❛ PORQUE TE AMO ❜
MARATÓN 3/7
AL PRIMER SITIO EN EL QUE VENUS PENSÓ IR A BUSCAR A DRACO FUE A LA TORRE DE ASTRONOMÍA, SABÍA QUE AMABA ESE LUGAR. Cuando no lo encontró allí decidió ir hacia la Sala Común, esperando encontrar a alguien que le indicara dónde estaba el rubio.
En la Sala Común se encontraban solo Crabbe y Goyle jugando a naipes explosivos junto a la chimenea.
—Zoquetes míos, necesito vuestra ayuda —habló Venus hacia ambos chicos.
En lugar de sentirse ofendidos sonrieron hacia ella. Venus siempre había sido muy amable con ellos. Les ayudaba con los exámenes y a hacer los deberes, los había defendido innumerables veces cuando se habían reído de ellos, y sabían que podían contar con ella para lo que sea, por lo que cuando le llamaba zoquetes sabían que no era a malas.
—¿Qué necesitas? —preguntó Crabbe.
—¿Dónde está Draco?
Los chicos compartieron una mirada antes de hablar.
—¿Draco? ¿Qué Draco? —preguntó Goyle nerviosamente.
—No os hagáis los tontos —bufo Venus apoyando su peso en la otra pierna—, esto es importante. Sabéis que sino no os preguntaría.
Y ellos lo sabían pero le habían prometido al rubio no decir a nadie donde se encontraba y mucho menos a Venus.
—Vee, nosotros no...
Venus le interrumpió.
—Sé que posiblemente os haya dicho que no me digáis que diablos está haciendo pero necesito hablar con él —pidió Venus—. Potter está metiendo las narices donde no le llaman y necesito advertirle.
Crabbe volvió a suspirar y tras pasarse la mano por el pelo habló:
—Sala de los Menesteres. Esta...
Pero Venus ya había salido de la Sala Común a toda velocidad. Subió al séptimo piso y se colocó delante del tapiz de Barbabas el Chiflado.
Cerro los ojos unos segundos y cuando los abrió una gran puerta de madera apreció delante de ella, y con decisión la abrió.
La habitación que vio sorprendió a Venus en gran medida.
No se parecía en nada a la que había asistido el año anterior en las reuniones del ED. Ahora todo estaba lleno de objetos extraños y antiguos apilados uno encima de otros. En lugar de una agradable sala, parecía más bien un trastero en el que nadie se había dignado a limpiar, ni mucho aparecer en bastante tiempo.
Solo había una parte que estaba despejada, un pequeño camino que alguien parecía que había hecho para poder acceder a su interior.
Anduvo con cuidado entre los objetos, intentando no tirar nada y mirando para todos lados esperando visualizar la cabellera rubia de Draco en alguna parte.
Lo encontró en el centro de la habitación, frente a un armario negro.
Estaba de espaldas a la salida por lo que no vio a Venus aproximarse, tenía las manos cerradas en puño, y en una de ellas se encontraba su varita la cual apretada con fuerza.
—Así que aquí es donde te has estos escondiendo —murmuro Venus sobresaltando a Draco.
Su varita se resbaló de sus temblorosas manos, cayendo al suelo y provocando un sonido sordo que resonó por todo el lugar.
El chico se giró espantando mirando a Venus completamente descolocado.
—Es bonito —dijo Venus de forma irónica—, un poco sucio pero no está mal para aislarse del mundo.
—¿Cómo me has encontrado?
—Deberías confiar tus secretos a gente más difícil de persuadir —dijo Venus cogiendo un libro y ojeándolo—, esos dos zoquetes me lo han soltado a la primera.
Draco no pareció sorprendido. Avanzó aún con el rostro inescrutable y le arrebató el libro polvoriento de las manos a Venus.
—¿Qué haces aquí?
—Katie Bell está en la enfermería —empezó hablar Venus—, esta bastante mal.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
—Llevaba un collar —Venus miraba directamente los ojos grises de Draco, sabía que no sería capaz de mentirle a la cara. Nunca había sido bueno ocultándole cosas a Venus, y ella esperaba que siguiera siendo así—, un collar maldito.
Draco tragó saliva nerviosamente, sus ojos miraban a cualquier cosa menos a ella.
—Te lo voy a preguntar una sola vez, y espero que no me mientas. ¿En qué diablos estás metido?
—No puedo decírtelo.
—Déjate de gilipolleces —bufo Venus cruzándose de brazos.
—No quiero que me odies.
Venus soltó una carcajada amarga sin humor alguno. Los ojos mieles de la chica volvieron a capturas los orbes grises de Draco que se sentía intimidado por la intensa mirada que Venus le dedicaba.
—¿Enserio crees que yo podría llegar a odiarte? ¿Yo? —espetó Venus acercándose al rubio—. ¿Tampoco me conoces Malfoy?
El labio de Draco tembló y apartó de nuevo su mirada de la ojimiel.
—Enséñame tu brazo.
Draco titubeó unos instantes. Ese momento que había estado evitando desde el verano, ese que había pasado por su mente tantas veces iba a suceder y no sabía si estaba preparado para la reacción de Venus.
Miró hacia la izquierda y luego hacia el frente esperando que algo pasara que le salvara de aquella horrible situación, pero nadie iba a entrar, y sin más salida que esa se remangó la chaqueta lentamente.
Venus observaba la escena con terror. Ella no era tonta; sabía que Draco había tenido que recibir la marca ese verano, pero de solo pensar en lo que le podría pasar al rubio. Pensar que Draco pudiera acabar igual que Ares.
La marca tenebrosa en el brazo de Draco fue como un balde de agua fría, una cosa era imaginárselo y otra verla con sus propios ojos. Ni siquiera Ares se la había llegado a mostrar. La preciada piel pálida del chico, esa que tanto amaba Venus se encontraba manchada por ese horrible tatuaje.
Venus dio un paso hacia Draco y este cerró los ojos con miedo de la respuesta de la rubia. Se esperaba cualquier cosa, que le gritara que le reprochara, incluso que lo golpeara. Pero nunca espero que Venus acariciara la piel de su antebrazo.
Draco abrió los ojos y observó los finos dedos de Venus pasar por la tinta. Tocaba su brazo como si fuera un objeto dañado, y en cierta forma así era. No fue que se atrevió hablar hasta que la muchacha alzó la vista.
—No sabía que hacer —susurró angustiado—, quería dañar a mamá, y yo...
Un sollozo se escapó de la garganta de Draco, después de mucho tiempo se dejó ser débil y mostrar lo dañado que se encontraba, algo se rompió en el interior de Venus que no dudó en abrazarlo con fuerza.
—Estás bien, está bien. Lo arreglaremos.
—No sé como hacerlo, Vee. No sé como hacerlo y él va a matarme —sollozo asustado.
—No va a matarte, voy a ayudarte ¿de acuerdo? —dijo Venus cogiendo las mejillas de Draco con sus manos.
—No puedo dejar que hagas eso, no puedo ponerte en peligro —negó en hilo de voz.
—Tú no puedes decidir eso por mi —espetó Venus—. Voy a ayudarte y me importa bien poco si quieres o no.
—¿Por qué haces esto? —preguntó Draco mientras Venus secaba delicadamente las lágrimas que caían de sus ojos—. Después de todo lo que te hecho pasar, después de no haber respondido tus cartas, de haberte dejado de lado.
Venus sonrió de forma burlona, como si ella supiera algo que él no. Subió sus manos hasta su cabello acariciándolo lentamente, Draco cerró los ojos y apoyó su frente contra la de Venus.
—Porque te amo —hablo despacio—, hago todo esto porque te amo, y nunca me perdonaría que algo llegara a pasarte.
Sin poder aguantarse ni un segundo más Draco la beso.
Tras largos meses sin probar los labios del otro, ambos se sintieron en calma por fin. Draco se sintió en casa, porque así era Venus.
