, con la lengua medio quemada y el cuerpo acalorado por tanto calor acumulado. Después lavo la taza, la cuchara y antes de partir, cojo un paraguas del perchero de la entrada. El camino hacia West Wales se vuelve más lento a medida que me adentro en la autopista principal: el tráfico matutino se vuelve denso y las bocinas de cada auto que porta a conductores apurados me taladran los oídos. Lo único bueno de todo este día es que me dieron el día de entrenamiento libre, por lo que no tengo que preocuparme del tiempo, puedo ir y volver noventa veces al cementerio y aun así no recibiré una falta o queja de un profesor.

No es algo que desee, pero cuando me encuentro enredado en el tráfico general, mis pensamientos regresan hacia Skylar. Quisiera pensar en lo que de verdad importa, eso que sucede hoy, pero es como si mi mente se empeña en hacerme sentir mal.

Últimamente, todo lo referido a ella termino en peleas y llantos, como la última vez, en la que quise explicarle que Donna había sido quien metió droga en mi café matutino, pero acabamos terminando la relación para siempre, sin siquiera tocar el tema que en realidad importaba. La situación horrible que viví con Donna no la olvidare nunca.

Ella entraba cargando con el café, mientras una enorme sonrisa se extendía por su pequeño rostro. Sus ojos fijos en el café, no reparaba en que la persona que tenía a un par de metros había descubierto su oscuro secreto.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora