Capítulo cuatro.

460 34 8
                                    

THOMAS URRUTIA

ES UNA HISTORIA MUY GRACIOSA.

Todo empezó un día en la facultad cuando caminaba hacia una de las clases acompañado de Dixie. Ella, como siempre, hablaba acerca de las asignaturas que la preocupaban mientras yo solo pensaba en que haría una vez llegara a mi casa. Ese día había comenzado demasiado temprano y no paré un minuto, por eso mismo, estaba más cansado de lo habitual y era casi un zombie. Solo quería llegar, comer algo y dormir una larga siesta sin ser interrumpido por el engendro de mi hermano.

Aquel era un hermoso día, donde el clima estaba equilibrado sin hacer frio o calor, y todo el mundo andaba alborotado. Nosotros no éramos la excepción, y mientras avanzábamos por una de las galerías alguien chocó de improvisto con alguien. Enseguida comencé a disculparme aunque realmente yo no había tenido la culpa, pero daba igual...

— Discúlpame tu a mi —dijo una voz suave y cantarina que hizo que me congelara.

Miré hacia abajo y se trataba de una chica. Una bonita chica con el pelo oscuro y ondulado, ojos cafés y grandes gafas; llevaba entre sus manos unos libros que se veían pesados y tras de su espalda, una mochila cargada de cosas. Ella era de esas personas con una belleza sutil y tranquila, rodeada de un aura de simpatía y que a simple vista puedes deducir que es inteligente.

Negué con la cabeza, porque las palabras habían quedado disecadas en mi interior. Ella me miró confundida y se acercó a mí.

— ¿Estás bien? ¿Te golpeé fuerte? —me preguntó preocupada. Asentí y negué, todo al mismo tiempo y terminé moviendo mi cabeza en círculos como los perritos de juguete que hay en los autos.

Ella sonrió con timidez y buscó alrededor algo que la ayudara conmigo. Era realmente mucho más hermosa cuando sonreía. Quería decirle que estaba bien, que ni yo podía conmigo mismo pero no podía porque tenía desactivado mi cerebro. Abrí mi boca varias veces pero nada pasaba, y solo vi como me sonreía por última vez antes de correr hacia lo que supuse sería su próxima clase.

Quedé de pie no se cuanto tiempo, pensando en lo patético que fui y rezando porque en un universo alternativo haya sido capaz de hablarle, preguntarle cómo se llamaba y quizás invitarla a salir. En un momento, parpadeé y me encontró con la morena y despampanante Dixie me reía en mi cara.

— Thomas Urrutia, nunca creí que sobrepasarías tu nivel de timidez con alguien —comentó. Entorné mis ojos hacia ella y la miré con todo el odio posible.

— Podrías haber ayudado —insistí retomando la caminata. Ella puso los ojos en blanco y me miró de reojo.

— Claro que no. Tú debes ser capaz de hablar y coquetear con alguien —respondió la aguafiestas.

— Pero nunca voy a saber su nombre —le dije haciendo un infantil mohín. Ella me sonrió con ternura y afinó sus ojos negros.

— Eso mi querido, lo sé —guiñó uno de sus ojos—. Se llama Gabriela y estudia arquitectura —me dijo. Quedé realmente sorprendido y maravillado de ese pedazo de información, y hubiese besado a Dixie delante de todos si no fuese porque su novio me extirparía los testículos.

— Te amo, deja a Ed y fúgate conmigo para casarte —exclamé dramáticamente. Ella me miró con soberbia felicidad y me mandó un beso imaginario.

Luego de allí nos separábamos, y no dejé de pensar en la bonita Gabriela y en mi estúpido comportamiento. En serio, no sé por qué tengo tantos problemas para hablar con alguien. Me sucede desde que tengo uso de razón y lo único que ha hecho es meterme en problemas. Una vez fui a una tienda de ropas y me llevé una remera con flores no me animaba a decirle a la chica que atendía que no me gustaba para nada. En otra ocasión, me dieron boletos para una película romántica cuando lo que quería era una de acción, pero si algo debo aclarar es que ambas películas se llamaban muy parecidas y me confundí, y nunca pude decirle al boletero que me había equivocado.

Wild Night  [Finalizada]Where stories live. Discover now