Venus era su hogar.
Sin ella se había sentido perdido, no sabía como debía actuar con exactitud. Sentía que todo lo que hacía era en vano, que nada era correcto.
—Te amo, te amo tanto Venus —susurró Draco sin aliento tomando su rostro con sus manos—, que a veces duele.
—¿Te duele amarme?
—Me duele no ser suficiente para ti. Por eso no hice nada cuando empezaste a salir con ese chico.
—Luke.
—Luke Travers —escupió Draco con asco—, investigue al chico a fondo para saber si era bueno para ti, e intenté buscarle algún defecto pero él muy idiota era demasiado perfecto.
Dijo rodando los ojos, Venus lo veía tan tierno cuando estaba molesto.
—Luke no es perfecto —contradijo Venus—, odia el Quidditch, y tiene esa horrible de manía de querer caer bien siempre. No le gustan los perros, y sobre todo odia el helado de menta.
—Tú también odias el helado de menta —murmuro Draco pasando un mechón de pelo por detrás de su oreja.
—Pero la menta me recuerda a ti, así que es un odio a medias —susurró Venus encogiéndose de hombros.
Esa declaración hizo recordar algo a Draco que comenzó a sonreír de forma triunfante.
—En la clase de pociones de Slughorn... —comenzó a hablar Draco.
—No quiero aumentar tu ego —bromeó Venus con una sonrisa mientras colocaba sus manos alrededor del cuello de Draco—, pero si eras tú. Siempre has sido tú.
—Yo también te olía a ti —susurró. No hacía falta hablar más alto, estaban a escasos centímetros el uno del otro—. Olía a arena y a mar, a lilas, pergamino y a tinta. Olía a libros viejos pero sobre todo era ese extraño olor que solo puedes sentirlo cuando juegas a Quidditch.
—¿Te recuerdo al Quidditch?
—Me recuerdas a muchas cosas, preciosa. Últimamente te veo en todas partes —bromeó—. Ha sido bastante complicado intentar alejarme de mi.
—Tal vez era una señal para que no lo hicieras.
—Gracias a Merlín que no lo he hecho —susurró acercándose más a Venus—. Al final tú y tu estúpida leyenda del hilo va a ser cierta.
—Unidos por siempre por un hilo rojo invisible.
—¿Rojo? —dijo haciendo un moin como si fuera un niño pequeño—. El nuestro es más bien verde, nena.
—Verde será —dijo antes de volver a besarlo con felicidad.
Ambos se besaron y amaron durante lo que quedó de tarde. Demostrándose cuando se habían echado de menos, ni siquiera se marcharon cuando dio la hora de la cena. Demasiado ensimismados en su pequeña burbuja para recordar la hora que era.
Aún cuando iban por los pasillos de regreso a su Sala Común, se les escapaban risas tontas y se paraban para besarse a cada rato.
Draco beso con ansias una última vez más a Venus antes de entrar a la Sala Común y tras dejar una leve mordida sobre su labio inferior se separaron con grandes sonrisas de satisfacción plasmadas en sus rostros.
Sus sonrisas ni siquiera se marcharon cuando se encontraron con la inquisidoras miradas de sus amigos al entrar en las mazmorras.
—Vaya horas, nos tenías preocupados —bufo Liz con los brazos sobre su cintura.
Esa era mamá Liz entrando en acción.
—Hemos estado un poco ocupados —artículo Venus sin poder ocultar su sonrisa.
—¿Hemos? —inquirió Theo levantándose del sofá—. ¿Habéis pasado la tarde juntos?
Draco pasó el brazo por los hombros de Venus y la acercó a él.
—Así es.
Blaise y Theo comenzaron a aplaudir mientras se acercaban a sus amigos con alegría.
—¡Ya era hora que arreglaseis esto! Me estaba comenzando a cansar de tanto drama amoroso —comentó Blaise—. Aunque veo que habéis hecho más cosas que solo hablar.
