|Capítulo Dos: 3 + 1 = 4|

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|Capítulo Dos: 3 + 1 =4|

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|Capítulo Dos: 3 + 1 =4|

Inhalé.

La campanilla de la librería The Bookstore sonó, anunciando la llegada de un cliente.

Admiré orgullosamente los libros que había colocado ordenadamente en el estante para libros. Entre una de las tareas que tenía que realizar en mi turno de trabajo era colocar los libros en los estantes, contestar o sugerir alguna lectura/novela y cobrarle a los clientes. Hay más responsabilidades, pero en el turno de hoy, estas son las que me toca.

Exhalé.

Rápidamente volví al mostrador que se encontraba en medio de la librería y me acomodé junto a la caja registradora. No pasó un segundo y una clienta se acercó para cobrarle. Amablemente la atendí y le indiqué que la trilogía que se había comprado era muy buena.

—Que pase un buen día. —le dije a la clienta amablemente. La chica sonrió, cargando con una bolsa de tela llena de libros y se fue.

La campanilla volvió a sonar y esta vez entró una figura familiar. Una figura que entendía que nunca más volvería a ver en mi vida. Ni en pintura.

Mi tercer y reciente exnovio.

Enzo Davies.

Sus ojos grisáceos viajaron por la tienda hasta que se fijaron en mi. Él sonrió cínicamente. Llevaba el uniforme de la librería: camisa negra con el logo y pantalones a juego. Se veía en forma, delgado y bien tonificado, los músculos de sus brazos andaban definidos.

En algún momento de mi vida con él lo encontré guapo: pómulos perfectos, nariz afilada, cejas gruesas y su pelo oscuro y desordenado que le cubría las orejas y un poco la frente. Ahora no.

Enzo y yo fuimos novios por 6 meses, hace aproximadamente un año atrás. ¿La razón por la ruptura?

Me fue infiel.

Así de simple.

—¿Qué miras, Blaire?—La voz de Enzo me trajo al mundo. Me había quedado pensando en él. —¿Tan guapo soy?

Me encogí de hombros. —Llegas tarde.—le contesté fríamente. No valía la pena discutir con él, él siempre se traía las suyas. Ya él se encontraba frente al mostrador. Esa fue mi buenas tardes para él.

Él solamente sonrió. —Eso es lo de menos. Lo importante es que llegué a trabajar. —él contestó.
Lo fulminé con la mirada y él simplemente se fue al área del coffee bar para trabajar las órdenes que andaban pendientes.

—Aún odio a tu ex, ¿lo sabes? —me dijo Rosalia, quien se había asomado en el mostrador. Rosalia, quien es mi mejor amiga, también es mi compañera de trabajo y mi compañera de cuarto.

Llevamos diez años de amistad, hemos tenidos nuestras altas y bajas, como todas amigas, pero siempre sobrevivimos a los problemas que se asoman.

—Imagínate yo, que lo tengo que ver casi todos los días en el trabajo. —soné irritada, porque siempre es lo mismo. Ver a Enzo casi todos los días me daba algo. Me daba asco, creo. No podía creer que anduve seis meses con él, pero que bueno la relación terminó porque ahora ando mejor así sola.

Imposible OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora