CAPÍTULO 16: La nueva niñera

3.5K 434 320
                                    


Sentirlo tan cerca de mí después de lo que sucedió sobre el sofá, hace que mis piernas tiemblen y que cada parte sensible de mi cuerpo cobre vida. No debería sentirme así, es un poco extraño. Lo es porque Theo y yo siempre hemos sido mucho más que amigos y algo menos que hermanos. Un intermedio que hace que cualquier tipo de relación amorosa entre los dos se escuche un poco absurda. Porque, en realidad, qué rareza que te guste alguien con quien has compartido la mayor parte de tu vida, al punto de ser casi un familiar, sin embargo... Theo no lo es. Y mi cuerpo ya está muy consiente de ello. Quizás demasiado. 

Giro y me encuentro con un gesto indescifrable. Theo lleva un gesto entre molesto y divertido, pero mezclado con agobio. Le atribuyo a que debe resultarle muy cansado encontrarme siempre en compañía de Adrián. 

Lleva su mano hasta mi bolsillo y la hunde en el fundillo mientras me mira fijo y sin pestañear. Me toma una gran porción de tiempo entender que está arrebatándome el móvil.

—¿Pero qué haces? —me quejo.

Lo veo revisar la pantalla.

—Cinco llamadas perdidas y todas mías.

Estiro una mano y él quita el móvil de mi alcance.

—Te estás comportando como un niño, ¿sabías?

—¿En serio me lo dices tú, Tigger?

Me cruzo de brazos.

—Te dejé un mensaje en el mesón, ¿qué más querías? No iba a pedirte autorización para salir con un amigo.

—¿Amigo?

—Sí. 

—Adrian no es tu amigo, Liana.

—Eso no lo decides tú —respondo de inmediato, pero al segundo me siento mal por lo molesta que he sonado. No quiero que piense que lo estoy. 

Exhala, mira hacia un costado y se muerde el labio inferior mientras asiente un par de veces.

—¿A dónde van?

—A dar un paseito —dice Adrián desde el bote—. ¿No quieres venir?

—Ni muerto —contesta Theo.

—Entonces tendrás que esperar aquí porque ya he quedado con Adrian y Camille —le informo.

Me mira y niega con la cabeza mientras sonríe.

—De verdad te has vuelto demasiado voluntariosa. 

—Y tú —le hinco el pecho con un dedo—. Te has vuelto muy autoritario. ¿Dónde ha quedado el Theo que me dejaba comer galletas de chocolate en la madrugada?

—Maduré.

—Pues a este paso te vas a pudrir —giro, siento como mi cabello le choca en la cara. Su mano se aprieta un poco en mi brazo. 

—Liana, espera.

Suelta su agarre en el momento en que yo subo una ceja. 

—Te esperaré aquí. Tenemos una conversación pendiente.

—De acuerdo —digo, no muy convencida.

Theo suspira. Hay resignación en su mirada. Sabe que no puede lidiar conmigo cuando tomo mis propias decisiones. Pero, sé también que ahora hay tensión por lo ocurrido la noche anterior. No me mira mucho tiempo a los ojos. Como si le costara sobrellevar los pensamientos que se le cruzan cuando está cerca de mí. Sé que está arrepentido, pero aún no descifro si es porque no se atrevió a besarme o porque se dejó, al igual que yo, dominar por el fuego que nos consumía al sentirnos tan cerca. Por mi parte y aunque me estoy tomando un tiempo de analizarlo, todavía siento mi piel arder ahí, en donde la fricción y la necesidad se hacía casi insostenible.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now