Matón | Draco Malfoy

Esto es la guerra

ALLISON MALFOY

Severus y yo estábamos de pie uno al lado del otro, en lo alto de la torre de astronomía, observando cómo los estudiantes se agolpaban en la escuela. Era el comienzo de un nuevo año y los tiempos eran oscuros. Ningún estudiante parecía estar feliz y se sentía como si la magia hubiera sido absorbida por todos. Algunos estudiantes no fueron permitidos regresar este año debido a los temores de sus padres, que habían eclipsado el entusiasmo de los estudiantes por volver a Hogwarts. Pero, ¿quién estaba realmente ansioso por volver? Hogwarts ya no era lo mismo.

—¿Qué vamos a hacer, Severus? —le pregunté, mirándolo fijamente, recordando el momento en el que lo llamé por su nombre de pila y fui castigada por ello.

—Debemos hacer lo que se nos pide —respondió él, en su característico tono lento. Asentí con la cabeza mientras él continuaba observando a los estudiantes desde la torre. Luego, comencé a descender los escalones de esta.

Harry, Ron, Hermione y Luna se encontraban refugiados en una casa aislada, rodeada por el océano. Durante los últimos cinco meses, los había visitado en varias ocasiones, ya que no podía evitarlos. Había muchas cosas que aún desconocían, especialmente considerando que hace unos cuatro meses, Snape se me acercó y me reveló cómo Dumbledore le había encomendado la misión de matarlo él en lugar de Draco. También me reveló que Snape había estado secretamente del lado de Harry todo el tiempo. Draco, por otro lado, no tenía idea de esto. Sin embargo, sabía que él tampoco quería estar del lado de Voldemort.

Continué caminando por el castillo, con mi vestimenta característica de traje de pantalón negro. Desde que me convertí en una Malfoy, los vestidos ya no eran lo mío. Finalmente, llegué a Hogsmeade y desaparecí de regreso a mi hogar, La Mansión Malfoy. Sin embargo, tan pronto como llegué allí, la Marca Oscura comenzó a arder, llamándome. Decidí aparecerme en el banco Gringotts, donde el Señor Oscuro se paseaba entre los cuerpos, sembrando la destrucción a su paso. Narcissa, Lucius y Draco también estaban presentes, observando la escena de destrucción que yo, claramente, había pasado por alto. Voldemort caminaba junto a Nagini, susurrando en pársel. Luego, sin decir una palabra, se marchó. Sin embargo, podía sentir su ira creciendo cada vez más fuerte.

—¿Cómo estás, querida? —Narcissa se atragantó al dirigirse a mí con ternura.

—Bien —le respondí, intentando restar importancia a la situación—. Aparecerse no es tan cómodo cuando estás embarazada —continué, tratando de restarle importancia a la situación. Sabía que no era el momento ideal para estar esperando un bebé, ya que se avecinaba una gran batalla. En ese momento, se me ocurrió un hechizo para ocultar mi vientre, haciendo que pareciera que todo estaba normal y que no estaba embarazada, aunque en realidad lo estaba.

Narcissa me sonrió amablemente, recordando la dificultad de mi situación, antes de que todos desapareciéramos y volviéramos a casa. Una vez en la sala de estar, reuní a Narcissa y a Draco, quienes me miraban con preocupación, esperando escuchar lo que tenía que decirles.

—Voy a regresar a Hogwarts —les anuncié finalmente. Sin embargo, Draco no parecía entusiasmado.

—No —protestó en un comentario breve pero contundente.

—Necesito ayudar a Severus. Creo que sería beneficioso para él tenerme allí. Puedo estar alerta y apoyarlo más en sus tareas —insistí, aunque estaba mintiendo un poco, ya que mi verdadero propósito no era ayudar en las tareas de Voldemort, sino en las de Harry—. Así que voy a volver.

Hubo un silencio prolongado mientras todos reflexionaban profundamente. Finalmente, fue Narcissa quien habló.

—Bien. —Ella estuvo de acuerdo. Sin embargo, pude percibir la falta de entusiasmo en Draco, y sabía que no estaba contento con mi decisión. Mientras empacaba mis cosas, sentía su mirada de decepción sobre mí. Pero necesitaba volver a Hogwarts. Era mi último año y sentía la necesidad de estar allí, pero también necesitaba alejarme de esta casa.