15. capítulo

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Por la mañana, una llamada insistente en la puerta sobresaltó a Breena. André se incorporó a la vez que soltaba un taco.

-André, el rey necesita verte en su despacho de inmediato.

El vampiro hizo un gesto de frustración.

-Está bien, Raquel. Iré de inmediato.

Breena se levantó de la cama. Ni siquiera se habían desnudado anoche. Y los dos se quedaron dormidos sin hacerlo. Se dirigió al baño, pero la voz de André la hizo detenerse.

-¿Estás bien?-preguntó.

La chica se volvió para mirarle.

-Me hiciste daño anoche, vampiro.

-No estaba de humor para ser delicado. De todas formas no creo haber imaginado que te corrías y gritabas de placer, cariño.

-Vete al diablo, André. Voy a darme una ducha, necesito quitarme este olor a vampiro.

El chico la sujetó por la cintura y metió la nariz en su melena plateada, inspirando fuerte.

-Por mucho que te laves, no podrás deshacerte de mi olor, pequeña-aseguró.

Le hizo volverse y le dio un azote que la hizo lanzar una exclamación.

-Voy a ver qué quiere mi hermano. Volveré a tiempo de ducharme contigo. Creo que no saldremos de la habitación hasta que te oiga decir que te casarás conmigo.

-Antes me cortaré la lengua.

-No lo hagas. Se me ocurren mejores cosas que hacer con tu lengua. Riéndose, desapareció. Breena miró al vacío enfrente de ella con rabia y luego entró al baño, dispuesta a darse la ducha más rápida de la historia. No iba a pillarla dentro, eso seguro.  Cuando terminó y se vistió, André aún no había subido, así que decidió bajar a desayunar. Alexia, subiendo por las escaleras la sorprendió.

-Tenemos que irnos, Breena. El rey Luke ha muerto. Tenemos que acompañar a Elise a casa de su marido.

-¿André también…?

-Sí, querida-dijo él a su espalda-pero iré esta tarde. Cuando me asegure de dejarte a buen recaudo.

El hada se volvió.

-¿Qué quieres decir?-preguntó desconfiada.

André la cogió en brazos y empezó a caminar con ella.

-¿A dónde me llevas?

-Lo siento. Pero no me fío de que no intentes escapar mientras no estoy, así que voy a encerrarte en las celdas.

Breena se revolvió inútilmente en los brazos del vampiro.

-No, por favor, André, no lo hagas. No soporto estar encerrada ahí. Por favor. El chico entró en una de las celdas y la dejó en el camastro.

-Lo siento, cariño. Sólo serán un par de días.

-¿Un par de días? Me debilitaré muchísimo en ese tiempo.

-Lo sé. Eso impedirá que uses tu magia para escapar. Y puedes soportar dos días entre cemento.

-André, por favor-suplicó la chica.

El vampiro apretó los labios antes de volverse.

-No tengo otra opción, Bree. Volveré lo antes posible, te lo prometo.

La chica se acurrucó en el camastro cuando oyó la cerradura. Iban a ser dos días muy largos.

Ese día le pasaron las comidas por el ventanuco de la puerta. Ni siquiera abrieron la puerta para hacerlo. Hicieron bien. Habría aprovechado sus últimos momentos de fuerza para escapar.  Comió y durmió todo lo que pudo para ahorrar fuerzas. Por la mañana se empezó a encontrar débil, pero lo peor llegó al día siguiente. Al mediodía, ya no podía caminar y por la noche, tenía tan pocas fuerzas que Lydia y otra vampira tuvieron que ayudarla a alimentarse y asearse.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora