PARTE 2.2

822 50 22
  • Dedicado a Jose Requena
                                    

Tal cual predijo, ambos compartirán edificio y clases. Humanidades es también su bachillerato elegido. Por si esto fuera poco, su padre, movido por el arrepentimiento, le ha extendido una invitación para merendar esta misma tarde en casa. «Ni que estuviéramos en el puto jardín de infancia.» Nessa resopla mostrando su disconformidad, algo que su padre confunde con un gesto de impaciencia.

—Bueno, cariño, haz el favor de prestar atención, ¿me oyes? Adiós, Isaac, nos vemos luego.

El joven levanta las cejas y acepta el cálido apretón de manos. Una vez el coche se aleja por el arcén, da media vuelta decidido a entablar conversación con la chica. Ella va ya camino de la entrada. Acelera el paso hasta darle alcance.

—Dame un minuto, es lo mínimo, ¿no?

—Mi padre te lo debe, no yo, y esta tarde tendrás más de un minuto de audiencia. Si me disculpas... —Nessa alarga la palabra, mirándole fijamente a los ojos. El turquesa de sus iris la traslada de inmediato a la Costa del Sol, donde estuvo durante las vacaciones del pasado año. Maldice nuevamente su mala suerte.

Él le corta el paso, sonriéndole divertido. Nessa cruza los brazos contra el pecho y golpea el suelo con el pie impacientemente.

—Acepto tus disculpas, pero empieza a ser algo más amable, ¿te parece? —«Y parecía tonto cuando casi lo derribamos», piensa Nessa sorprendida ante la réplica de Isaac.

Ella lo esquiva y continúa andando, franqueando la entrada del instituto abarrotado de estudiantes que caminan en todas direcciones. De pronto, para en seco.

—Una taquilla —espeta.

—¿Qué? —pregunta él claramente desorientado.

—Esto —dice golpeando la tapa azul de metal frente a ella— es una maldita taquilla. Seguro que te han asignado una.

Isaac comienza a rebuscar entre los papeles que se amontonan en su carpeta. Nessa se la arranca de las manos, hurgando hasta dar con lo que necesita.

—¡Oye...!

—Estos números —le interrumpe, señalando un punto en la parte superior de la hoja— son los de la tuya. ¡Qué casualidad! Está a dos de la mía. —«Ni hecho a posta.»

—Y esto la abre —replica él sacando una diminuta llave del bolsillo y esbozando una sonrisa.

—Muy listo, Colombo. Seguro que vienes de un centro avanzado —contesta Nessa poniendo los ojos en blanco. Se ha levantado con el pie izquierdo.

—¿Te han dicho alguna vez que eres tan guapa como borde? —La respuesta de Isaac la pilla desprevenida. Ella le echa un vistazo de arriba abajo. Querría contestarle que él es tan imbécil como atractivo, aunque no desea situarse a su nivel y mucho menos lisonjear. «Pensaba disculparme, pero ¡qué diablos! ¡Que le jodan!»

—¡Holaaa, Ness! —gritan dos voces al unísono. Son Úrsula y Rebeca— ¿Quién es este, tu nuevo ligue? —La primera eleva su ceja perfectamente delineada preparando la artillería pesada. Se muerde el labio sensualmente. Isaac consigue abrir el casillero y dejar los libros que no necesita en su interior.

—Te veo luego —murmura repentinamente cohibido.

—Adiós, guapo. —Úrsula le lanza un sonoro beso y a él le falla una rodilla, trastabillando de espaldas contra una de las papeleras del pasillo y derramando su contenido. La impresión de haber estado a punto de ser atropellado le pasa factura y, por mucho que haya decidido no darle importancia, el parachoques le ha golpeado levemente. Aunque se resbala con una monda de naranja, evita la caída. Algunos ríen disimuladamente, mientras que Lorca lo hace con evidente sorna. Se apoya perezosamente contra su casillero con los brazos en cruz. Tiene dieciocho años y estudia Mecánica en el centro. Lleva el pelo a media melena, tan negro como sus ojos. Una chaqueta de cuero y unos pantalones oscuros son su sello de identidad.

Oh My Gothess (Primeros capítulos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora