Capítulo 4 - Un precio

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La vista del departamento donde Robert le había hospedado tenía una vista panorámica del centro. La Aguja de Dublín se apreciaba desde ahí, aunque tremenda estructura cómo no notarla.

John resistía la tentación de volver a revisar sus notas. Conocía bien sus obsesiones y hasta donde podría llevarle si no ponía un alto a tiempo. Más tarde tendría tiempo y energía para enfocarse en ello. No le había dicho aun a Robert ni mucho menos a la doctora Connolly sobre la marca en la pintura, antes de la explicación de la doctora sobre la investigación.

La chica.

Oh, solo porque era madrugada le asaltaban los pensamientos que no solía tener durante la luz del sol.

Era más consuelo pensar en lo bella que era aquella chica. Había perdido la costumbre de prestar atención a algo tan mundano. Antes, cuando enamorado fue al altar creía que aquello era tocar el paraíso. Su exmujer no había sido la primera, pero sí que quería fuera la última.

Maldijo no tener más cigarros. Ni un poco de alcohol.

La chica era bella... Lástima que estuviera sintiéndose mal. ¿Habría tenido que ver la marca? Esperaba que no.

Mañana, o mejor dicho más tarde, estaría viendo el caso en realidad. La manera en que la doctora lo había manejado le parecía brillante y a la vez osado, rozando lo arriesgado. Poner toda su fe en una estudiante...

Ni él se atrevía a tanto.

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Carolyn salía del baño húmedo de la ducha que había tomado. Era extraño como tenía ansias de quitarse el aroma al laboratorio. Era madrugada y trataba de no despertar a Rachel.

Aquel caso le había estado robando el sueño desde que se volvió tema de su tesis, en un intento desesperado de la misma doctora y de ella que aquel caso no se cerrara de la forma que lo habían oficializado. La visión de aquel cadáver desmembrado y marcado no era lo que le aterraba. No era de lejos lo más extraño del caso

En su escritorio estaba su computadora portátil en suspensión, junto a una libreta con apuntes y hojas impresas. La tetera hirvió del agua y dejó su toalla para servirse té en una taza. Cuando volvió a la mesa de trabajo tomó su móvil. Dos mensajes de Jordan.

Debía admitir que, para no ser su primer novio, el corazón le latía como si aun tuviera dieciséis y fuese su primer flechazo.

"Seamus dice que John Constantine está en el campus con un inversionista. Al parecer la jornada fue una fachada o viceversa."

"John William Constantine es el único investigador paranormal que se le conoce. Uno reconocido."

De alguna forma aquellas palabras no le reconfortaban.

¿Ni un "buenas noches", amor mío?

Borró y volvió a escribir:

"Eso explica porque la dra quería que hiciera un resumen del caso."

"No pensé que estarías despierta"

"Ya iré a tratar de dormir algo. Rachel irá mañana conmigo al laboratorio"

"Hoy tuvo un muy mal día"

"Creo que otra vez tiene pesadillas, pero no quiero preguntarle mucho al respecto"

"Lucia muy pálida y durmió casi todo el día"

"¿Estás segura de que es buena idea que ella vaya contigo?"

El Cuervo y el MagoWhere stories live. Discover now