13. Eres toda una caja de sorpresas, Elizabeth.

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Desde que habían salido de la enorme casa, Andrew no había volteado en ningún momento para verificar si la chica le seguía, cosa que le molestó a Elizabeth, quien estaba total y absolutamente convencida de que la actitud del hombre denotaba superioridad hacía todo y todos.

No obstante se obligó a ignorar eso.

Un flamante Range Rover se encontró en su campo de visión. No estaba allí cuando había llegado a la casa. Sin lugar a dudas era precioso.

Andrew desactivó la alarma y se subió al auto.

¿Qué esperabas, idiota? -pensó irónica-. ¿Esperabas que te abriera la puerta cual caballero?

Negó con la cabeza mientras llegaba al auto. Debía apurarse o él tocaría la bocina desesperado. Haló la puerta para abrirla pero ésta no cedió. ¡Trágame, señor Cronos!

Volvió a intentarlo pero era imposible. O la puerta estaba jugándole la peor de las bromas o claramente necesitaba hacer ejercicio, incluía pesas a la lista.

Quería morirse ahí mismo. La sangre subió y se estancó en sus pálidas mejillas al instante. Mierda, mierda.

Andrew, agotado y a un milisegundo de perder totalmente los nervios, salió del auto.

Elizabeth no lo notó hasta qué sintió un cuerpo detrás de ella. Vergüenza era poco.

El hombre estiró el brazo, aún detrás de la chica, y abrió la puerta.

Beth de un auto reflejo se echó hacía atrás pues la puerta, de lo contrario, impactaría con su nariz. Al hacerlo chocó con el duro cuerpo de Andrew. Su aroma a hombre la embriagó de golpe. Olía demasiado bien. Podía sentir su pausada respiración sobre su coronilla, enviándole punzadas eléctricas a todo su cuerpo.

A él, por su parte, le encantó la sensación del cuerpo de la morena tan cerca del suyo. Notó que Elizabeth olía a vainilla y a canela. ¿Y qué decir de su cuerpo? Disfrutó del espectáculo de su culo cómo si la vida se le fuese en ello. Le encantaba todo lo que tenía tetas y un buen culo, y aún así era gay. Irónico ¿no?

El contacto duró poco, pero lo suficiente para que Elizabeth tuviera una historia para contarle a los nietos de Katie.

Beth no se permitió ningún sentimiento de emoción. El señor Andrew lo había hecho únicamente por lástima. Él debía pensar que era una total y completa inútil. Aún así reunió toda la valentía que encontró y se subió al auto.

Andrew cerró la puerta del copiloto y se subió al auto poniéndolo en marcha.

Con voz monótona, Elizabeth le pasó su dirección. Andrew solo asintió.

El silencio era demasiado incómodo. El hombre de gélida mirada pareció notarlo y encendió el reproductor de música.

Una melodía bastante familiar a los oídos de la chica empezó a sonar.

La canción hablaba de soledad, decepción, y sobre perder totalmente la religión y la fe. Elizabeth se sabía toda la letra de la canción. Su madre amaba ése grupo y en especial el tema Losing my religion que estaba sonando ahora. Era una tradición escuchar ésa canción los días de limpieza, era cómo un himno.

Sin poder evitarlo tarareó la canción. Cuándo se dió cuenta de su error ya era demasiado tarde. Andrew la había escuchado.

Oh dioses de las niñeras con complejo de Beyonce, ¡piedad!

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2015 ⏰

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