CAPÍTULO 3.1: DECLARACIÓN DE INTENCIONES

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     —No quiero malentendidos. Esta será la única vez que falte a clase —advierte Rebeca con el semblante serio dando vueltas a su café con leche.

Lorca ha regresado al aula taller; manipular motores parece una de las pocas cosas que le relajan, seguido de las mujeres y las broncas.

—Tranquila, Beca. Tampoco tengo pensado repetir eternamente. Estoy deseando terminar y largarme de esta puta ciudad para no volver. Mi padre y «esa» van a tener un bastardo y no pienso quedarme para verlo crecer y convertirse en el jodido anticristo. ―Úrsula apura su bebida y deja el tubo con fuerza sobre la mesa, dando una nueva calada a su cigarro.

—Aquí no se puede fumar, chicas, lo sabéis de sobra —las amonesta el camarero, que regresa cargando un cajón de refrescos del almacén que tiene tras la barra.

Úrsula farfulla una sarta de insultos y apaga el pitillo contra la pared estucada.

—¡¿Contento?! —dice en dirección al hombre, que ya se ha puesto a servir cañas a un grupo de jubilados—. Porque yo no. Mi vida es una puta broma —añade bajando el tono.

—Ursu, ¿en serio? No sabía nada de todo esto. —Nessa está cada vez más perpleja. ¿Le deparará alguna sorpresa más su amiga?

—Me he enterado esta mañana. Han venido a despertarme diciendo que van a ser padres, ¡como si a mí me importase una mierda! Es más, ¡como si tuviese que sentirme feliz por ello! —responde airada, agitando las manos y haciendo sonar los eslabones metálicos de sus pulseras.

—Quizá debieses darle una oportunidad, al fin y al cabo es la hermana de tu madre. Ella hubiese querido...

—¿Tú también, Beca? ¡No seas estúpida! —exclama encolerizada y con los ojos anegados en lágrimas—. Ellos ya se acostaban a las pocas semanas de morir mi madre, ¡seguro que follaban en su cama mientras agonizaba en el hospital! Es repugnante. —La pelirroja musita una disculpa y coge la mano de su amiga buscando calmarla.

—Voy al baño. —Se levanta y camina hacia el lavabo, esforzándose en no derrumbarse delante de sus amigas.

—Qué fuerte. Úrsula va a tener un hermano. ¿Y lo de Lorca, de dónde viene eso? —inquiere Nessa, intentando que Rebeca le aclare las cosas.

—De lo del embarazo me acabo de enterar, neni. No tenía ni idea, te lo juro, y sobre lo de... ese, pues, chica, me parece que comete un error, pero ya es mayorcita, ¿no crees? —Sacude los hombros y vacía la taza de un trago—. Por lo que sé, la cosa se puso seria hace un par de semanas, cuando volvimos y me fui con mis padres a Dublín a ver a unos amigos de la familia. Su padre llevó el coche al taller del de Lorca y ellos quedaron para tomar algo, aunque ya habían estado tonteando antes; no sé, tampoco habla mucho de ello, ni de nada en general, Ness.

—Ni siquiera me ha llamado. No sabía que estaba en la ciudad..., y menos con él.

—Ya la conoces, a veces va a su rollo —dice Beca intentando restarle importancia con un gesto de la mano—. ¡Bah! No sé qué le ve, sinceramente. Bueno, está como un queso, para qué negarlo, pero es un broncas. Solo hay que ver el modo en que ha tratado a tu amigo.

—Bueno, lo primero: no es mi amigo, es solo un tío al que mi padre ha estado a punto de atropellar.

—Casi nada.

—Y lo segundo: ¿no has escuchado al director? Viene de un puto reformatorio y encima es un completo imbécil. Me he acercado para darle un voto de confianza y me ha tratado como si fuera una mierda, ¡será capullo! —Nessa eleva la voz cada vez más mientras disecciona con el tenedor un pincho de tortilla bañado en mayonesa.

Oh My Gothess (Primeros capítulos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora