Capitulo 1.1

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"Vaya, miren quien está aquí".

"Es el futuro obispo. ¡Muestre educación!"

"¿Eh? Mira esto. Flores. ¿Las estás salvando?"

"Sorprendente, el poder divino aún permanece en nuestro sacerdote".

"Tengo que admirar su fidelidad".

"Ja, ja, ja, ja. Cierto. Nuestro Sacerdote Blanco es verdaderamente fiel y está lleno de poder divino"

"Incluso siendo un plebeyo es tan querido por todos".

Los hombros de Eugene se encogieron. El grupo de sacerdotes que había entrado a la capilla se estaba burlando de él. No quería dejarse influenciar por ellos, así que eliminó la expresión de nerviosismo en su rostro y se dio la vuelta para saludarlos.

"Están aquí, mayores"

Suspiro. -"¿Qué quiere decir con mayores?, Nosotros no somos tan viejos, sacerdote, no diga algo como eso"

Uno de los sacerdotes, con el rostro plano, entrecerró los ojos con frialdad y le estrechó la mano con una sonrisa. Tenía una apariencia hermosa. Cabello rojo y ojos claros que iban acompañados de oscuros círculos debajo. La forma en que inclinó la cabeza y agitó las manos fue aparentemente una muestra de respeto, pero todos en la sala sabían que esa no era su verdadera intención.

Eso se debía a que la persona que lo había saludado era Theon de Catlick, el hijo menor de la familia Catlick.

Entre las familias nobles, los Catlick se habían destacado particularmente.

Eran del linaje más poderoso que ocupaba el centro del torbellino del poder: La familia real, cuya reina dio a luz al futuro príncipe heredero. Y Theon, el miembro más joven de los Catlick, era famoso por ser diferente a ellos.

A pesar de su personalidad ególatra de querer obtener todo lo que deseaba y ser hijo ilegítimo, su pelo rojo como la sangre era una explicación irrefutable de que pertenecía a la familia. Gracias a ese rasgo, fue capaz de sobrevivir entre numerosos hijos ilegítimos y ser reconocido como un Catlick. Incluso si estaba cubierto con su sonata de sacerdote, sus orígenes no podían ser ocultados.

Eugene miró fijamente a Theon, quien le estaba sonriendo. Un enemigo tan intenso como el color de su cabello. El breve recuerdo de un hombre pelirrojo que un día le sonreía tímidamente brilló en sus ojos y rápidamente se desvaneció.

No podía entender por qué lo odiaba tanto. No le debía nada al pelirrojo.

"De acuerdo."

Era mejor no alargar el encuentro. Eugene asintió con la cabeza como signo de saludo y volvió su mirada hacia las flores. Ya que estaba acostumbrado a ello, era capaz ignorar el odio y la ira que recibía sin un por qué, pero no podía hacer lo mismo con el poder que tenía Theon.

Eugene había sido disciplinado en varias ocasiones por verse envuelto en disputas con el de cabello rojo. De hecho, Theon había sido uno de los mayores contribuyentes para convertir su vida en el monasterio en un infierno.

Había tratado de no provocarlo tanto como le fuera posible, pero Theon era alguien que se molestaba por todo y encontraba cualquier cosa para discutir con él.

-Mira las flores. Están realmente en un muy mal estado. ¿De dónde vino esa cosa blanda? ¿Pueden verlo todos? ¿Estaría Dios feliz de recibir flores como esa?

-De ninguna manera. Es una flor demasiado fea para ser aceptada por Dios.

-Sí, además ya no cabe en el cuenco.

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