CAPITULO|20

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"Está vez iré sin prisa, pero con el alma y el corazón puesto en Cristo".

*Etapas de un abuso*

20| SUPERACIÓN.

NARRA SARA

Entré al espacio y levanté los brazos para crear un poco de temperatura tibia en mi cuerpo. La calefacción del lugar al parecer estaba dañada, porque no había pasado dos minutos dentro y ya sentía que  moriría congelada.

Prefiero mil veces el calor.

Miré de reojo algunas cosas del lugar, porque curiosamente me llamó la atención lo genuino, cómodo y agradable que se percibía el espacio.

Tenía una perspectiva errada de los psicólogos. Me esperaba una silla con muchos cables y correas para amarrarme a ella, pero no hay absolutamente nada de eso.

Si habían sillas, pero estás si que se veían cómodas, un escritorio en el fondo que conectaba con la ventana de dos puertas. Un archivero, que supongo es para el resguardo de expedientes y documentos importantes.

Un pequeño armario...

—Hola, bienvenida —me sobresalto al escuchar su pausada voz. Coloco la mano en mi pecho intentando regular los latidos de mi corazón.

—En primer lugar, hola... En segundo lugar: casi me matas de un susto. 

Achicó los ojos y me regaló una sonrisa de labios cerrados. 

Quedé un poquito impresionada con su atuendo. Yo solo esperaba la bata negra, el gorro del mismo color y los lentes de evaluación general. 

Tal vez, nunca venir a un psicólogo y creer en las películas que veía una vez al siglo, me estaban afectando de una mala manera. 

Ella tenía un pantalón liso acampanado con una camisa de color lila con mangas largas y se ceñia completamente al cuerpo. Tenía una chaqueta blanca, pero esta no daba terror, solo envidia sana. 

Se le veía muy linda. 

Yo con 22 años, no me veía de esa forma. 

—Ouh, lo siento. No quería incomodarte. 

—Vale, tampoco es para tanto —dije cuando la voz volvió a mi estado natural.

—¿Te gusta? —preguntó, colocando los brazos en jarra. 

Mordí mi labio superior y al hacer una mueca con las facciones fue muy fácil darle una respuesta. Tras ese gesto soltó una pequeña sonrisa y me miró levantando la ceja juguetonamente. 

—Admito que me esperaba un sótano con una silla de la tortura y todas esas cosas que salen en las películas. —hable cuando me percaté que esperaba una respuesta de mi parte. 

Me miró abriendo los ojos como platos.

—¿Un lugar de tortura? ¿En qué siglo crees que vivimos? 

—Las películas de terror son una mala pasada. 

—¿Entonces se equivocaron?

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora