CAPÍTULO 12

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Quedo sumergida en una total oscuridad mientras sus labios se apoderan lentamente de los míos.

Como arte de magia, voy sintiendo que mis otros sentidos se van definiendo más. Mi piel está más sensible al tacto, mi olfato siente las esencias que conforman el perfume de Elliot, en mi boca disfruto más el sabor de su aliento y puedo escuchar detalladamente el sonido de nuestros cuerpos al rozar.

Lentamente me deposita en la cama mientras sus besos juegan delicadamente con mis labios.

Su cálido aliento arrasa mi interior y es como si se fuera apoderando de cada rincón de mi cuerpo.

Sus dedos comienzan a acariciar mis hombros, la piel de mis brazos. Los mueve de una forma pausada, como si quisiera aprenderse cada espacio de mi ser.

Comienza a besar mi mandíbula suavemente y va bajando poco a poco a mi cuello mientras toma mi cintura con suma delicadeza.

Entre mis piernas siento el calor que se va acumulando por todas las sensaciones que se están despertando en mí, algo que me lleva a juntarlas rápidamente.

Continúa bajando hasta llegar a mi escote. Sus besos están cargados de ternura y mis manos viajan inmediatamente a su cabello, acariciándolo suavemente.

Sus labios llegan a uno de mis senos cuyos pezones se muestran erectos bajo la tela y él, despacio, le da una leve mordida que me estremece por completo y despierta un gemido en mi boca.

Siento su mano pasear por mis piernas, por el lado externo de mis muslos, y al llegar a mis rodillas que yacen dobladas y juntas, las separa lentamente.

El calor aumenta al sentir que su palma va subiendo nuevamente, pero esta vez por el interior de mis piernas. Sube hasta llegar a esa cuna de humedad que espera palpitante por su tacto.

Sobre mis bragas de encaje, siento sus dedos jugar con mi punto de placer sin perder el ritmo suave de sus movimientos mientras que su boca se apodera de mi otra montaña que se deleita con sus besos.

Siento que se levanta, se coloca entre mis piernas de rodillas y con sus dos manos comienza a deslizar el vestido por mi cuerpo.

Levanto los brazos para facilitar la desnudez y saca la prenda completamente, dejándome únicamente en ropa interior.

Logro escuchar su respiración ligeramente acelerada, como si estuviéramos llevando el mismo ritmo, y me siento en la cama mientras el continúa en el mismo lugar, inmóvil.

Estiro mis brazos y comienzo a desabrocharle uno a uno los botones de su camisa, y cuando me encuentro con la calidez de su piel, llevo mis manos a sus hombros y deslizo la prenda que se interpone entre nuestros cuerpos.

Me acerco para darle un beso en su pecho, en su abdomen, en sus costillas, y escucho como un suspiro sale de lo más profundo de su alma.

Desabrocho su pantalón sumergida en la oscuridad, y bajo la prenda poco a poco para encontrarme con su miembro ansioso y erecto esperando por mí.

Me toma de los hombros para poder besarme de nuevo y me acuesta sobre el calor de la sábanas.

Me llena de besos y caricias, llevándome a lo más alto de los cielos.

Su tacto y la forma que tiene de tocarme me hace sentir querida, y por qué no decirlo, amada. Con él siento algo más que deseo. Siento algo intenso que en cada caricia y cada aliento se hace más grande y poderoso.

Elliot me hace sentir viva y este encuentro se está convirtiendo en algo realmente mágico que sobrepasa la pasión, la lujuria y el desenfreno.

Este momento, en que sus labios adornan cada retazo de mi piel, es donde desaparecen las inseguridades, los miedos, los obstáculos y los malos recuerdos. Es un momento en el que sólo estamos él y yo, sintiéndonos, convertidos en dos almas de luz que están intercambiando un poco del gran amor que tenemos por dentro.

Je T'Aime, ParísWhere stories live. Discover now