Capítulo 1. - ¿Por qué él?

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Lena.18 de marzo de 2024.

Verla, era lo único que podía hacer en ese momento cuando al parecer todos los ojos se habían puesto en mi y estaban desesperados por encontrar una respuesta definitiva. Cada uno de los rostros en esa habitación tenía su propio mar de pensamientos adentro, el que más me preocupaba el ese azul torturado y lleno de dolor; más allá, había dos miradas curiosas que solo buscaban una verdad.

—Lena, ¿qué pasó con Kara en la habitación 428? — Preguntó Alex con un tono afable. — No es que desconfiemos de ti, pero ella sigue siendo un agente del estado. — La directora dio una mirada renuente a la persona a su lado. — Pese a que su identidad ya es de conocimiento público y que no hay mucho que ocultar con respecto a esto, nosotros debemos reportar cualquier tipo de incidente.

Mis ojos fueron a ella, encontrándome de inmediato con esa mirada repleta de añoranza, quizás con matices de odio, con cierto toque de dolor; no podía definirlo, era una tormenta que no dejaba de arremolinarse.

—Lena. — Su voz salió casi como un hilo; no podía soportar que me mirase y que me hablase de esa manera, como... como si le doliera. — Lena, por favor. — Suplicó en un tono cauteloso. — ¿Qué pasó en la habitación 428? — La vi tomar un suspiro tembloroso, cerrando los ojos en ese intento por borrar algo. — ¿Qué te hice, Lee?

Ella no recordaba, lo por esa tortura constante en sus ojos y en la súplica de sus palabras; Kara no recordaba nada y yo no iba a destruirla de esa manera.

—No me hiciste nada. — Corté ese torrente de pensamientos destructivos, tragándome el nudo que se formaba en mi garganta. — No pasó nada en esa habitación. — Kara me miró con confusión. — Estabas extrañamente enojada y un tanto insoportable, te tuve que escuchar durante varias horas decir que a veces te sentías atrapada en un mundo que parecía querer tomar mucho de ti. — Deseaba salir de acá, deseaba correr para dejar de sentir que algo se estaba tambaleando. — Luego dijiste estar cansada y dormiste. — Las tres personas frente a mi abrieron la boca, quizás sin creer por completo lo que había o completamente sorprendidos. — ¿Tengo que firmar mi declaración, Alex? — La Danvers mayor asintió, extendiéndome un papel de la transcripción inmediata del dispositivo que había construido para la DEO. — Perfecto, tengo que irme.

Apenas firmé comencé a reunir mis cosas, sin importar que ninguno de los presentes hubiese dado realmente la autorización para irme; no podía estar ahí, me estaba sofocando bajo la mirada triste de la rubia.

—Lena. — La escuché a mis espaldas. — Lena, espera.

—Lo siento, es que... — La mano de Kara se prendó de mi brazo y me giró con rapidez, logrando desestabilizarme en el acto y casi cayendo sobre su pecho. — Alastor.

La vi tragar duro. — ¿Dijiste la verdad? — Preguntó rápidamente. — Sé que aún hay cosas que te hacen dudar, pero esto me está matando, siento que algo falta, que algo me falta.

—No pasó nada. — No podía hacerle daño de esa manera, a cualquier a menos a ella. — Deja de torturarte, Kara, también puedes caer de vez en cuando.

Su mano se aflojó suavemente, lo suficiente como para darme vueltas y comenzar a caminar sin detenerme. Caminé completamente perdida, sin importar cuanto ardieran las piernas o cuanto se quejarán mis pulmones por la falta de aire, solo caminé hasta que no supe de mi misma y me encontré frente al hotel en que se hospedaba Alastor.

No dudé en tocar la puerta, sin saber realmente que decir o que decisión tomar; por un instante incluso pedí que la vida me diera un segundo más y que él no estuviera en la habitación. Sin embargo, la puerta se abrió.

—¿Lena? — Cuestionó el hombre notoriamente sorprendido. — Yo... yo pensé que no querías verme hasta... — De inmediato su sonrisa apareció, una sonrisa sincera, sin miedos y sin restricciones. — Me alegra verte, ya te extrañaba.

La Habitación 428.Where stories live. Discover now