Habían pasado cinco días desde que Rosé había desaparecido del mapa, nadie sabía dónde estaba, nadie la vio, después de ese extraño encuentro en el club esa noche la rubia se fue sin dejar rastro alguno. Jennie y sus amigos pasaron horas y horas culpándose entre ellos por no haber estado atentos pero al final eso solo hacía perder tiempo. Irene, Namjoon y Jimin recorrieron la ciudad en busca de la rubia, Lisa y Jennie trataban de buscarla por el barrio, todo era muy extraño.
Jennie sintió como si hubiera retrocedido tres años en el tiempo, y volver a cuando Rosé desaparecía de la nada y la dejaba con el alma en un hilo. No dejaba de mirar atentamente la casa de enfrente, días enteros, noches con sueño accidentado, en la escuela no rendía como de costumbre. Esa tarde se terminaba el quinto día sin saber nada de la menor, ya estaba oscureciendo y las esperanzas de encontrarla disminuían.
-¿Aún no se sabe nada?- preguntó la madre de Jennie al ver a su hija mirando por la ventana hacia la casa de enfrente. La morena negó soltando un suspiro.-¿Y la Sra Park no ha hecho nada?
-No...es como si no le importara- dijo con rabia.-Dijo que siempre desaparece y que tarde o temprano va a volver...Rosie no está bien- susurró la última parte pero entonces recordó algo.-Mamá, ¿Tienes una amiga psiquiatra no?- la mujer asintió preocupada.
-¿Por qué, te sientes mal o algo?- pregunto preocupada, Jennie negó.
-No pero ¿Me darías su número?- la mujer asintió sacando su teléfono para enviarle el número, luego soltó un suspiro dándole un beso en la frente a Jennie antes de dirigirse a la puerta.
-Espero que aparezca pronto, esa chica era tan alegre antes de la muerte de su padre.- dijo con pesar.-Recuerda que deje la cena en el horno y no te olvides de cerrar todo muy bien antes de irte a dormir- indicó, Jennie asintió.-Nos vemos mañana bebé.
-No me digas bebé.- debatió la morena con falsa molestia despidiéndose de su madre. Se quedó sola en casa, tenía previsto hacer otra noche de guardia a la espera de Rosé, tenía una manta puesta en sus hombros y una taza de café lista para la noche pero unos minutos después Lisa entró a la casa como si nada sorprendiendo a Jennie quien seguía sentada mirando por la ventana.
-Hola, Jen- saludo la menor, Jennie se exalto asustada.
-¿¡Lisa!? ¿¡Cómo entraste aquí!?- preguntó gritando, la pelinegra apuntó hacia atrás con su pulgar mientras miraba las fotografías que estaban sobre un mueble.
-Por la ventana del baño- dijo sin importancia. La morena negó aun sin poder creerlo.-Oye, ¿Ella es tu hermana mayor?- preguntó tomando una foto de Jisoo, Jennie asintió.-¿No quieres presentármela?
-Que, ¿Supiste algo de Rosé o no?
-Ah, no. Pregunte por el barrio que está pasando el rio y nadie la ha visto.- dijo Lisa, Jennie soltó un suspiro de frustración mientras llevaba sus manos a su cabeza. -¿No será tiempo de ir a la policía?
-No lo sé... y la Sra Park solo...- soltó con frustración y rabia. Entonces como si fuera una señal el ruido de un motor alertó a ambas.
Era el auto rojo, el mismo que siempre andaba con Rosé siempre. El carro estacionó frente a la casa y de el bajo la rubia provocando una sensación de alivio en Jennie, a su vez también bajo el chico quien tomó fuertemente a Rosé de la cintura y la obligó a caminar hacia la puerta de la casa.
-¡Es Rosie!- exclamó Jennie con una sonrisa.-Hay que avisarle a los demás que está bien- Lisa asintió sacando su celular.-Que alivio...- soltó sentándose en el sofá, Lisa la miró con el ceño fruncido.
-¿Es todo? ¿No irás a verla?- pregunto.-Estuviste cinco días esperándola y ahora no irás a verla.
-Pero... está ocupada- Dijo mirando sus manos, Lisa arrugó más su cara mirándola.-Está bien, no sé qué hacer. ¿Qué se supone que se hace cuando una amiga te besa y luego se va como si nada?- preguntó, la menor se encogió de hombros.
-No lo sé, mi vida no es tan interesante- contestó, Jennie solo soltó un suspiro mirando por la ventana nuevamente.
-¿Debería ir a verla verdad?- preguntó.
-Como tu futura cuñada, te aconsejo que vayas- dijo Lisa sentándose a lado de Jennie quien soltó un suspiro antes de levantarse y salir de su casa.
-
Rosé soltó un suspiro mientras se sentaba en su sofá, estaba mareada, sucia, desaliñada, con su maquillaje corrido, su ropa entierrada y mojada, su cabello enredado. No tenía mucha claridad de lo que había pasado en los últimos cinco días solo sabía que estuvo con ese chico igual que siempre. Sintió tanta presión al besar a Jennie que lo único que quiso fue huir, pese a tener la esperanza de que la morena la siguiera.
-¿Tu madre no está?- preguntó el chico revisando toda la casa con su mirada. Rosé no respondió, parecía estar en un trance asimilando lo que estaba pasando.-Supongo que no- continuó el chico.
Pero lo cierto era que Rosé siempre reacciona de la misma forma, es como un círculo vicioso: hace algo por impulso, se avergüenza, huye para no enfrentar lo que hizo, vuelve y así repetidas veces, como si huir de las cosas la ayudara en algo, solo le traía más penuria y oscuridad a su vida, pero sentía que no había otra forma, que estaba sola en el mundo, que todos tenían algo más importante que ella.
Cuando murió su padre su mundo se derrumbó pero pese a todo siempre tuvo a su madre y a Jennie para contenerla y se sentía segura al tener esa estabilidad, pero con el tiempo su madre entró en una profunda depresión que la combatía bebiendo alcohol todos los días y a cada hora, entonces comenzó a sentir miedo de perder a su madre también y mientras más pasaba el tiempo ese sentimiento crecía hasta que se hizo real, tenía una madre pero esa mujer parecía una completa desconocida. Después fue con Jennie, su mejor amiga trataba de hacer todo lo posible para hacerla sentir mejor, pero sabía que lo hacía por lástima, porque no podía entenderla y por eso tarde o temprano la chica se aburriría de ella, entonces se alejó hasta convertirse en una persona conocida para Jennie. Todas esas experiencias crearon en ella un sentimiento de miedo, miedo de ser abandonada por las personas que quería, había perdido a su padre por Leucemia, a su madre por el alcohol y a Jennie por ser una miedosa, quedando completamente sola.
No quería sentirse abandonada, es por eso que apenas una sola persona demostrara el mínimo de interés en ella, Rosé se apegaba tanto que se volvía dependiente a esa persona, pero al sentir que todo iba bien un sentimiento le decía que algo iba a pasar y esa estabilidad se iba a derrumbar, entonces antes de que eso pasara se aseguraba de no salir perjudicada y se alejaba de la persona. El chico del auto rojo era solo uno de todos los que habían estado con ella, chicos, chicas, no importaba la edad, si eran pobres o ricos, solo le importaba no estar sola.
Es por eso que cuando vio la oportunidad de recuperar a Jennie la tomó sin dudarlo y se sintió realmente feliz de hacerlo pues una parte de ella comprendió que todo había sido su culpa por esperar que ella hiciera algo cuando la responsabilidad era suya.
-Ya que estamos solos- hablo el chico.-Deberíamos divertirnos ¿no crees?- dijo aproximándose peligrosamente a Rosé quien seguía en trance mirando la nada. El chico empujó a la chica haciendo que se acostara en el sofá, se puso encima de la rubia y comenzó a besar cada parte del rostro de Rosé, el cuello, el pecho. Pero entonces la rubia sintió miedo, no quería hacerlo, menos con esta persona, por lo que comenzó a quejarse y revolverse tratando de quitarse al chico de encima.
-No quiero- alego moviéndose más rápido, el chico soltó una risa de burla insistiendo. Rosé empezó a sentir cada vez más miedo y furia, tenía rabia de no hacer nada. Miro por la ventana hacia la casa de Jennie, vio dos siluetas frente a la ventana hablando.
"¿Lo ves? ya no le importas" habló su mente. "No va a venir a salvarte" continuo. "Lo arruinaste por segunda vez"
La voz de su mente era su peor enemiga porque siempre le decía lo que no quería admitir y eso la hacía enfadar, comenzó a sentir un calor que le recorría el cuerpo, su voz mental seguía recriminándola y el chico seguía apresándola.
-¡Suéltame!- gritó con rabia sacando fuerzas de donde no supo golpeando al chico en el rostro, se levantó rápidamente hacia la puerta abriéndola encontrándose de frente con Jennie quien estaba a punto de tocar el timbre.
-¡Rosie!- exclamó con una sonrisa, la rubia sintió como la furia se iba de su cuerpo al ver a la morena.-Que alegría verte...bien- dijo mirando la ropa de la menor.
-¡Eres una maldita!- gritó el chico con furia acercándose a la puerta. Rosé comenzó a temblar y Jennie miraba todo con un ceño fruncido. La menor volvió a cerrar la puerta dejando a la morena afuera preocupada.-¡Eres una maldita niñita necesitada de amor!- gritó el chico aprensando a Rosé contra la muralla.-¡Estás sola, no tienes nada ni a nadie, eres una fracasada con problemas mentales porque eres una loca!- le gritó de frente, la rubia comenzó a sentir la furia nuevamente, el chico, las voces en su cabeza, ambos recordándole lo imbécil e inútil que era. Comenzó a soltar respiraciones rápidas mientras veía al chico a los ojos.-¡No tienes a nadie, no tienes padre y tu madre es una alcohólica!- Rosé harta de todo empujo al chico y tomó un florero de un mueble arrojándola a la cabeza del chico, el tipo cayó al piso sujetando su cabeza mientras la rubia se puso encima de él propinándole una serie de golpizas en su rostro.
-¡Rosie ¿Estás bien?!- gritaba Jennie de afuera preocupada tratando de derribar la puerta. Pero la rubia hacia odios sordos, lo único que escuchaba y recordaba eran las palabras del chico, lo que la hacía tener aún más rabia y golpear con más fuerza al tipo que ya tenía su nariz y boca sangrada.
Jennie seguía tratando de entrar, pateó la puerta unas veinte veces hasta que por fin pudo entrar encontrándose con la imagen de su mejor amiga golpeando al chico, rápidamente la tomó por los hombros separándola del muchacho, revisó el rostro de la chica el cual se relajó al tenerla en frente. Luego fue a ver al chico ayudándolo a levantarse. Rosé volvió a la realidad, había tenido un ataque de ira impulsivo, no se pudo controlar y el rostro del chico parecía estar bañado en sangre, Jennie la miraba con sorpresa como si no la reconociera, comenzó a sentirse abrumada. Miro sus puños repletos de sangre, parte de su ropa manchada.
-¡Eres una maldita loca!- exclamó el chico. Rosé comenzó a respirar muy rápido, comenzó a marearse y estaba a punto de llorar al ver a Jennie mirándola aun con miedo. Todo era demasiado, los gritos del chico, los gritos de su cabeza, su ira, su impulso, la mirada de Jennie, su madre alcohólica, haber perdido a su padre. Sintió cómo su estómago se iba a su garganta por lo que corrió a la cocina vomitando lo poco que había comido en el lavaplatos. El chico se fue de la casa dejando a Jennie aún impactada por lo sucedido.
-R-rosie- dijo tragando saliva.-¿Estas bien? ¿Te hizo algo ese tipo?- preguntó acercándose de a poco, Rosé solo negó soltando sus lágrimas. Sentía como si una nube negra estuviera en su cabeza formando un tormenta solo encima de ella y estaba cansada de eso. Miro a Jennie antes de subir corriendo hasta su habitación.
Jennie soltó un suspiró esperando unos minutos, entendía que la menor no estaba bien y no solo de forma física por su ropa o su pelo, si no también algo interno en ella, algo que no podía entender pero tenía la intención de hacerlo y pese a no querer presionarla para que se lo diga quería intentar entenderla y darle su apoyo. Subió la escalera lentamente y mientras lo hacía observaba toda la casa por dentro, hace tanto que no entraba allí, estaba todo igual lo único que cambió drásticamente era el ambiente que se convirtió en uno frío y sombrío. Recordaba cuando venía a ver a Rosé hace tres años encontrándose con la Sra Park cocinando galletas en la cocina y al Sr Park ayudándola, a ella con Rosé ansiosas esperando las galletas en la habitación de la menor, muy diferente a todo ahora.
Cuando llegó a la habitación de Rosé la busco por todos lados y no la encontró pero cuando estaba a punto de salir escucho un sollozo proveniente del armario. Una sonrisa involuntaria salió de su boca, recordó cuando eran niñas y Rosé se enfadaba, siempre venía a esconderse en su armario. Jennie se acero a la puerta de madera y la tocó con su mano.
-¿Rosie?- pregunto sabiendo que la menor estaba allí. Rosé se alertó dentro del armario secando sus lágrimas y se quedó callada dándole a entender a Jennie que no quería hablar, la mayor soltó un suspiro y se sentó en el piso al lado de la puerta.-Creo que a Lisa le gusta Jisoo- dijo cambiando de tema.-Lo cual es extraño porque no la conoce, pero sé que si lo hiciera sí podrían estar juntas. Lisa es literalmente todo lo que Jisoo quiere- Rosé soltó una risa desde dentro, Jennie sonrió.-Sería genial tener a Lisa en la familia pero ahora no sé cómo decirle que Jisoo no está en el país y que no va a volver hasta que esté titulada.- soltó una leve risa, luego de unos segundos la puerta del armario se abrió dejando ver a una Rosé bastante demacrada. Jennie se levantó sobre sus rodillas caminando hasta el armario rápidamente.
-¿Las personas de verdad me ven como una loca?- preguntó con un hilo en su habla, Jennie le dio un sonrisa negando.
-Nadie piensa eso Rosie- aseguró la mayor.
-Mientes- contesto Rosé. Jennie alzó su mano derecha y comenzó a acariciar la mejilla de la menor limpiando las lágrimas que caían.
-Nadie lo piensa- repitió.-Y al que lo haga lo voy a golpear.- dijo provocando que la menor soltara una risa.