Cap. 26- Para siempre.

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Sus ojos brillaban como dos esferas de fuego en la noche que alumbraba todo a su paso. Su sonrisa irradiaba la mayor felicidad que pudiera caber en este mundo y su corazón palpitaba tan desenfrenado dentro de su pecho que parecía que estallaría por tanto amor.

No creía que la vida pudiera acomodar todo en su lugar. Y era perfecto.

Respiró profundo, inhalando su aroma masculino, tan adictivo, qué se había colado por todos los poros de su piel. Jamás podría habandonarlo, nunca, ni en mil años.

Fue rodeada por sus fuertes brazos que la acercaron más a él, quién mantenía una sonrisa bobalicona en su rostro. Sí, estaba increíblemente feliz.

—¿Pack? —susurró sobre su pecho un poco adormilada a causa de las caricias que su espalda desnuda recibía de las yemas de sus dedos.

—¿Mhm? —murmuró.

—¿Cuándo vas a darme mi anillo? —hubo diversión en su voz al hacer su pregunta y Patrick, rio bajo suyo. Estaba olvidando ese detalle muy importante.

—Tienes razón, cariño —sonrió—. Es que me quedé fascinado con tu respuesta y luego, bueno, me distraje —insinuó atrevido haciéndola reír y sonrojar; seguido dio vuelta con ella dejándola bajo su cuerpo y apreciando el sonrojo en sus mejillas—. ¿Cómo es que sigues sonrojándote de esa manera?

Emily, sonrió enamorada, porque así era como vivía junto a él. Levantó su cabeza y besó su boca con ansias.

—No lo sé —dijo en un susurro suave, acariciando sus fuertes brazos, sus anchos hombros, su cuello y sin dejar de mirarlo con intensidad—. Digas cosas dulces o atrevidas, me encantan. Me hace sentir la única mujer en el mundo y lo afortunada que soy al tenerte.

—Eres la única mujer en este mundo para mí, Emily.

Que dijera su nombre completo después de esas palabras, le provocaba que millones de mariposas bailaran con fuerza en su estómago, ni siquiera necesitaba un apelativo cursi para sentirse así.

—Mis ojos solo pueden verte a ti —susurró sobre su boca, sus narices rozándose, respirando el mismo aire, ambos en su burbuja de amor—. Mi corazón sólo late por ti, Emily. Mi mente sólo te piensa a ti —y cómo era de esperarse, ella volvió a sonrojarse con más intensidad, sus ojos brillantes de la emoción—. Te adueñaste de cada parte de mí y ni siquiera tuviste que hacer algo extravagante para lograrlo.

—Eres un romanticón de primera —sonrió Emily, emocionada y jugó con su cabello negro. Patrick, sonrió dándole la razón—. Ya va a ser un año de que nos conocemos y jamás se me pasó por la cabeza que terminaríamos así. ¿Recueras ese día en la presa de agua, cuándo me llevaste ahí en tu motocicleta y gritamos y nos contamos nuestros miedos? —Patrick, asintió; ese día lo tenía muy presente todavía— El mío era volver a confiar y ya sabes porqué. Pero contigo no dudé ni un segundo. Siempre supe que podría confiar en ti, sin miedo de hacerlo.

Sí ella era de sonrojarse por lo que él dijera en provocación o por chulería, Patrick, no era muy diferente a cuándo ella afirmaba con genuina seguridad que lo amaba o confiaba en él, su corazón se aceleraba varios latidos y su estómago sufría el vértigo de los nervios de sus palabras. Estaba completamente perdido por ella y le gustaba que así fuera.

—Debo confesar que la primera vez que te vi, estabas espiando por la ventana de la mansión, parada sobre una maceta. Estabas muy curiosa ese día —sonó divertido y Emily, sonrió recordando—. Y admito que te observé por unos minutos, un poco sorprendido de encontrar a alguien husmeando en mi casa y que fuera tan atractiva.

—¿Ah, sí? ¿Te resulté atractiva? —ronroneó Emily, rodeando su cuello con sus brazos.

—Cómo lo oyes —habló bajito en confidencia y besó con sutilesa sus labios—. Hasta qué perdiste el equilibrio...

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now