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"Tranquila princesa Elizabeth."

"Respira, solo respira."

La voz del doctor Reginald intenta tranquilizarme mientras que yo hago el intento por no vomitar la valiosa comida que contiene mi estómago.

El doctor Stone está haciendo lo propio mientras que consuela con mucho afecto a Iris.

Solo que ella si está vomitando lo poco que comió esta mañana.

"Toma princesa Elizabeth."

El pañuelo de tela bordado con las iniciales "RR" aparece ante mis ojos.

"Gracias."

Lo tomo mientras agradezco hacia el doctor.

Me limpio la boca y me seco las lágrimas que corrieron por mis mejillas.

Aun siento el estómago completamente revuelto...

Pero ahora que ha pasado el malestar corporal, mi mente me empuja hacia lo que debo hacer.

"Elizabeth, a donde vas?"

"No puedes entrar ahí!"

"ESPERA ELIZABETH!"

"NO ENTRES!"

Nadie puede detenerme en este momento.

Me quito el vestido en la entrada de la cueva quedando solo con la ropa interior mientras espero que mis ojos se aclimaten a la oscuridad.

Doy un respiro profundo y casi puedo escuchar el tintineo de la cadena que salía del grillete al que estaba encadenado mi tobillo.

Por mas de un año viví de esa forma.

En condiciones similares a las de esta cueva.

Por ese motivo puedo entender porque estas mujeres están aquí refugiadas.

Putos reales de mierda!

No jodieron la mente por completo!

"No te acerques!"

"Te golpearé si das un paso más hacia aquí!"

La temblorosa voz de alguna de las chicas detiene mis pasos mientras observo como las mujeres se agazapan juntas hasta el fondo de la mohosa cueva.

Todas tiemblan tomando huesos largos.

Solo el pavor las impulsa, pues sus brazos son casi tan delgados como los huesos que empuñan en sus minúsculas y esqueléticas manos.

"Te mostraré mi marca real."
Digo con voz plana y tranquila.

Me quito los zapatos y las calcetas que traía puestas.

"Muestrame la tuya."

Digo hacia las mujeres que me observan con una mezcla de intriga y miedo.

"Tam..."

"También..."

"También fuiste princesa...?"

Otra voz quebrada y podría decir que vieja resuena en la cueva.

"Fuimos princesas."

Asevera Iris quien se planta a mi lado, desnuda completamente.

Creí que mi acondicionamiento había sido retorcido y cruel, pero el torso de Iris...

Por dios!

La piel de su espalda está cruzada por marcas profundas de latigazos que ya sanaron.

Tiene miles de cortes en su vientre, costillas y no tiene un pezón de sus pechos.

Dulce JuguetitoWhere stories live. Discover now