Periodo I: Un gran viaje

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 Periodo I: Un gran viaje

Las astillas de los huesos quebrados estaban pegadas a mi piel por el sudor que había emanado de mi cuerpo. Sentado en el camino aún me quedaban unas cuantas espadas que recolectar, pero tenía tiempo de sobra y un descanso siempre es necesario para el guerrero.

Había encontrado un sitio adecuado para cumplir la misión, donde de vez en cuando un solitario cadáver aparecía y podía enfrentarlo uno a uno, sin temor a que las fuerzas enemigas se multiplicaran con nuevos individuos que estuvieran cerca. Era un lugar próximo a las ruinas de Agony, junto a la salida norte de los escombros de la ciudad.

Como no pude entrar por la puerta principal, pensé en hacer un rodeo, observando desde lejos, buscando una estrategia con la que cumplir mi objetivo sin perder la vida en el intento. Fue una tarea lenta y concisa. Finalmente encontré el sitio idóneo, aunque tuve que circundar la ciudad por un camino bastante alejado, subiendo por Neutral Zone para llegar por la retaguardia, bajando desde Spider Nest. Un camino agotador y aburrido, pero mucho más seguro que atravesar los restos de Agony.

Allí, un poco al oeste de la entrada, había una pendiente despejada sin mucha maleza, solo con un par de árboles, donde unos zombies compartían zona con unos preciosos y esqueléticos amigos que portaban las espadas ideales que yo necesitaba.

Tomando una bocanada de aire y asintiendo para mi, me incorporé. Desenfundé mi hoja he hice acopio de energía para volver al trabajo.

Mi acero golpeó con fuerza el omóplato de uno de ellos, rompiéndolo en varios pedazos junto a alguna de sus costillas traseras. De esa forma le podía inutilizar el brazo con el que portaba el arma, dejándolo indefenso de un solo golpe. Claro que para ello debía acercarme con sumo sigilo, tratando de pasar inadvertido hasta que fuera demasiado tarde. Tiré con fuerza para desenganchar de entre los huesos mi espada, y de nuevo, desde arriba, dejando caer el brazo con fuerza quebré algunos más mientras el no muerto se daba la vuelta. Gracias a ese movimiento descargué este segundo golpe contra su hombro y clavícula, en paralelo, consiguiendo que su brazo se desprendiera por completo del cuerpo. Retrocedí unos pasos defendiéndome con el escudo. Tomar resuello era importante, blandir mi hoja requería mucha fuerza. Mientras, el monstruo, me atacaba a patadas, manotazos y bocados con desesperación, pero sin ponerme en mayores apuros.

Empujé con mi defensa y ataque con mi cuchilla, un ataque horizontal a media altura para encajar el filo del arma entre sus costillas y destrozar el espinazo del cadáver. Ese golpe necesitaba un gran impacto, y muchas veces quedaba atorado entre sus vertebras teniendo que reimpulsar sin espacio el acero varias veces hasta que el muerto caía entre irrefrenables ataques con mi arma aún atorada a él.

Estaba anocheciendo, y aún me quedaban unas cuantas horas antes de terminar, y para pasar el tiempo más rápido me puse a rememorar el viaje que había echo unos días atrás con el elfo oscuro Sparto.

***

Habíamos salido cuando ya era noche cerrada, con ganas de recorrer el mundo, ver nuevas zonas, conocer nuevos enemigos y en definitiva, pasar un rato agradable en la compañía de un amigo. Estuvimos jugándonos la vida por Despair, por Cruma Marshall mirando desde lejos los insectos gigantes. Rendimos nuestros respetos en Altar of Rites, y llegamos hasta Orc Barracas, el punto más occidental del continente. Sabíamos que aquellos pequeños e incivilizados orcos eran peligrosos, pero nosotros eramos dos, y encontramos a uno separado del grupo... Así que tentamos a la suerte. Lógicamente momentos después corríamos despavoridos cada uno por un lado. Como yo era el guerrero, había golpeado primero para aguantar los envites cuerpo a cuerpo, así que aquella pequeña fiera, de apenas metro y medio se decantó por mi para desatar su furia mientras que mi compañero se escapaba sin mayores problemas. Tuve que ingeniármelas para perderle entrando en la Orakle Dusk, cosa que debería haber sido un error. Entrar en agua con un bicho golpeándote no es la mejor idea, pero esa vez la suerte me acompañó, y el orquito no se zambullo tras de mí... aunque estuvo un buen rato fuera esperando por si salía.

Crónicas de Aden (Paralizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora