Se nos da bien odiarnos | Sup...

Da ChicadeOtroRollo

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El prestigioso National City High School siempre contó con la excelente Kara Danvers, profesora de literatura... Altro

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Epílogo]

Capítulo 11

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Da ChicadeOtroRollo

Solo pasó una semana y media donde Kara y Lena volvieron a su rutina de odio. Por mucho que le doliese lo que la rubia le escupió en su día, no podía evitar buscarle la cara para enfrentarla; como si quisiera escarbar en su vida y lograr su venganza. O quizá porque ella era la única que le entretenía el día, pero nunca lo admitiría.

Tuvo su riesgo después de lo que pasó en el supermercado, pero para su sorpresa, la rubia no comentó nada sobre lo ocurrido. Ni insinuó nada de su familia, ni hermano o madre ni de lo que pasó. Ni siquiera se burló indirectamente, cosa que le extrañó ya que tenía todas las papeletas para sacarla de quicio. Era como si jamás hubiera existido aquel encuentro.

Y bueno, ella tampoco iba a mencionar sobre eso porque no quería darle hinca pie a ello.

Kara en realidad recapacitó. Odiaba a Lena al igual que ella lo hacía, pero prefería que se trataran como al principio que como si de verdad fueran a matarse y eso hizo que no soltara ningún comentario sobre lo que pasó. Sus madres tenían razón; ya eran adultas como para andarse con tonterías de niñas pequeñas delante de todo el mundo.

Incluso le dio la razón a Cat que le había llamado la atención un par de veces más (incluyendo que todavía les debía ese informe que nunca llegó a su mesa), recordando de que debían comportarse cordialmente delante de sus alumnos y de terceras personas. Por primera vez, Lena parecía que lo entendía y que estuviese de acuerdo ya que todos los insultos y burlas fueron cuando estaban a solas.

.

—Lena, por favor, pareces un chicle pegado a mi trasero —suspiró Kara entrando en la sala de profesores junto a la pelinegra para disfrutar la hora de descanso que tenían juntas.

—Dejaré de ser un chicle pegado a tu trasero cuando dejes de irrumpir en mi clase para sacar a los alumnos y discutir sobre temas de literatura. Es mi clase, no la tuya —gruñó Lena yendo a su sitio y dejando sus libros de texto en la mesa.

—¿Acabas de afirmar que eres un chicle pegado a mi trasero? —se burló la rubia con una sonrisa ganándose la mirada fulminante de la pelinegra.

—No te desvíes del tema —apoyó sus manos en la mesa antes de sentarse, ignorando su pregunta y Kara soltó una pequeña risa mientras dejaba su materia en su escritorio.

—¿Acaso estás enamorada de mí, profesora Luthor? —se echó a reír ganándose la mirada asesina de Lena.

—¿A qué viene esa pregunta? ¿La única neurona que te funciona hace que digas más estupideces? Porque pobre de ti y de los que te rodean por aguantarte —espetó con gracia haciendo que la rubia apretara los labios.

—Bueno, no es mi culpa. Es lo que insinúas. Me has seguido en todo el día —razonó convincente y Lena suspiró.

—De verdad, ¿eres idiota o masticas agua? Porque no lo entiendo —se burló girando su silla hacia ella y Kara le echó una mirada de odio—. Es que te acabo de explicar porque te he seguido todo el rato y me saltas con tonterías sin ninguna lógica —sacudió la cabeza mientras volvía y abría su libro y Kara rodó los ojos—. Así que, ¿tanto te cuesta esperar a que toque el timbrecito? Ahí podrás hacer lo que te dé la gana.

—Es que, como tú has dicho, soy idiota y las idiotas ignoran las órdenes y peticiones de las estúpidas —alzó las cejas y Lena levantó la vista y entrecerró los ojos, agitando la cabeza.

—¿Acabas de afirmar que eres idiota?

—Mierda... —susurró rascándose la barbilla y evitando los ojos de la pelinegra—, esa frase sonaba mejor en mi cabeza —murmuró Kara y miró a la pelinegra que tenía las cejas arqueadas—. Pero realmente no entiendo por qué te cuesta tanto. Son solo cinco minutos, luego vuelven a tu clase.

—Para empezar: odio que partan mis clases y eso lo sabes desde el primer día. Y lo segundo es porque, cuando vuelven, comienzan a comentar por qué demonios te los has llevado y mi clase se va al garete. Estoy cansada de amenazar con amonestaciones —explicó irritada mientras pasaba las hojas de su libro—. Así que, por favor, deja de hacerlo.

—Espera... ¿qué? —preguntó Kara casi en un chillido, llamando su atención cuando ella se acercó y Lena frunció el ceño sin entender qué diablos le pasaba—. ¿Acabas de pedirme "por favor" que no lo vuelva hacer?

—No.

—Joder, y no lo he grabado.

—Madre mía, eres inaguantable.

—Y tú insufrible, pero mira, ahora puedo decir que eres una mujer insufrible y un poquito amable —se burló con una sonrisa entre dientes y Lena exhaló furiosa, levantándose de su asiento.

—A la única persona que voy a pedirle un favor es a un Dios que no creo para ver si ocurre un milagro y cierres la boca, pesada.

—Si me lo dices "por favor" me callaré, estúpida —se acercó a ella con una sonrisa radiante y Lena gruñó, golpeando su pecho y haciendo que se quejara entre que borraba su sonrisa.

—No juegues conmigo porque no vas a ganar nunca, cansina —le volvió a golpear el pecho, pero Kara cogió su muñeca y tiró de ella, haciendo que Lena irremediablemente chocara con su cuerpo.

—Y, sin embargo, no he perdido nada, ¿no? —susurró Kara cerca de su rostro, chocando su aliento con su boca y la pelinegra tensó la mandíbula cuando la rubia se acercó. Ese ambiente denso estaba volviendo como en aquella vez, esa que le hacía respirar con dificultad al igual que la rubia.

Pero esta vez Lena no se iba a dejar llevar, ordenando y despertando a su cerebro de aquel hechizo en cuestión de segundos. No se iba dejar manipular por mucho que quisiese que Kara lo hiciese, que le reventara la boca con sus labios.

Era solo recordarlo y sabría que, si pasaba, finalmente acabarían mal como la última vez, pasarían días de tensión hasta volver a la "normalidad" y no quería estar en un tira y afloja y menos cuando seguramente tendría que darle explicaciones a Kara del todo el por qué cuando la encare de verdad.

Tenía que admitir que inexplicablemente se moría de ganas, pero de verdad que no podía hacerlo. No podía romper su promesa.

—Nunca has ganado, que es diferente —murmuró segundo después, zafándose de su agarre y sonrió mordiéndose el labio, haciendo que Kara arqueara las cejas dubitativamente, intentando descifrar su rostro—, porque siempre voy un paso por delante —y le golpeó el paquete antes de apartarse, haciendo que Kara se encogiera en el sitio.

Como siempre, su amiguito se intentaba asomar cuando discutía con ella y más cuando lo hacían tan cerca. Era evidente que Lena la excitaba irremediablemente, admitiendo que esa aura que la envolvían le hacían tremendas ganas de callarle la boca de la única manera que se le ocurría, como en el cuarto de mapas, y apostó que la pelinegra también lo habría hecho igual.

Pero ahora Lena le había dejado claro que de verdad iba por delante de ella. Intentaba controlarlo, pero no podía hacer dos cosas a la vez. O era centrarse en que no se notara o era discutir con Lena. Y siempre prefería discutir con ella. Suspiró y se sentó en su asiento mirando como la pelinegra también hacía lo mismo.

—No sé si es que, porque piensas que por el hecho de que sea una mujer intersexual, mi amiguito es más resistente, pero que te quede claro de que no es así. Duele igual como el de cualquier hombre —gruñó Kara acariciando la zona golpeada.

—¿Y te ha excitado tanto que lo haga que te vas a masturbar o qué? —preguntó con un tono guasón casi riéndose ya que parecía eso porque la rubia movía su mano debajo de su mesa y la profesora Danvers sacudió la cabeza golpeando la mesa.

—Luego dices que soy yo la ordinaria, pero para lo estricta y profesional que dices ser me demuestras que eres peor que yo, miss perfecta —se burló Kara y Lena achinó los ojos borrando su sonrisa.

—Contigo hago excepciones, petarda.

—Profesora Danvers —intentó Tyler Down en un susurro tímido al aparecer por la puerta segundo después, pero ni Lena ni Kara le escuchó.

—Vaya, me siento alagada. Conmigo haces excepciones de mostrar tu verdadera cara, pero no noto la diferencia porque sigue siendo la de estúpida —vaciló la rubia ganándose un resoplido de la pelinegra—. ¿Sabes qué? Es como si quisieras discutir y quisieras llevar siempre razón —siguió Kara con una sonrisa y Lena sacudió la cabeza, no dejándose vencer.

—Porque tengo cero tolerancias a los idiotas.

—¿Me estás llamando idiota?

—Siempre lo hago, Kara —espetó con un tono burlón haciendo gruñir a la rubia.

—La verdad es que tú eres más idiota —discutió con infantilidad, quedándose sin recursos mientras Tyler intentaba de nuevo, pero siguieron enfrentándose sin tener en cuenta su presencia.

—"La verdad es que tú eres más idiota" —imitó a la profesora Danvers haciéndola gruñir más—. Y luego soy yo la que no tiene grandes argumentos.

—Será porque mi cerebro se distorsiona cuando hablo demasiado con una dunda.

—Vaya, has ampliado tu vocabulario de insultos antes que yo. Felicidades —aplaudió al aire haciendo que Kara rodara los ojos.

—¿Y se puede saber a qué viene tanta celebración?

Ambas se quedaron quietas y callaron ipso facto. Ninguna de las dos había preguntado nada, era obvio, pero eso no era lo peor. Sabían que ese tono no traía nada bueno y más cuando ambas giraron la cabeza hacia la puerta. Ahí estaba Cat junto a Tyler que le despidió de inmediato para que las dejara a solas.

—¿Es necesario volver a dejaros encerradas en mi despacho y obligaros a firmar un pacto de paz o amenazaros con que podría despediros? —gruñó la directora de mala gana.

—Pero nosotras estábamos discutiendo sin que nadie... —intentó Kara justificarse viendo sus ojos furiosos.

—No quiero excusas, Danvers. Tyler ha presenciado todo vuestro numerito cómico sin gracia alguna. Le mandé porque quería verte, pero estaba tardando demasiado y ahora veo el por qué. Me avergüenza que haya tenido que quedarse mirando como dos profesoras adultas que he contratado discutían de manera infantiloide que no se atrevía ni intervenir y más que yo todavía tenga que regañaros... —regañó mientras se masajeaba las sienes y volvió a mirarlas—. Sois profesoras, por el amor de Dios. ¿Qué pensarían los padres de vosotras? —repitió la directora por tercera vez, sacando una mueca a ambas—. No sé qué más hacer... —susurró con disgusto mientras las profesoras se miraban de reojo.

Tenía razón y Lena y Kara compartieron la misma mirada; tenían miedo de que las palabras de Cat se volviesen realidad. La directora no era una mala persona, pero era muy dura con las reglas, tajante a sus principios y más con un instituto prestigioso, cumpliendo con honor su papel y, aunque a veces le divertía aquellas dos, haría lo que fuera falta para que las dos dejaran de discutir como niñas pequeñas delante de los demás: echarlas a la calle.

Kara no quería irse; ser profesora en aquel lugar le dio vida y Lena jamás soportaría lo que vendría después y haría lo que hiciese falta para arreglarlo, aunque tuviera que cerrar la boca con la rubia idiota.

—Prometemos comportarnos —habló Lena esta vez con seriedad—. De verdad, Cat. Te lo demostraremos como sea. Actitud formal, profesional y mesurado con todas las terceras personas y guardando nuestras críticas entre nosotras —repitió con convicción y Cat achinó los ojos esta vez mirando a Kara.

—Te lo demostraremos, en serio —asintió la rubia en de acuerdo haciendo suspirar a la directora. Se quedaron en silencio durante unos instantes donde Kara y Lena compartieron una mirada de "esto es por tu culpa" hasta que, segundos después, a Cat se le cruzó la idea brillante.

—Está bien —llamó la atención de las dos y sonrió—. Vais a ir juntas a Metrópolis.

—¿Qué? —preguntaron ambas profesoras al unísono, mirando a Cat sin entender.

—Mandé a Tyler Down a llamarte —señaló a Kara que tenía la frente arrugada— porque la semana que viene tienes una excursión con los de cuarto año. Quería hablarlo contigo y Winn, pero ya que —señaló a ambas con el dedo entre que alzaba la ceja— vais a demostrar lo que estáis diciendo, y qué mejor que hacerlo entre una multitud importante, iréis juntas con vuestros alumnos y dejaré que Winn descanse —explicó la directora con simpleza.

—¿Y qué excursión haremos en Metrópolis? —preguntó la rubia con curiosidad y Lena miró también con interés.

—Bueno... —se apoyó en el marco y se cruzó de brazos, observando a ambas profesoras—. Era una excursión donde realmente no quería mandar a Lena... —hizo una mueca, mencionando en su mente a Winn que era perfecto para esta salida, pero si quería confiar de nuevo, de que ambas se comportarían mejor delante de todos, tenía que mandarlas para las dos se lo demuestren.

—¿Y eso por qué? —preguntó la pelinegra al igual que la rubia mostraba un rostro dubitativo.

—Porque vais a L-Corp.

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