𝗘𝗟 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢

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Por la mañana, como había dicho el padre de Audrey, salieron ambos de aquella casa, su padre no dejaba de sonreír y eso a ella le desesperaba, ¿Por qué tiene que actuar de esta forma? ¿Por qué no puede ser ella misma, ni siquiera con sus padres?

Demian no se había marchado hace mucho, pero la manera en la que sus padres querían controlar su vida hacía que lo extrañará más. Su hermano era la primera persona más amable y agradable que había conocido, era tan fácil de admirar, y gracias a él sus padres le dieron la oportunidad de hacer lo que ella quisiera de su vida, eso hasta ahora.

—Amarás al chico estoy seguro, viene de una gran familia y es un gran hombre, tiene potencial para hacer que este pueblo funcione.

Mientras su padre no dejaba de alardear a ese chico misterioso, que a Audrey no le interesaba conocer ni en lo más mínimo, se puso a mirar por cualquier lado con tal de no mirarlo, pero dando un "sí" como si realmente lo escuchará.

Después de esto tendrá que ver a Stefan, decirle que no pueden estar juntos y terminar algo que apenas estaba iniciando, ¿Es tan difícil estar con alguien que de verdad quieres?

—¿Estás escuchando lo que te digo, Audrey? —Los ojos de su padre están posados en los de ella esperando a una respuesta, si dice algo incorrecto su padre se enojara.

—Me agradaría saber el nombre del chico —dijo mirando por la ventanilla del carruaje, por donde están solo habían venido una vez y fue por negocios de su padre—, no quiero pasar vergüenza al no saber quién es.

—Ya lo sabrás —respondió su padre—, y con la información que te he proporcionado ahora será más fácil que hables con él.

Audrey asintió con lentitud, tal vez fue menos de la mitad lo que escuchó y eso no serviría de nada.

En poco tiempo el carruaje paró, miró por la ventanilla por última vez, se podía notar la sorpresa en su cara, su padre abrió la puerta que estaba del lado de ella y se bajó de este, sin dejar de mirar el lugar.

—Supongo que él es un Donovan —dijo, aunque fue más una duda, está casa fue donde se quedaron esa vez.

—Estás en lo correcto —contestó su padre—. Vamos adentro que nos están esperando.

Audrey soltó un suspiro, aquel vestido que trae, aunque es lindo es el más incómodo que podía tener, apretaba casi toda su cintura. En la entrada de la casa de los Donovan, están dos chicos, uno que parece de su edad y otro más grande que ella, tal vez dos años mayor.

—Buenas tardes —Dio una pequeña reverencia y mostrándoles una sonrisa a los cuatro miembros de la familia.

—Eres adorable —dijo la señora Donovan entre dientes, está claro que empezó muy mal.

—Lamentó que llegáramos un poco tarde, me distraje hablando con mi hija del extraordinario hijo que tiene.

Audrey tuvo que levantarse muy temprano que para ella es imposible que hayan llegado tarde.

—¿Qué tal si los dejamos solos para qué se conozcan mejor? —habló el señor Donovan.

—Por supuesto —respondió su padre.

Todos entraron a la casa a excepción del hermano mayor, Audrey estaba tan desesperada por irse.

—Bonito vestido —Señaló el vestido, el chico estaba intentando hacer conversación.

—Gracias, el vestido es de mi color favorito —dijo con amabilidad.

Podía no estar interesada en él, pero no sería cruel.

𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒 │𝗦𝘁𝗲𝗳𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘃𝗮𝘁𝗼𝗿𝗲Where stories live. Discover now