Cap.29- Verdad.

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—¿Monsieur, Fabrice? —se anunció Richard, entrando en su oficina. 

—¿Oui?. —respondió sin levantar sus ojos de aquellos informes sobre su escritorio.

La voiture est prête, monsieur. —avisó— Quand vous voulez. —(El coche está listo, señor. Cuándo usted quiera).

Merci, Richard. —dijo tomando el fólder del escritorio y emprendiendo camino hacia la salida.

Este día sería definitivo para su vida y para la vida de Emily. Este día se acabarían las mentiras de una vez por todas y afrontaría lo que fuera a suceder con toda la valentía que podía reunir.

Subió a su vehículo y Richard, al volante y emprendieron viaje hacia las afueras de la ciudad, donde sabía Emily, había ido hace un par de horas.

Nada de lo que ella hiciera lo pasaba por alto. Fabrice, siempre estaba informado de todo respecto a ella. Por eso sabía el motivo por el que se encontraba viajando hacia su pueblo, más preciso, hacia los viñedos.

No podía negar los nervios que le recorrieron el cuerpo entero cuando a cada kilómetro se acercaba más hacia ese lugar, en el que su amada Angélica, se había refugiado del mundo. Tal vez triste, desesperanzada, sola. Sola y embarazada.

Dios. Sí hubiera una manera de regresar al pasado, sin duda ese sería un error que enmendaría a toda costa. No se hubiese dejado intimidar por nadie, sin importar el parentezco o el poder qué esa persona pudiera tener. No habría renunciado a ella, por nada. Ni siquiera con la amenaza de ir a la cárcel por el supuesto robo de un rólex.

No iba a negar tampoco qué sintió temor ante esa amenaza, pero lo que lo había terminado de convencer para dejarla, es qué también iban a arruinar la vida de la mujer qué amaba, sí él, seguía a su lado. Creyendo qué hacía lo mejor para ella, terminó la única y verdadera relación que jamás había tenido con nadie. Lo hizo aún con la idea de buscarla en un futuro, sólo qué jamás pensó todo lo que sucedería a partir de ese entonces.

Las tres horas de viaje, le resultaron por demás, más extensas de lo qué eran en realidad. Y la verdad qué así lo sentía, ese estaba siendo el viaje más largo de su vida para llegar por fin hasta ella: su hija.

¿Séjournerez-vous à l’hôtel du village? —cuestionó Richard, a medida que se adentraban en las calles adoquinadas del pueblo —(¿Se alojará en el hotel del pueblo, señor?)

C’est vrai, Richard —suspiró, admirando el lugar rústico de las casas y las calles, realmente se veían acogedoras—. Ce ne sera que deux jours, rien ne se passe.  —respiró del aire fresco del lugar, nada tenían qué envidiarle a las grandes ciudades—(Así es, Richard. Solo serán dos días, no pasa nada.)

Comme vous le dites, monsieur —asintió él. Sabía qué su jefe no disfrutaba mucho de los hoteles, pero esta vez, haría una excepción—. Nous sommes à deux pâtés de maisons de l’église, où le baptême aura lieu —le comentó Richard, ese dato—. ¿Voulez-vous que nous nous arrêtions, monsieur? —(Como usted diga, señor. Estamos a dos calles de la iglesia, en dónde se hará el bautismo. ¿Quiere que pasemos por allí, señor?)

Oui. —aceptó.

El sol del mediodía era cálido y resplandeciente, vistiendo el lugar de colores vivos y frescos. Volviendo el paisaje como una perfecta obra de arte. Sonrió al pensar en qué Emily, solía tener estas vistas en su niñez; pero, su sonrisa no duró mucho al saber en qué su niñez la pasó dentro de un orfanato, sintiéndose sola en el mundo.

—Emily. —susurró para sí mismo con nostalgia.

La tensión en su cuerpo aumentó en consideración cuando al llegar a la iglesia del pueblo, las puertas se abrieron dejando salir del interior, a todos los invitados de aquel bautismo.

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now