Capítulo 8. Una posibilidad

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— Hola — dijo entre risas.

Se acomodó el cabello.

— Ah, hola. ¿Qué haces aquí?

Resopló, borrando por completo su expresión burlona. Parecía que estaba de buen humor, lo cual era muy extraño porque siempre se encontraba demasiado serio.

— Vine por ti para acompañarte a la escuela — dijo mientras me quitaba la mochila del hombro.

Tenía que tratarse de una broma.

— No. Ya enserio, dime la verdad — insistí como tonta, apartándome de él.

— Ya te dije. Pero si no quieres que vaya contigo, me voy.

— No — casi grité. — Está bien, gracias.

Me quité la mochila del hombro y se la entregué.

Caminamos en silencio, no había llevado su lujoso coche. Usaba un par de botas negras de piel e iba vestido todo de negro, lo cual lo hacía verse aún más pálido. Supuse que no le gustaba llamar la atención con ropa más colorida, pero dudo que alguien no volteara a verlo, eso era imposible.

— ¿Puedo preguntar?

— ¿Qué quieres saber?

Me hizo una mueca.

— ¿Qué sabes sobre vampiros?

Me di cuenta que susurré la última palabra como si temiera decirle en voz alta.

Dio un suspiro y volvió a tensarse.

Esperé por su respuesta un par de segundos.

— Dime exactamente qué quieres saber.

Pensé un poco mientras esperábamos sobre la acera a que un auto cruzara la calle.

— ¿Cómo son?

Vaciló.

Tienen cuerpo de humano, fuerza sobrenatural, sus ojos son de colores brillantes y extraños Su piel es pálida y...

Cruzamos la calle cuando nos aseguramos de que no venían más coches.

— Parece como si hubieras hecho una descripción de ti — lo interrumpí hablando sin pensar.

Se detuvo en cuanto llegamos a la otra acera.

— ¿Me encuentras parecido con un vampiro?

Lo vi a los ojos y olvidé lo que estaba a punto de decir.

Abrí la boca, pero no dije nada. Continuamos caminando en silencio por algunas pocas calles. Su mirada era demasiado intimidante, aquel verde en sus ojos me hacía sentirme sofocada. Mis músculos estaban tensos sólo por su cercanía, como si mi cuerpo detectara cierta amenaza.

— ¿Por qué haces esto?

Noté que de verdad estaba confundido cuando volteé a verlo, casi tanto como yo lo estaba.

— ¿Por qué te comportas así?

— ¿Cómo?

— ¿Por qué vienes a mi casa para acompañarme a la escuela?

— ¿Está mal?

— No. Está bien.

Se quedó pasmado.

Bufé y miré hacia otra parte, ni siquiera era capaz de darle coherencia a mis palabras. Pero estando en silencio me di cuenta que realmente creía en lo que estaba diciendo, él era muy parecido a un vampiro, si es que realmente eran como él los describía. Nunca había pensado que realmente existían esas criaturas, pensé que era una fantasía que jamás podría cumplirse. Además, no pensé que me encontrara en estas circunstancias, si Alexander era un vampiro, entonces, yo estaba enamorada de un vampiro. O tal vez, no estaba enamorada, o sólo no quería aceptarlo porque él claramente no estaba a mi alcance. A veces me hacía creer que realmente estaba interesado en mí, pero me costaba creerle, algo de él me hacía sentir desconfianza.

Deseo disfrazado. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora