Capítulo 02.

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EROS WHITAKER

—¡Lo tenemos, lo tenemos!—grito de emoción en cuanto llegamos a la base. Me quito el pasamontañas respirando el aire puro, mi hermano es el primero en llegar a mí para abrazarme seguido de Ava quien luce feliz pero no radiante como hubiera esperado.—Este... tiene que ser el puto mejor día de mi perra vida.

El sabor salado que tengo en la garganta es mínimo comparado con la ola de sentimientos que me rodean. Es increíble pensar que un trabajo de casi toda una vida, ha acabado en cuestión de segundos y por un choque en pleno centro. Suena ridículo, que un jefe de la mafia haya caído de esta forma tan bruta.

Alisto mi arma cuando Paxton y el teniente Whitaker sacan casi a rastras al villano de todo mi cuento, al hijo de puta que descuartizó a mi madre y el causante de la muerte de mi padre dejándome desde niño al cuidado de mi hermano menor.

Tengo tantos sentimientos encontrados a este punto que lo único que quiero es despedazarlo, quitarle la piel cual animal y colgarlo luego en mi maldita sala como el trofeo más grande de toda mi carrera.

La sonrisa idiota en sus labios no hace más que enfurecerme.

—Están perdidos—comenta, como si esto fuera una fiesta de cumpleaños—Es una lástima que sean tan jóvenes.

Doy un paso al frente.

—Será mejor que guarde silencio, señor Sokolov—interviene Ava—Todo lo que diga ahora puede ser usado en su contra en una corte, recuerde eso.

El que pose sus ojos sobre ella me provoca un ardor en el estómago porque casi puedo leer su mente al verlo recorrer su cuerpo lentamente.

—¿Crees que llegaré a una corte? Créeme, cariño, que antes de que pise una corte, a ti te tendrán abierta con cinco penes en esa vagina en uno de mis clubes—se burla haciéndola palidecer—¿De verdad son tan ilusos?

Le quito el seguro a mi arma dando un paso al frente cuando Paxton decide que lo mejor que puede hacer ahora, es alejarlo de mí.

Ni siquiera en una situación como esta ese hijo de puta es capaz de cerrar la boca. Hago señas para que saquen a la acompañante la cual traen como un costal, arrastrándola por el suelo con todo el cabello cubriéndole el rostro. La sacan por el mismo lugar donde llevan a Sokolov y por alguna razón, algo me tira a seguirla hasta que se pierde de mi vista.

—¿Dijo algo?—le pregunto a su custodio cosa que niega.—¿Nada?

—No—responde Giles.

—¿Sucede algo?

El tono de su voz es extraño. Llevamos trabajando juntos por años y jamás he sentido esta especie de aura a su lado, como si...

—Ella es... escalofriante—susurra.

—Me dijiste que no había dicho nada.

Ella me enfrenta.

—No ha mencionado una palabra pero es... es su aura, Eros, ella... mirarla me provoca escalofríos, es espeluznante. Con decirte que le temo más a esa mujer que a su propio jefe.

Ruedo los ojos.

—Quizás solo estabas cargada de emociones, no creo que sea para tanto.

—Eso dices porque no la tuviste de frente—reniega—¿Comenzarás primero con el interrogatorio a Sokolov o a la desconocida?

No hace falta mencionar por quién voy a comenzar, simplemente camino hacia la sala de interrogatorio en el ala de máxima seguridad con Giles y Ava pisándome los talones. Los soldados a nuestro alrededor detienen la mirada en mí mientras me abro paso, es una gran noticia el tener a dos personajes de la mafia rusa en nuestro comando después de todas las pérdidas que tuvimos en esta guerra.

Pecados Mortales.Where stories live. Discover now