Capítulo 04.

1.4K 178 44
                                    

Kira.

El frío de la ciudad rusa choca en mi rostro al tener contacto. Las aspas del helicóptero no me permiten oír nada cosa que agradezco. Tener a mi padre a mi lado, quejándose de todo, no es nada agradable.

Solo quiero que lleguemos a destino y sonrío cuando veo a lo lejos, la estructura de la mansión Sokolov la cual se mantiene iluminada. Las personas debajo se ven pequeñas pero mantienen su posición, como debe de ser, demostrando que son dignos de pertenecer a la Bratva porque nada los detiene. Ni el frio, ni el dolor, ni el hambre puesto que fueron criados para recibir órdenes y dar la vida por el Boss y su familia.

Suelto un suspiro, mis pies desean tanto tener tranquilidad que la ansiedad toma parte de mi cuerpo a medida en que descendemos. En la terraza de la fortaleza están esperando doctores para cuidar a papá mientras que hay tres personas más junto a ellos. Finalmente, el helicóptero toca tierra, y aunque todos buscan llegar a mi padre, me hago a un lado bajando de inmediato, yendo directo hacia las tres mujeres que esperan por mí exclusivamente.

Mis hermanas. Los motores de mi vida.

Tienen diferencias y muchas coincidencias en su estructura ósea, pero algo que nos une a todas es el amor fraternal puesto que entre nosotras, no existe nada más que no sea lealtad.

El respeto en mi familia es esencial pero la lealtad, la maldita lealtad es el pegamento que nos mantiene unidas.

Antes de poder decir algo, somos interrumpidas por los doctores que gritan que necesitan sangre para transfusión. Ruedo los ojos, esto de las emergencias médicas no es lo mío y a decir verdad, solo quiero sacarme esta sangre de mierda de encima así que luego de abrazar a mis hermanas, comienzo a caminar hacia la fortaleza.

—¿Qué pasó? —pregunta Kathia, la segunda de nosotras.

Los tacones resuenan en el mármol del piso, las paredes blancas contrastan demasiado con el rojo carmesí de la sangre que cargo encima. Paso por un espejo notando que de verdad estoy hecha una mierda, pareciera que descuarticé a alguien cuando en realidad, solo la degollé.

—El Ejército nos atrapó. ¿Pudieron llegar a tiempo?

—Tuvimos que ser rápidas pero pudimos hacerlo—responde Gala. —¿Quién terminó muerto?

—Nadie importante. ¿Tienen noticias sobre Aliona?

Quiero llegar a mi dormitorio deprisa, camino sin mirar a nadie pero no puedo pasar desapercibidas las miradas que me dan las sumisas. Mujeres jóvenes que caminan por mi castillo con poca ropa, quienes deben servir a los hombres como si fueran objetos. No pueden hablar, llevan cadenas en sus cuellos las cuales las señalan como mujeres pertenecientes a la organización. También, para que los hombres dentro sepan a quiénes se pueden coger y a quiénes no puesto que las sumisas de mi padre tienen la inicial de la familia quemado en su garganta con hierro ardiente.

Me he criado viendo a estas mujeres pasar. Siempre silenciadas, obligadas a tener sexo a la hora que sea y con quien sea, sin poder quejarse, sin poder decidir, solo abriéndose de piernas para cualquiera y rogando por poder embarazarse de alguien importante para dejar de ser la puta de todos.

No es un buen ambiente para criar hijos, mucho menos niñas, pero mientras cualquiera hubiera terminado traumado por las cosas que yo he visto, a mí me ha servido para aprender a forjar un carácter.

Ante ellos, soy la Underboss. La segunda persona al mando dentro de la organización, luego de papá soy la más importante y algún día, seré dueña de todo esto así que no me sorprende ver respeto y temor en sus ojos al verme pasar. De hecho, me agrada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 18, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Pecados Mortales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora