CAPITULO|15

3.8K 391 49
                                    

Necesito que transformes mi interior, necesito que me llenes de tu amor. 

¡Abba, padre, Abba, padre! 

15| Transforma mi corazón.

NARRA JULIETTE.


Despierto y la debilidad es aparentemente notoria. Siento un pequeño pitido en mis oídos y un dolor pulsante en mi brazo izquierdo.

Levanto un poco mi cuerpo, observando cómo la herida en mi brazo ha dejado de sangrar tanto, como cuando me corte. La observo, frotando mis ojos, para no ver borroso y es increíble la forma en la que ha comenzado a cicatrizar. No por completo, pero sí lo suficiente como para no morir desangrada. 

¿Me ha escuchado?

¿Me ha salvado?

¿Incluso en mi peor momento siguió conmigo?

Me levanto como puedo y utilizo mi brazo para levantar el que está herido. Sin siquiera pensarlo y aun con esa sensación en el cuerpo, me decido a ir a urgencias. Mis mejillas están bañadas en lágrimas y por el reflejo del espejo veo algunas gotas de sangre seca. 

Tomo las llaves y observo en silencio el charco que reposan en el piso de lo que anteriormente era mi sangre. No sé exactamente que fue lo que pasó, solo sé que si no hubiera intervenido, estaría muerta. 

Tengo que pedirle una explicación.

Tengo que entender que vio en mi, para que a pesar de todo lo que hice, siga estando aquí.

Porque el peor engaño que tenemos las personas como yo, es creer en quién nos ha dado motivos para desconfiar, y desconfiar del que nos dio motivos para creer.

[Tres semanas después]


Estas últimas tres semanas, después de todo lo que pasó, no he vuelto a llamar a Dios. No sé como hacerlo, no sé cómo postrarme delante de Él, después de todo lo que hice. 

Todo se siente tan diferente, pero a la misma vez todo se ve igual.

La marca en mi brazo me motiva a hacerlo, es un recordatorio de que lo único que necesito es a él. Por ello...

He venido a donde todo comenzó. La casa de mis padres. Mis padres eran arquitectos muy reconocidos y aunque yo era menor de edad, todas sus cosas pasaron a ser para mí cuando cumplí la mayoría de edad. 

De igual forma y aunque me dolía, no podía permitir que la vendieran.

Una cosa material fue lo único que me quedo de ellos.

No la he pisado en años, después de todo lo que pasó... Mi tía fue mi tutora por obligación, pero cuidó de está casa hasta hace dos semanas, que la llamé para que no volviera a venir. 

Todavía le tengo rencor por todo lo que permitió.

Por todo lo que aceptó que me hiciera.

Antes de entrar, respiro profundo con un nudo en la garganta. No le di más vueltas a todo, necesitaba terminar con eso que había empezado cuando los perdí. Tenía nervios, y dolor, mucho dolor. Pero, por primera vez desde hace mucho tiempo, no me sentía sola.

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora