Capitulo #37

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Siento como si el mundo a mi alrededor se paralizara cuando acerco dos dedos a su cuello y descubro que no hay palpitaciones, no hay pulso.
-No esta respirando.
Malboro, que ya de por si se encontraba cerca, abre los ojos como platos al escuchar aquellas palabras. Salta por encima del elastico y entra al ring para arrodillarse junto a su inconsciente hijo. Su temblorosa mano agarra la del otro en un intento de medirle el pulso; se que no es cuestión de confianza hacia mi, sino una cuestión de creer que tu hijo esta por morir. En efecto, cuando descubre que estaba en lo cierto, lo descubro con los ojos empañados en lágrimas y el cuerpo tiritante.
Es inevitable sentir bronca hacia sus actitudes; le ha estado echando mierda todo el tiempo y ahora no hace mas que lloriquear.
-Una ambulancia-se vuelve hacia el presentador que se quedo congelado en su lugar-¡Llama a una puta ambulancia, imbécil!
Los gritos desesperados de este son suficientes para sacar de su asombro al otro y ponerlo en marcha. En cuanto las personas mas cercanas al ring escuchan la palabra ambulancia, rompen en gritos que se propagan por todo el gimnasio, gritos que informan a cada uno de los presentes sobre lo ocurrido. En cuestión de segundos, no hay persona que no este corriendo hacia la salida, como si se encontraran en medio de un peligroso ataque terrorista. Localizo a Lena junto a la puerta, apretada contra una pared y luego a Zeeke enredado entre la gente, justo al ojo del tornado.
-¿Porque no estas escapando como todos ellos?-pregunta el hombre que tengo al lado, con un atisbo de recelo en la voz, en los gestos de su apergaminada cara.
Niego con la cabeza, sin tener una respuesta exacta para darle. No creo que sea el momento justo para contarle todo.
Justo en ese momento aparece Donna, con la cara contorcionada por el miedo. Salta por encima del elástico con sus cortas y delgadas piernas y se agacha a mi lado, sin dejar de observar a Harry.
-Oh por dios, ¡¿Que demonios paso aquí?!-sus manos temblorosas viajan hasta el pecho desnudo de Harry y comienzan a acariciar-¿Porque no respira?
Ni Malboro ni yo abrimos la boca para contestarle, solo... nos quedamos donde estamos, sin saber que hacer acontinuacion. El ruido metálico de la camilla hospitalaria ingresando por la puerta del gimnasio me saca de mi ensimismamiento.
Ingresando por esa puerta; la puerta que atravese el día que conocí a Harry, la puerta que me llevo hasta el...ahora no es mas que una abertura que me trae ganas de llorar. Sin embargo, cuando siento que las lágrimas que aproximan a mis ojos con un extraño picor en la nariz, me aseguro de frotarme con fuerza las ojos para no permitirlas salir.
La única manera de asegurarme de que todo estará bien, es creyendo en ello. Una vez me dijeron que la fe juega un papel importante en aquellas situaciones que nos abruman.
Nunca creí en eso, hasta que la persona que amo quedo inconsciente y lo único que me queda por hacer es tenerla.
Dos médicos levantan a Harry, uno por las piernas y otro por la cabeza y lo acomodan sobre la camilla. Cuando están listos para irse, me pregunto como pasaran a través del elástico con toda esa instrumentación, pero para ellos resulta pan comido, ya que no tardan mas de cinco segundos en llegar a la puerta de entrada. Sigo a Donna y a Malboro por detrás, ya que lo mas seguro sea que estén yendo hacia el hospital. Los sigo, hasta que llegan al auto del padre y comienzan a abrir las puertas con rapidez.
-Hum, ¿creen que podrían llevarme hasta el hospital?-me quedo parada, justo frente a ambos. Sus acciones quedan congeladas por un segundo para intercambiar miradas.
-Sube-Donna asiente, tras el consentimiento de Malboro. Me acomodo en el asiento trasero, intentando ignorar la soledad que me sucumbe al verme tan sola sobre estos helados asientos de cuero.
Quiero imaginar a Harry sentado en este auto, con la cabeza vuelta hacia la ventanilla y su atención puesta en sus pensamiento internos.
Pero no puedo. No se si sea debido a que Malboro es tan duro con el que no lo visualizo compartiendo auto con su hijo o por el simple hecho de que Harry tiene su propio auto y no se gastaría en viajar junto a su padre. Cualquier opción es posible.
El hospital Sant James queda por lo menos a quince minutos del instituto y ellos no intercambian una sola palabra durante el viaje; ni siquiera se fijan en mi. Me dedico a observar a los arboles correr entre un paisaje de casas y edificios que resultan borrosos, dado que el conductor claramente supera los ochenta kilometros por hora en avenida.
Rezo porque no aparezca una patrulla de policía en cualquier momento.
Siento que un torrente de nervios se remueve por todo mi cuerpo cuando entramos por el estacionamiento del hospital y estacionamos lo mas cerca posible a una entrada. Malboro es el primero en ingresar, seguido por mi y a la cola del grupo, Donna. El primero camina dando pasos fuertes contra el piso de granito, a una velocidad que me deja sin aliento. Un medico que lee un papel de toda una pila aparece en el pasillo y por supuesto, nadie tarda en lanzarse sobre el para obtener respuestas.
-Mi hijo fue traído con ambulancia hasta este hospital-sus manos se aferran con bronca al delantal del medico, que se sobresalta enseguida-. Digame donde esta.
-Se-señor.-el hombre de cabello cano tartamudea, insistiendo con las manos en liberarse del agarre del otro. Algunos papeles caen al piso y como no puedo evitarlo, me apresuro a levantarlos -Yo solo soy de radiología, necesita calmarse e ir a la secretaria.
-Vamos, sueltalo Bore-participa Donna, agarrando al otro por el hombro en un gesto tranquilizante -. Ya lo escuchaste.
"Bore " libera al radiologo poco a poco, como si le costara no encajarle una piña en cualquier momento. Mientras prácticamente corremos por el pasillo guiandonos por los carteles pegados en las paredes, tengo el recuerdo sobre el día en que estuve aquí por el inconveniente con Kyle Stanford, una de las cientas de víctimas de un enfadado Harry. Recuerdo que por ese entonces, el me salvaba en cada situación de aprieto en la que me encontrara, pero después se negaba a aceptar que sentía algo por mi, era tan frustrante...
También llevo grabado en la memoria todas y cada una de mis acciones impulsivas que me llevaron a tomar decisiones tanto buenas como malas. Siento esa parte de mi tan escondida ahora...de tan solo pensar en ello siento vergüenza, aunque se que es parte de mi actitud y nunca lo podre cambiar.
Un cartel azul nos anticipa nuestra llegada a la secretaria general y en efecto, mientras mas nos acercamos, mas gente en espera encontramos: personas sentadas, paradas, en sillas de ruedas y hasta en camillas. La fila de consultas no tendría esperando por lo menos veinte minutos hasta ser finalmente atendidos, pero como es Malboro y no un hombre civilizado del que se habla...
-Mi hijo fue transportado en ambulancia a este hospital-se apoya sobre la alta mesada que separa a la secretaria de el, apartando a la persona que estaba siendo atendida- ¿Ha llegado alguna ambulancia ya?
-Señor, tiene que respetar la fila -la secretaria de labios rojos le informa. Sin embargo, el otro no mueve ni un musculo y este es motivo suficiente para que la mujer comience a buscar con la mirada al guardia de seguridad, aunque sin éxito, dado que la habitación esta plagada de personas.
-No voy a irme a ninguna parte hasta que usted conteste-exige.
Sin embargo, no hay que esperar ni un minuto mas, pues la camilla que lleva a Harry entra por una puerta a la velocidad de un rayo. Automáticamente el padre se da media vuelta, para luego comenzar a correr hasta los médicos que llevan a Harry. Desde la distancia, lo único que veo-y con dificultad, gracias a las cabezas que se interponen- es la forma en que la boca de Malboro se mueve en exigencias hacia los médicos, que no paran de repetir que la gente haga un espacio para liberar el camino hacia la sala de emergencias. Cuando giro la cabeza a todos mis alrededores, descubro que Donna ha desaparecido de mi lado. Estoy sola.
Me guío por el barro que las ruedas de la camilla dejaron sobre el blanquisimo piso, en un rastro perfecto para llegar a donde quiero. Tengo que caminar por almenos cinco corredores hasta toparme con un cartel que reza 'Zona restringida. Por favor, ingresar con autorización'. El jodido problema es que no llevo un papel que me permita traspasar esas puertas.
Gracias a Dios puedo ser impulsiva.
El ambiente dentro de esa zona huele a alcohol en gel y algodón, una combinación tan extraña pero a la que logro adaptarme. Intento circular casi pegada a las paredes, pues la idea es pasar desapercibida cuando un doctor camine por este pasillo. El rastro de barro se reanuda a la mitad del pasillo y me dirige hacia otro, solo que este es mucho mas estrecho y cuenta con puertas que tienen ventanitas polarizadas que no me permiten espiar el interior.
Tengo que frenar cuando el rastro se pierde dentro de una de esas puertas; Harry debe de estar ahí dentro. La voz ronca de Malboro por detrás de mi me obliga a voltearme, esta discutiendo con una enfermera, pero al verme allí parada, ambos quedan en silencio.
-¿Viene con usted, señor Styles? -la chica menuda pregunta. Lleva una libreta apretada sobre sus enormes pechos.
Malboro vacila unos instantes antes de mirarla y contestar.
-Si, es...su prima, esta conmigo.
Siento como el pecho se me desinfla al escuchar esas palabras; si el no hubiera mentido, ahora estarían sacandome del hospital a rastras. Apenas la enfermera desaparece por el final del pasillo, asiento con la cabeza en señal de agradecimiento, pero el pasa por mi lado para sentarse.
-¿Porque estas haciendo esto por mi?-pregunto, luego de varios minutos de silencio. No un silencio incomodo, sino uno que es bien utilizado para pensar con tranquilidad-. Podrías haber dicho que no y estaría yendome.
-Porque no soy estúpido-suelta una carcajada sarcastica. Todo su cuerpo se yergue sobre la silla provocando un rechinido por parte de esta. Sus brazos se cruzan y en ese instante, nuestras miradas se encuentran-. Estabas en la pelea cuando cayó, en el aparcamiento cuando salimos y estas aquí, ahora, ¿Que crees que pienso que eres? ¿Un papparazzi? No soy ciego.
No tengo palabras para responder, es obvio que descubrió mi rol en todo esto, pero no estoy lista para charlar sobre mi "relación" con Harry, si así puedo llamarle a lo que tenemos.
El reloj pasa en cámara lenta durante las próximas tres horas y media, hasta que un milagroso medico se acerca a nosotros, con la misma libreta que cargaba la enfermera de hace rato.
-¿Familiares de Styles, Harry? -sus ojos bajan a la libreta y vuelven a subirse para comprobar que esta en lo correcto. Doy gracias en mi cabeza a Malboro por seguir encubriendome -. Tengo el diagnostico.
-¿Como esta, doctor?-este se para de su silla para quedar frente a frente con el medico. Sus ojos mas ansiosos que nunca.
-El esta bien...ahora-repone, poniendo énfasis en la última palabra. Pega la libreta entre su costado y su brazo para poder entrelazar las manos sobre su prominente barriga-. Pero no lo estaba antes.
Doy un largo suspiro al escuchar las palabras que tanto ansiaba de escuchar. Solo Dios sabe cuanto he esperado por averiguar que al final de todo, Harry esta bien. Me apoyo contra la pared mas cercana, pensando en la suerte que hemos tenido. Sin embargo, Malboro parece tensarse aun mas al escuchar las palabras del medico.
-Expliquese -exige. Hoy se encuentra tan exigente...primero con Harry en la pelea y después con cada medico de este hospital que se le haya cruzado.
-¿Su hijo tiene antecedentes de droga en su sistema?-esa simple palabra...droga, logra erizar cada vello de mi brazo. ¿El acaba de decir que todo estaba bien y ahora Harry es drogadicto? Debería repasar su concepto de 'bien'.
-Antecedentes de...¡¿De que habla?!-el mismo gesto realizado con el radiologo horas atrás se repite, solo que esta vez, el cuerpo del medico se eleva unos centímetros por encima del piso. Y otra vez, soy yo la que recoge los papeles del suelo.
-Ba-bajeme y podre explicarle -ruega, con la poca voz que le queda; las manos del hombre están muy apretadas sobre el cuello de su delantal, por lo que su garganta comienza a apartarse. Malboro,-y gracias a Dios - lo suelta en seco y el otro casi cae de bruces al suelo, pero este mismo lo agarra rápidamente y lo pone en pie.
-Ahora hable.
-Hemos llevado unas tomas de sangre de su hijo al la-laboratorio-comienza a toser y es entonces cuando me pregunto si "Bore " no se habrá excedido en su intento de imperatividad-. Se detecto algo de cocaína en su sistema...una cantidad...grande.
-Mierda-Malboro se lleva las manos al cabello para comenzar a tirar. Ya entiendo de donde heredó el gesto su hijo-. Mierda, mierda, mierda.
Podría adelantarme y consolarlo, decirle que todo estará bien, pero la verdad es que no puedo afirmar eso con seguridad.
¿Estará todo bien? O...¿ahora tendré que lidiar con un Harry drogadicto? Pienso en la primera visita de el a mi casa y conociendo a mis educados padres, seria algo como, ¿Mama,papa, el es Harry mi novio y un drogadicto a la cocaína? Ante el mero pensamiento me entran nauseas y tengo que intentar bloquearlo de mi cabeza para no hacerlo.
-De eso hablaremos mas tarde, lo importante ahora es que el paciente esta despierto y a salvo-informa y se da media vuelta para marcharse.
-Espere-Malboro lo frena-¿Cuando recibirá el alta?
-En realidad, pensaba darsela hoy mismo, si le parece. Solo tiene un corte sobre la ceja y una leve contucion en la cabeza, pero que es manejable.
Asiente y el medico se va. La sola idea de que Harry reciba el alta hoy misma me entusiasma, ya que es una clara señal de que esta fuera de peligro.
Me siento en una de esas incomodisimas sillas típicas de hospital para esperar al próximo medico que esta vez seguramente nos dejara visitarle en su habitación. Intento pasar el rato jugando con mi móvil, pero la verdad es que Angry Birds jamas me resulto entretenido. Entonces recuerdo que estoy en un hospital con la familia de una persona herida y nisiquiera fui capaz de textear a Beth para tenerla al tanto y que no se preocupe como usualmente suele hacerlo. De hecho, nunca me ocupo de tranquilizarla y al final esta hecha una furia cuando llego a casa a altas horas.
Para: Beth.
Estoy en el hospital acompañando a un amigo. Deja la cena en el microondas. Sky x.
Vacilo un instante antes de escribir la palabra 'amigo', pero al final decido que sera mejor contarle sobre Harry en una mejor situación y no por un simple mensaje de texto. Guardo el celular en el bolsillo grande de mi sudadera y cierro los ojos; no quiero dormir, solo descansar la vista un rato, pues estas luces de techo tan blancas me están cegando. Cuando abro los ojos, Malboro esta frente a mi y el mismo medico de hace rato esta plantado por detrás de el.
Me froto los lagañosos ojos rápidamente antes de preguntar:
-¿Ya se puede ingresar?-mis palabras mezcladas entre un bostezo. Me estiro sobre el asiento, sintiendo como cada hueso de mi columna cruje.
-Si -responde Malboro. El cuello también me cruje cuando lo muevo a izquierda y derecha. Maldigo en silencio a los diseñadores industriales de estas inservibles sillas.
Nos encaminamos hacia la habitación de Harry, pasando entre corredores y mas corredores iguales de blancos. El detalle me recuerda al día en que visite a Kyle y tuve que atravesar por estos mismos pasillos. Que día... siento que paso mas de un año desde aquel día, cuando solo fue un mes, aunque me sorprende pensar en cuanto pueden cambiar las cosas en treinta días.
"Para que la recuperación sea mas rápida" se nos pide a Malboro y a mi de hacer una sola visita conjunta y breve, donde solo digamos un par de palabras y ya. La idea de tener que hablarle a Harry con ese hombre diabólico escuchando me molesta e intimida, pero cuando no se tiene otra opción...
La habitación en la que se encuentra es prácticamente igual a la de Kyle, solo que esta no tiene una televisión en la pared ni un armario a la entrada. Además, las dimensiones son mucho mas chicas.
«Lo que hace el dinero...».
Cuando ingreso a la cabecera y me encuentro frente a un Harry magullado pero con vida, veo que por su cara se extiende una pequeña sonrisa sincera, pero apenas los pasos de su padre resuenan por detrás de mi y este se se planta a mi lado, la sonrisa se sustituye por una finea línea que delata terror; la piel se le aclara tres tonos y los labios pierden todo color.
-Me alegra que estés bien, hijo-este dice, de brazos cruzados. Una sonrisa que enseña sus amarillentos dientes se dibuja en su cara, pero no logro tragarmela.
Si, su gran padre ha venido al hospital a acompañar a su hijo en las malas, su gran padre se muestra tan "preocupado" por su supuesta adicción y si, esta aquí ahora, pero eso no lo convierte en un padre ejemplar. Para empezar, el fue quien le sobre-exige que gane cada pelea sobre su salud, probablemente, si el no estuviera gritandole barbaridades sobre el ring, Harry estaría un poquito mejor.
El-y con mucha razón- no contesta al halago de su padre y permanece callado durante la mayor parte de la visita; se entretiene cortando hilos de su sabana u observando a las moscas volar, pero en ningún momento se percata de que yo estoy aquí, o almenos no parece importarle.
-Tu decides si quieres el alta hoy o prefieres pasar una noche mas aquí-le comento, cuando se que la visita esta llegando a su fin. Hablar con el directamente me resulta extraño después de haber estado peleados, pero cuando este tipo de cosas pasan, los conflictos deben enterrarse por un rato y debes concentrarte en lo mas importante.
-Creo que es mejor que me quede por esta noche-sus palabras van dirigidas a mi pero sus ojos permanecen fijos en cualquier otra parte.
Cinco minutos después estoy saliendo de la habitación y diez minutos mas tarde, transpasando la puerta principal del hospital. Palpo sobre mis bolsillos para detectar el bulto de las llaves del auto, cuando recuerdo que fue Malboro quien me trajo. Le hago señas al primer taxi que pasa, sin siquiera plantearme de pedirle al otro que me alcance hasta mi casa. Durante el viaje solo pienso en los sucesos ocurridos en el día, repitiendo en mi cabeza una y otra vez el momento en que Harry cayo tan derrotado. Por el momento pensaba que era a causa de un excesivo cansancio por parte de este, pero ahora se que el estaba drogado en la pelea.

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