Capítulo 8

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Alice:

La Navidad llegó con rapidez y con ella las vacaciones, desde hace años no me emocionaba por una de estas fiestas familiares a tal punto que llevaba horas frente al espejo y ya me había probado cuatro vestidos diferentes, y ahora tenía uno que mi madre me había comprado hace un año, era blanco, de hombros y brazos descubiertos, con escote en forma de "V", y el corset se ceñía hasta mi cintura y luego caía en un corte princesa hasta unos centímetros por encima de la rodilla.

- Te ves preciosa

Mi madre estaba recostada en el marco de la puerta de mi habitación. No la había escuchado abrir la puerta.

- Siempre he dicho que el blanco es tu color - entró totalmente en la habitación y se colocó a mi lado frente al espejo, y acomodó mis rizos rubios y quitó mis gafas de pasta de mis ojos y las dejó encima del tocador - Si le sumamos unos tacones plateados estarás lista - beso mi mejilla y observé nuestro reflejo, ahora sí parecía una copia más joven de ella, nuestros ojos azules brillaban emocionados

- No me pondré este vestido - dije después de unos segundos en silencio

- ¿Qué? ¿Por qué? - exclamó exaltada - Si te ves preciosa

No le contesté solo observé las visibles cicatrices en mis antebrazos, desde hace años no uso un vestido que no las cubra.

- Mi vida... - dijo girando mi mentón para que la encarara - Ya lo que se hizo no se puede cambiar - me tomó de ambas manos y acarició con delicadeza las cicatrices con uno de sus dedos - créeme cuando te digo que nadie en esta cena te va a juzgar - una solitaria lágrima bajó por mi mejilla y mi madre la secó con ternura y dejó su mano ahí, acariciando mi mejilla - Es hora de que te empieces a aceptar y te ames tanto como yo te amo... este es un buen momento ¿no crees?

Asentí en silencio y la abracé con fuerza, puede que tengamos nuestras diferencias pero me amaba y nunca dejaría de hacerlo, siempre ha estado a mi lado, preocupada por mis encierros, lloró junto a la camilla de San Mungo cuando papá me encontró desangrándome en la bañera, me abrazo cuando me dieron el alta y lo único que podía hacer era llorar viendo mis brazos y no me juzgó, no me gritó por mi estupidez... ella siempre estuvo ahí.

-   ¿Abrazo familiar y nadie me aviso? Debería enfadarme ¿verdad? - dijo papá desde la entrada

Mamá sonrió y le extendió una mano con los ojos llorosos para que se nos uniera. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, ambas nos lanzamos a sus brazos.

-   Ustedes siempre serán mis chicas preferidas - susurró con lágrimas en sus ojos

•••

-   Pero si esto parece un viaje al pasado - exclamó el tío Blaise cuando mi madre y yo atravesamos juntas la enorme puerta de la mansión Malfoy - Joder, Della, pero si tú hija parece una copia tuya

-   Blaise, esa boca - lo regañó la señora Malfoy, la abuela de Scorpius

Narcisa tenía muestras del inevitable paso de los años pero aún mantenía ese porte aristocrático tan característico. Hubo un tiempo en que parecía un alma sin vida, cuando su esposo falleció... tenía por aquel entonces unos 12 años y recuerdo las lágrimas de Scorpius el día del entierro, estábamos en Hogwarts y mi madre junto al tío Blaise vinieron a buscarnos al despacho de la directora. Pero Cissy se había recuperado de la pérdida, le costó un poco pero era algo normal, casi todo una vida juntos y de un momento a otro se vio sola... ella era un ejemplo de fortaleza y superación para mí.

-   Te ves hermosa - me susurró Scorpius una vez llegue a su lado

Él tampoco se quedaba atrás, llevaba un traje verde botella que se ceñía perfectamente a su cuerpo, era obvio que era hecho a su medida, y el color tan oscuro hacia resaltar su piel pálida y su cabello platinado. Tenía un aire de chico malo así apoyado contra la columna y la copa de whisky de fuego en su mano derecha de manera despreocupada.

Alone (Scorpius Malfoy) Traidora Temp 2Where stories live. Discover now