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—Pobre hombre... —se lamentó Niall con falsa tristeza. En realidad sólo lo había visto una vez a lo lejos y no le importaba en absoluto con quién salía Nick, mientras nadie volviera a hacerle daño—. ¿Cuál era su nombre?

—Max —dijo Nick—. Mira hacia la izquierda.

Niall lo hizo.

—Hacia tu otra izquierda, perdedor.

Entonces se dio cuenta de que se había equivocado.

—¡Pues, especifica! —exclamó él para hacerla reír, luego volvió a pensar en todas las relaciones fallidas de su amiga—. Oye, ¿no crees que va siendo hora de dejar de romper corazones? —le preguntó—. ¿Y dejar de lavarme el cabello, también?

Niall sabía que las probabilidades de que su amiga cambiase de tema en un dos por tres eran altas, pero no perdía nada con intentarlo. Sí, él creía a veces que Nick no tenía sentimientos, pero no porque no los conociera, sino porque se los tragaba, los escondía... No sabía qué, pero algo hacía ella con sus emociones para quitárselas de encima. 

Hacía cosa de un año, Niall había encontrado a Nick llorando, devastada, en el parque de patinaje. El episodio fue tan extraño que él dudó por un instante si estaba teniendo una pesadilla. En toda su vida jamás había visto a Nick llorar así, como si realmente algo estuviera roto en su interior, no a causa de una caída, no por una torcedura. Ella sólo decía que no quería enamorarse otra vez en su vida y finalmente se forzó a sí misma a dejar de llorar. Jamás volvió a mencionar el tema, pero tiempo después Niall comprendió que desde que ese chico —quienquiera que haya sido— la dañó, ella nunca dejó entrar a nadie más de lleno en su vida. Por momentos incluso él mismo se sentía algo desplazado por ella. 

—¡Disculpa! —exclamó Nick con sarcasmo. Nick y su sarcasmo—. Creo que tu recomendación viene de muy cerca. ¿Quieres contar a cuántas chicas has roto tú? —Cerró el grifo de agua y Niall se puso de pie. 

—Bueno, puede que estemos empatados —admitió él—. Pero las chicas suelen saber cuándo pretendo tener algo serio y cuándo no. No como alguien aquí, que sólo se aburre y corta.

Nick terminó se secarse las manos y le extendió la toalla. Niall se inclinó y ella le secó un poco el cabello con esta, luego él se puso frente al espejo. La verdad es que no se veía nada mal con el cabello rubio.

—Por favor, lo hago por su bien —se defendió Nick mientras Niall se miraba en el espejo y hacía caras mientras se toqueteaba el pelo—. Además no tengo la culpa de no sentir algo tan graaaaaande por el chico.

Quizá salir con un chico tras otro era la manera de Nick de desquitarse por el daño que había sufrido aquella vez. Niall optó por hacerla reír y cambiar de tema. Jamás sabría qué sucedía ahí dentro, por lo que no merecía mucho la pena intentar comprender a Nick.

—Quizá simplemente no tienes sentimientos —masculló, mirándola como si tuviese un fantasma en frente. 

—Ridículo —respondió Nick, rodando los ojos, y salió del baño.

—¿Esa es toda tu respuesta? ¿Ridículo? —preguntó Niall mientras la seguía por el pasillo hasta su propia habitación. 

—Sip —dijo ella con tono casual. Se sentó sobre la cama y él aprovechó para recostarse y poner la cabeza en su regazo. Siempre era cómodo apoyarse sobre ella. 

Le sonrío y se revolvió el cabello por enésima vez. Aunque ya estuviese lavado, lo sentía extraño. Sin embargo le gustaba. 

—Quedó lindo —dijo Nick, sonriendo también. 

The Right One (actualización lenta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora