CAPÍTULO 1

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–¡Cuando sea grande voy a conocer Francia!

Esa era la frase que siempre dije desde  pequeña. No sabía por qué, pero desde que tengo uso de razón y descubrí la existencia de ese país, sentí que había algo que me unía a él, y bueno, el nombre que me puso mi querida madre también colaboró, ya que ella es otra amante de dicha tierra europea.

Mi nombre es París Guzmán, y aquí estoy, con 26 años, comprando el pasaje que después de tantos años ahorrando, me llevará a ese lugar cuyo idioma muchos conocen como el "idioma del amor".

–¿Señorita Guzmán? Aquí tiene su pase de abordar– dice la chica entregándome el pasaje –Su vuelo sale el 10 de febrero a las 15 horas con 45 minutos hora local. Debe estar en el aeropuerto con 3 horas de anticipación. Al final del boleto encontrará la información que necesita para que no tenga problemas  al momento de entregar papeles y valija. Gracias por comprar en AirFrance. ¡Que tenga buen viaje!

Tengo el papel en la mano y no lo puedo creer. ¡Al fin viajaré a París!  Y justo en la semana de San Valentín, y no es que tenga la esperanza de encontrar el amor en un francés; nada de eso, pero sí reconozco que soy una romántica empedernida; por eso que decidí viajar en esa época, porque quiero rodearme de amor, de escenarios inolvidables, de música que llegue al alma y sentarme en un café clásico de esa ciudad con un libro en la mano y leerlo en una mesita ubicada en el exterior mientras disfruto de un chocolate caliente y un croissant.

Sí, demasiado cliché ¿verdad? Pero así soy. Lastimosamente voy a viajar sola pero estoy segura que algún turista me ayudará si le pido que me tome una fotografía.

Tengo demasiados planes para ese viaje, muchos destinos que recorrer, caminar por esas calles clásicas que creo conocer de memoria gracias a mis búsquedas exhaustivas del Pinterest, tomarme una fotografía con la Torre Eiffel de fondo, sentarme en una fuente mientras veo a los enamorados caminar... ¡uff! Sólo espero que 10 días sean suficientes para hacer todo lo que he soñado y regresar satisfecha.

Cuando mi madre se enteró que compraría un pasaje y viajaría sola, casi le da un ataque al corazón. Cuando dicen que los padres siempre ven a sus hijos pequeños es muy cierto, y ese día lo comprobé, ya que nunca la había visto tan preocupada. Me hizo preguntas de todo tipo, pero a todas les tenía respuestas que la dejaban más tranquila, pero sabía que durante mi aventura estaría pendiente de mi. De hecho, en su momento tuvo la intención de ir conmigo.

–Puedo acompañarte, le diré a tu papá y estoy segura que estará de acuerdo

–No es necesario mamá, ya estoy grande, no me va a pasar nada.

–¿Crees que por tener 26 años ya eres una mujer grande? ¿Tú sabes a cuantas chicas secuestran lejos de su país? ¡Ja! Cuando tengas tus hijos verás lo que se siente

–Lo sé mamá, créeme que lo sé, pero también entiéndeme, tengo 26 años, soy independiente, trabajo y he ahorrado mucho para cumplir este sueño. Por favor, no pienses lo peor y deja que tu hija mayor se dé un gusto.

–Sí hija... pero si fuéramos juntas sería mejor. Estarías acompañada ¡e iríamos de compras como cuando eras pequeña!

–Mamá...

–¡Sólo imagínate!– me abrazó y miró hacia el techo como si estuviera viendo algo y con su mano dibujaba paisajes en el aire –Escuchar la música francesa al lado de tu madre, recorrer esos caminos de antaño que guardan tantas historias, tomarnos un...

–Elena ¿estás queriendo convencer a París para que viajen juntas?– dijo mi papá  sorprendiéndonos, y no tienen idea de cuanto agradecí que haya aparecido, ya que él, a diferencia de mi mamá, si aceptaba que yo había crecido y me daba espacio, pero ella era sobreprotectora, y había sido así conmigo y con mis tres hermanos menores. Algo por lo que siempre discutían.

–Román, es que le estoy diciendo que sería una hermosa experiencia. No le veo nada de malo. –Respondió mi madre algo nerviosa porque la habían descubierto.

­–Tú lo que quieres es fregar las vacaciones de la muchacha. Te conozco Elena, déjala viajar tranquila y si quieres más adelante vamos nosotros, pero no la sigas hostigando que desde hace rato te estoy escuchando.

Después de un leve intercambio de opiniones que más que preocuparme, me divertían, mi mamá aceptó la idea de que me iría sola y no volvió a reclamar.

Eso sucedió hace un par de semanas atrás y con la probación, bendición y poca tranquilidad de mi madre, supe que estaba lista para emprender el viaje de mi vida. 



Je T'Aime, ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora