𝗘𝗟 𝗗𝗘𝗦𝗖𝗨𝗕𝗥𝗜𝗠𝗜𝗘𝗡𝗧𝗢

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Mayo, 1864.

Audrey se encontraba en su habitación, como había estado toda esa semana, para lo único que salía era para comer, no estaba lista para ver a nadie, ¿Si podía hacerle daño de esa forma a su padre, que más podría hacer?

Audrey solo podía pensar en lo que hizo, pasaba por su mente una y otra vez. Se sentía muy mal por eso, ¿Qué tal si lo hubiera asesinado? Porque no importaba cuanto detestará a su padre, lo amaba.

Estaba acostada en la cama cuando escuchó que alguien tocaba a la puerta, se planteó abrirla, al final no lo hizo.

—Audrey...—La voz de Stefan sonaba reconfortante para Audrey, pero no podía verlo, ¿Cómo le explicaría lo sucedido? —. No entiendo qué ocurre, pero... Solo si deseas contarme, estaré aquí para escucharte.

Ella estaría tan feliz de contarle, pero era imposible, de alguna forma, lo estaba protegiendo. Se tapó la cara con la cobija, intentando no enojarse consigo misma por no hacerle caso a Stefan.

—Me temo que has venido aquí en vano —dijo Audrey, tal vez escucharla tranquilizaría a Stefan—. Estoy concretando algunos asuntos.

Stefan abrió la puerta y Audrey se quitó de la cara la cobija. ¿Cómo pudo olvidar que no cerro del todo?

—Concretando algunos asuntos, eh —dijo Stefan en broma.

—Estoy relajándome un poco —mintió Audrey, aunque sabía que no podía mentirle.

—Has estado ignorándome —El rostro de Stefan mostraba preocupación—. A tus padres, a Anna y a Katherine también. Por lo que acudí a verte.

Audrey hizo una mueca al escuchar el último nombre, Katherine ya no era importante para ella, aunque no le diría nada de eso a Stefan.

—Lo lamentó, ha sido una semana ocupada, y con situaciones complicadas... y tampoco fue una buena semana —Audrey se sentó en la cama, viendo a Stefan, quién estaba al otro extremo de la cama—.

La mirada de Stefan era inquisitiva, sabía que ocultaba algo y Audrey tenía que buscar algo mejor que decirle para que no sospechará.

—Me preocupas, Audrey —Stefan la rodeó con sus brazos—. ¿Puedes jurarme que te encuentras bien?

—Estoy bien —Audrey le dio un pequeño beso.

Cuando Audrey vio la mirada de Stefan, se sintió mal al respecto, tenía razones para ignorarlo, aunque él no merecía nada de eso.

La mano de Stefan pasó por la herida que le dejó su padre, estaba tan distraída con otras cosas que se olvidó de aquello.

—¿Por esto no has salido? —preguntó Stefan.

—Algo así —respondió Audrey, de alguna forma, esa herida comenzó todo—. Tuvimos una discusión, estaba cansada de que siempre terminará mal, así que me defendí y considero que me sobrepasé y he estado reflexionando sobre ello.

Stefan abrazó a Audrey, aferrándose a ella. Sabía qué pasaba por estas situaciones más que él y eso jamás la detuvo de salir, a veces fingía que nada había pasado, pero a él y Damon siempre les contaba la verdad, es por eso que Stefan amaba la valentía de Audrey.

—Ya he entregado las invitaciones de la boda —dijo, cambiando de tema—. Solo debemos esperar las confirmaciones.

—¿Ya las has entregado? —preguntó con sorpresa—. Pude ayudarte con eso y...

Stefan la interrumpió con una gran sonrisa en sus labios.

—Estabas demasiado ocupada —respondió, repitiendo las palabras de Audrey.

𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒 │𝗦𝘁𝗲𝗳𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘃𝗮𝘁𝗼𝗿𝗲Where stories live. Discover now