Ocho.

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#MaeDay

Capítulo ocho: ¿Y Derek?

—La señora y señor Collins están aquí para conocerlos. Así que mejor no digo más y dejo que hablen ellos.

—Gracias, Chef —sonrió la señora y empezó a mirar todo el lugar— ¿les parece si nos sentamos y nos atienden como a dos comensales más? Luego estaremos llamando a cada uno para hablar con ustedes. Lo más importante en la empresa es mantener una buena comunicación con nuestros empleados. Así que vamos.

Dicho esto caminó junto a su esposo, agarrados de la mano y sonreí.

¿Habrían sido novios desde jóvenes?

—Te salvaste —habló Mike mirándome, yo giré a verlo y sonreí.

—Si no fuera por mi carismático compañero no hubiera llegado a la hora.

—¿Tu chico malo de la moto se convirtió en un maniquí del taxi?

—Cállate —reí caminando hacia el software y tomé la carta para entregársela a los Collins, pero la mesera nueva me detuvo.

—Yo iré— habló y se fue sin dejarme contestar, oh no —Buenas tardes, bienvenidos a Eterneco, esta es la carta del día de hoy. Esperamos que sea de su agrado, los dejaré decidir y volveré en cuanto me llamen —ellos asintieron tomando las cartas y yo me acerqué hacia donde estaba Joseph.

—¿Qué pasa?

—La nueva se cree una sabelotodo y los ha dejado con la carta para que decidan.

—¿Qué? ¿Cómo se le ocurre?

—Listo —dijo la chica dándome la carta sobrante algo tosca en el estómago.

—Eh, primero... Ouch. Segundo, eres inútil —bufé luego de decírselo y me acerqué rápidamente hacia ellos— lamento lo anterior, mi compañera acaba de llegar y está acostumbrándose. ¿Eligieron ya qué pedir o puedo sugerirles algo?

—Me gustaría sorprenderme —asintió el señor dándome la carta sonriente.

—Sí, a mí también. Me agradan las sorpresas culinarias.

—¿Hacen ceviche aquí? —preguntó el dueño, yo giré hacia donde estaban mis compañeros— me parece que no, pero se puede arreglar.

—Nate, no la compliques —dijo su esposa— está haciendo su trabajo, no es necesario que...

—Si me permite, señora. Puedo arreglarlo, no se preocupe, hablaré con Chef O'Neill —sonreí, ella me miró y asintió.

—Está bien, chispita, si puede arreglarlo no vamos a parar su deseo de ayudar.

—Dios, parece que estuvieras embarazado, todo se te antoja.

—Eh, voy a... —señalé la cocina y ellos asintieron.

Vale, eran raros pero graciosos.

Felizmente uno de los cocineros sabía preparar el ceviche, así que le dije al Chef que debía hacer algo para sorprenderlos.

Los dueños no iban mucho al hotel, había que darle una buena impresión.

Así salvábamos su estómago y nuestra permanencia en el trabajo.

Petite²! —Me llamó el Chef—. Ya están listos los platos— Mannequin³! —llamó a Joseph.

—Sí, Chef —lo miró.

—Mae va a dejar la comida y vas a ofrecerle esta reserva de vino, ¿bien?

—Sí, Chef.

—Allez⁴!

EternecoWhere stories live. Discover now