Capítulo 4: Arco II (1) - 1594

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Sara se mantiene lo más cerca posible del suelo, tal como le dijo su padre. El sistema de defensa cayó hace horas.

Los sonidos explosivos de las armas disparando sin parar la ensordecen por un minuto. Ella se recupera.

Saca las balas del bolsillo cosido a su atuendo con facilidad, precisión. Ella lucha con su arma por un segundo antes de prepararse.

Alguien grita a su izquierda. Alguien cae al suelo a su derecha.

Hay muchos. Demasiados. Las balas no alcanzan su cuerpo en lo que solo puede ser un golpe de suerte.

Bien podría aprovecharlo.

Sara fija su mirada en su objetivo y dispara una vez. Dos veces.

Ella falla Su agarre no es lo suficientemente fuerte. Hace días que no come bien y su cuerpo empieza a resentirse.

Su visión se vuelve borrosa cuando el viento golpea directamente su rostro, arrastrando toneladas de polvo que las fuerzas enemigas levantan con sus pies.

Maldita sea, maldita sea, maldita sea.

No es una excusa para dejar de luchar. Nada es una excusa para dejar de luchar.

Impulsivamente, levanta su cuerpo del suelo para ponerse de rodillas.

Es arriesgado, pero es todo lo que puede hacer para proteger el territorio hasta la llegada de los refuerzos prometidos hace dos semanas.

Un soldado enemigo logra lanzar una bomba incendiaria a metros de distancia, justo en el centro del contraataque. La repentina luz y el ruido de los chillidos de la gente hacen que Sara pierda el equilibrio.

Siente un dolor agudo en el muslo izquierdo y un grito entrecortado se le escapa de la garganta.

Su agonía dura solo unos segundos.

Entonces, su mundo se vuelve negro.

-

Jiho camina rápidamente por el camino de tierra, ajustando su uniforme alrededor de su cintura. Es demasiado grande para ella.

Ella está retrasada. Ella sabe que llega tarde.

Ella solo espera que sus compañeros de trabajo no se den cuenta de lo tarde que está llegando. Acaba de perder su casa -o al menos eso decía la carta pasivo-agresiva enviada por su casero-. Ella no tiene ganas de perder su trabajo también.

Abre las puertas de madera del hospital de la forma más furtiva posible, pero pronto se da cuenta de que nadie le está prestando atención.

Los trabajadores de la salud con uniformes blancos se mueven rápidamente de un lugar a otro, con las manos llenas de vendajes, tijeras y alcohol, con el rostro tapado hasta la nariz.

Los pacientes están siendo atendidos allí mismo, en la sala de espera, que es un evento que solo tiene lugar cuando todas las demás habitaciones del edificio están ocupadas.

Jiho se queda estupefacta por un segundo, antes de que una voz la saque de su estupor.

-Park, ¿Dónde estabas?

Jiho se estremece y se da vuelta lista para recibir un regaño acalorado mezclado con el hielo de una mirada petulante.

En cambio, su jefe se mueve a su lado, sin dejar de hablar.

-Los soldados del pelotón Hansado llegaron esta mañana. ¡Usa tu maldita máscara! ¡La tienes por una razón!

Jiho se pone la máscara en la nariz, frunciendo el ceño. Su jefe regresa en cuestión de segundos, una hoja de papel y un montón de equipo médico en sus manos.

wherever that may be - sahyoWhere stories live. Discover now