Capítulo 2. - No me olvides.

214 25 7
                                    

Lena.

18 de marzo, 22:47 horas.

El brazo cálido de Alastor rodeaba dulcemente mi espalda, mientras me acunaba en su pecho y me proporcionaba caricias distraídas, manteniéndose en un estado aletargado medio balbuceando una canción que su abuela solía cantarle.

Acostada en su pecho, tranquilizada por ese sonido constante me invadió la culpa; ese hombre era maravilloso conmigo desde que lo había conocido, me había conquistado con paciencia única y dedicada, me había enseñado sus secretos, había permitido que le enseñara los míos sin huir de una oscuridad latente y yo lo había traicionado de una manera vil.

Él había sanado una parte de mi alma, algo que no había roto en absoluto, me había reparado las grietas de la tormentosa amistad que me había envuelto con Kara, que se a haber sanado en gran medida, aún mantenía cicatrices que no parecían desaparecer con facilidad. El darme cuenta de que me había enamorado perdidamente de ella no había ayudado a esas heridas, logrando sumergirme en esa sensación latente de estar estancada mirando un sueño vívido que jamás tendría.

Cuando vencimos a Nyxly, cuando Kara reveló su identidad, la calma y esa sensación de haber llegado a un punto medio me hizo sentir la soledad en la que me había sumergido por voluntad propia. Estaba tan enamorada de la Kriptoniana que me había privado de cualquier oportunidad del amor, quizás por esa sensación constante de estar engañando a quien en este momento solo era mi mejor amiga.

Me consumía la idiota idea de fidelidad, quizás guardando una esperanza absurda de que algún día la rubia me mirase con ojos diferentes, que me mirase como la miraba yo. Esa esperanza se fue deshaciendo poco a poco con la normalidad de las rutinas, cuando volvimos a lo mismo y de pronto esa sensación especial que rodeaba nuestras interacciones desapareció.

Comprendí, Kara no me quería como la quería yo y nunca lo haría.

La noche en que esa revelación llegó a mi mente, la decisión de volver para poder saber más de mi madre apareció de inmediato. No debía consultarlo con nadie, solo tenía que correr lo más rápido posible, concentrarme en algo que fuese exterior a Kara y olvidar esa sensación maravillosa que me había invadido cuando ella, de alguna manera, se acercó tanto a mi mientras trabajamos para combatir ese mal.

Los pensamientos me invadieron con más fuerza una vez que Alastor se fue y yo quedé de pie en la cocina, mirando a la nada y debatiéndome cuando sería el momento indicado para confesarle esa idiota que amaba con el corazón, que me iría, que correría como una cobarde porque mi corazón no resistía más.

Entonces, como si ella lo sintiera, apareció en mi balcón con esa cara suya, derribando todo mi parte racional y dejándome perdida en sus divagaciones.

—¿Podemos ir a desayunar juntas? — Kara saltaba como su estuviese excelsa de energía, llena de una sensación vívida de poder. — Yo invito, podemos ir a...

—Mi iré. — Corté antes de que pudiese seguir divagando. — Tengo un pasaje para el 24 en la mañana.

—¿Por... por cuánto? — Vaciló un poco antes de dar dos pasos torpes. — Yo... es que... ¿por qué?

—Necesito saber más. — Susurré. — Necesito saber cosas de mi madre, de su historia, lo que le gustaba. — Kara vaciló, hasta que simplemente comenzó a mover las manos. — Yo volví sin importar nada, volví por ti, por nuestros amigos y dejé a medias todo lo que estaba investigando. — La mirada vacilante de la superheroína me removió. — Yo... yo no sé por cuanto me iré.

Ella solo abrió la boca. — Oh. — Lanzó ausente. — Bueno, puedo ir a visitarte y... — Había algo bailando en sus ojos, algo que no sabía leer o descifrar. — Puedo volar y pasar el rato.

La Habitación 428.Onde histórias criam vida. Descubra agora