Capítulo 3

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|Narra Halley|


¿Qué se supone que debo hacer? Es obvio que mi tapadera se acaba de ir por el retrete. Tengo que pensar una manera de asesinar a Minho y a Jeff sin que se den cuenta...


-¿Mikey? -Me llamó el asiático. Respondí elevando la cabeza y entrecerrando los ojos.- ¿Te encuentras bien?


-Sí... -Sonreí nerviosa.


Jeff entró en la habitación y hecho a patadas a Minho. Solo tengo que asesinar a uno. Suspiré e intenté suplicar ayuda a la voz de mi mente. Como era de esperar no hubo respuesta.


-Bueno judía verde -Jeff sacó de un cajón unas vendas- Por lo que me han contado te desmayaste. Quítate la camiseta para ver si tienes algún rasguño.


¡Clonc! No tengo escapatoria, esta es la corta historia de mi triste vida. Negué con la cabeza, dispuesta a hacer todo lo que fuera posible para seguir con el secreto. El chico elevó una ceja y se cruzó de brazos acercándose a mi. Se lanzó encima mío agarrándome de las piernas y los brazos. Me retorcí y logré golpearle en la entrepierna. Lancé el chico hacia un lado y agarrando una aguja lo amenacé.


-Jeff, pareces buen chico -Mi pulso temblaba- No quiero hacerte daño, solo déjame ir, como si nada hubiera pasado ¿de acuerdo?


-¿Te han picado? -Se mantenía sereno.


-Ni siquiera sé que es, pero te aseguro que no -Comenté.


El chico suspiró y relajé los músculos, me froté los ojos y al elevar la vista, Jeff me hizo una llave; me retorció el brazo por detrás de la espalda provocando que cayese al suelo boca abajo. Me levantó la camiseta e instantáneamente se separó.


-E... Eres... Eres una chica -Susurró con un hilo de voz.


Creo que dentro de este sitio moriré de un infarto, claro, si esta gente no me mata. Suspiré, dispuesta a que mi orgullo acabará en la basura.


-Te lo suplico no digas nada, seré tu esclava de por vida, te ayudaré con el trabajo pero por favor no digas nada -Apreté los puños y bajé la cabeza- Por favor...


-¡Hey! ¿Quién dijo que iba a decir nada? -Levanté mi cabeza y lo vi sonreír- Pero necesito respuestas.


-De acuerdo -Asentí- Me desperté en el laberinto recordando dos nombres; Halley y Mikey. Una voz me dijo que fingiera ser un chico y que me ayudarían con una faja, sí, ríete, y también con el pelo corto. Halley es mi verdadero nombre y Mikey es el falso.


-Ahora tendría sentido -Volvió a sonreír- No diré nada, tienes mi palabra. Pero de vez en cuando necesitaré ayuda.


-Cuenta conmigo Jeff -Le sonreí.


-Pero... ¿Por qué te desmayaste? -Levantó una ceja- Mi trabajo es asegurarme de que estés en perfectas condiciones.


-De vez en cuando tengo pesadillas -Contesté- No agradables que digamos.


El chico sonrió y me indicó la puerta, le di las gracias y me marché. A pesar de que ya hay una persona que conoce mi secreto, sinceramente confío en Jeff. Bajé las escaleras del edificio de madera y me encontré con que todos estaban comiendo. Dirigieron mi mirada a mi y después de nuevo a la comida. Yo me senté en una mesa vacía de la esquina, todavía no tenía amigos, solo conocidos.


-Para el señorito -Fritanga (O Sartén, depende del país) me entregó un plato de comida- Que aproveche.


Nada más meterme la primera cucharada, pude saborear un auténtico manjar. Este chico es un excelente cocinero, no me explico como estos gilipullos puedan criticar la sabrosa comida del hombre.

Oí tres sillas desplazarse y un peso caer sobre ellas. Minho, Newt y Alby.


-Hola Mikey -Habló el rubio- ¿Por qué te sientas solo?


-No tengo amigos -Respondí con naturalidad.


-Mientes -Alby se apresuró a decir- Nosotros lo somos.


Sonreí como respuesta. Minho me miraba atentamente, como si sospechase de mí. Me examinaba con la mirada mientras sonreía.


-Bueno amigos -Me eché el pelo hacia atrás- ¿Cuándo me mostrareis este sitio?


-Mañana por la mañana -Alby continuó comiendo y después prosiguió- Yo tengo cosas más importantes que hacer, sin ofender, así que Newt te guiará.


-Estupendo -Sonrió Newt- Así mientras te muestro el Claro (el Área en distinto países) nos podemos conocer mejor.


-Buena idea.- Le sonreí- ¿Qué tiene qué hacer Minho?


-Correr por el laberinto -Contestó el asiático.


Escupí todo el agua que me había estado bebiendo antes de su respuesta.


-Quiero hacer eso -Me puse de pie- Quiero hacer lo mismo que Minho. Quiero correr por el laberinto.


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¡Hola!


Siento haber tardado tanto en actualizar, el sábado estuve en una convección en la cual tuve que hacer cola por 9 horas, no estoy de broma. Espero que las guste el capítulo.


Un beso


Miredeca






La chica del laberinto (Thomas, Minho y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora