La semana de vacaciones estabas por llegar, y Mina, mi hija de 6 años, estaba demasiado feliz, ella ama no tener clases, cosa que me genera gracia, ya que me recuerda a cuando yo era pequeña. En cambio Iván, su gemelo, no está tan feliz, ama juntarse con sus compañeritos de clase.
Planeaba llevarlos a algún lugar, no muy lejos, ya que yo necesito estar aquí por mi trabajo, en caso de una urgencia.
Estuve toda la semana con el plan de llevarlos a pasear, hasta que como buena boba recordé que Enzo, su padre, me había mencionado sobre que quería llevarlos a una cabaña frente a la playa, muy linda, cuando éramos pareja solíamos ir.
DÍAS DESPUÉS
Bien, Enzo ya paso a buscar a mis chiquitos hace unas horas, ya llegaron a la linda cabaña.
Ahora tenía un montón de rato libre, hace un rato fui a hacerme las uñas y fui a la peluquería, lastima que no tenía a quien mostrarle lo hermosa que estoy en este momento.
Estaba lo más tranquila comiendo papas al horno mientras veía una película hasta que recibí un llamado.
Me pare a recoger mi celular, el cual estaba sobre un mueble.
Al ver quien era quien llamaba contesté rápido, era Enzo.
- Lu, ayúdame porfavor, ninguno de los dos para de llorar y no me dicen el porqué, me da miedo, mira si les duele la panza o algo así. — Dice, siento como su voz suena preocupada.
Realmente no me preocupe mucho, a veces se agarran pequeños berrinches, aunque se que como padre te pueden desesperar completamente, es por eso que para dejar tranquilo a Enzo, decidí ir.
A la media hora ya había llegado, a esa linda cabaña, en la que tantas cosas pasaron.
Al entrar no oí ninguna solo ruido, solo la voz de Enzo, me guié con su voz y llegué a donde estaban, la habitación, los pequeños estaban dormidos, mientras abrazaban a Enzo, el estaba leyendo un cuento, el favorito de los 3. Esta imagen fue de lo más tierna.
Cuando Enzo termina la lectura, levanta a Mina de su lugar y la recuesta para que quede cómodamente durmiendo. En ese trayecto fue cuando se percató de que los estaba observando.
El me sonrió de una manera dulce.
Cuando termino de recostar a los niños, camino en mi dirección.
- Hola. — Dice susurrando.
- Hola. Veo que los supiste controlar. — Mencioné en ese tono bajo.
- Si, estoy mejorando. — Dice mientras vamos en dirección a la sala.
- Ay wow, estoy muy orgullosa de vos. — Digo sarcásticamente.
Pero no era ese sarcasmo feo o irónico, era aquel que utilizabas entre amigos, o una persona con la que tenes mucha confianza...
Cuando la charla termino, el volvió a hablar.
- ¿Queres que encargue algo para comer? — Dice viéndome.
- No seas vago, Enzo. Cocinamos algo. — Digo molestándole, Enzo odia cocinar.
- No, por favor. — Dice haciendo suplicas y cerrando los ojos.