Venus alarmada se pasó la mano por el cuello recibiendo una mirada de afirmativa de Theo. Draco le había dejado unos bonitos chupetones que tardaría varios días en desparecer.
—¡Draco! —se quejó una sonrojada Venus.
—No te preocupes Venus, tú no eres la única que ha sido marcado como un corderito —comentó Blaise observando el cuello de Draco el cual tenía al igual que Venus un chupetón pero que al tener la piel tan pálida se notaba más.
—Vaya imagen dais los prefectos, como Snape os vea, creo que va a venir a castrar a alguien.
Liz seguía parada en mitad de la Sala observando a Draco con el ceño fruncido.
—Liz, deja de fruncir el ceño. Te vas a arrugar —se burlo Blaise sentándose en el sofá de nuevo.
—No me gusta esto —dijo Liz señalando a la pareja—. No me gusta nada.
—Liz... —intentó decir Venus.
—No, Vee. Te he visto llorar por este idiota demasiadas veces este curso para estar de acuerdo con esto, te lo he dicho ya.
—Sé que me he comportado como un completo capullo estos meses y que no merezco otro trato que tú enfado —confesó Draco—, pero te puedo asegurar que amo a Venus. ¡Por Salazar, Liz! Estoy enamorado de esta chica a tal manera que lo estoy diciendo en medio de la Sala Común. ¡Yo! ¡Draco Malfoy la persona más fría que conoces te está contando lo que siente!
Venus no pudo evitar sonrojarse cuando escuchó a Draco decir que estaba enamorado de ella, soñaba tan irreal.
—Liz, me dijiste que si yo estaba feliz tú lo estarías también —tomó la mano del chico entrelazándola con la suya—, y Draco me hace feliz.
Liz tenía el ceño fruncido y seguía mirando a sus dos amigos con los brazos cruzados. Pasaron un par de agobiantes y tensos minutos hasta que Lizzie soltó un sonoro bufido. Bajo los brazos y sonrió levemente.
—Te lanzaré un crucio como la vuelvas hacer llorar, Malfoy —amenazó la rubia acercándose a la pareja para abrazarles—, lo digo muy enserio.
—No esperaba menos de ti, Liz —artículo Draco mientras se dejaba abrazar por la chica.
—Gracias —susurró Venus en un tono casi inaudible que solo Liz pudo escuchar.
Liz le guiñó un ojo antes de separarse de ellos y sentarse encima de Theo.
—Que acepte esto —dijo señalando a Draco y a Venus—. No significa que olvide que has dejado a mi pobre primo tirado, le has roto su pequeño corazón Venus. He tenido que ir a consolarlo.
—La culpa la tiene el chico —dijo Theo distraídamente jugando con el pelo de la rubia—, sino le hubiera besado habría sido una cita perfecta.
—Espera, ¿qué? ¿Te ha besado? —espetó Draco molesto mirando a Venus de forma inquisitiva.
—Fue un simple pico —intentó excusarse Venus como si no hubiera sido nada, y la verdad es que era eso—, no sentí nada.
—Yo puedo jurar que vi una lengua —dijo Blaise con una sonrisilla molestando aún más al rubio.
—Voy a matar a ese niñato —dijo molesto.
—Te he dicho alguna ves lo adorable que he ves cuando estás celoso —dijo Venus poniéndose de puntillas y apoyando su barbilla en el pecho del chico.
Draco observó a Venus y no pudo evitar sonreír encantado, olvidando completamente el tema del primo de Liz y sin importarle que sus amigos estuvieran delante, la beso. Sonrió contra los labios de Venus al escuchar a sus amigos protestar.
Y después de mucho tiempo, Draco se sintió completamente bien.
✨
Draco se merece el cuelo entero.
Amo tanto a este hombre.
He estado echando la matrícula para la universidad, y men, no recordaba que fuera tan complicada.
¡Pero lo conseguí!
Y oficialmente estoy en segundo, men que vieja soy.
En fin, cuento esto que no le importa a nadie pero me da un poco igual.
Os amoooo
🖤